Argumentos sobre el origen de “La Cumparsita en sus 99 años”
Fuentes : Todo Tango,
El País, Wikipedia, Portal Uruguay Educa.
Estimo que: secuenciales espacios y
tiempo hacen de una obra de arte, una belleza inigualable en que el ser humano
retiene en su inconsciente colectivo la perdurabilidad de las cosas. Immanuel Kant (Prusia hoy Alemania 1724 1804) define el
espacio y el tiempo como las formas de nuestra sensibilidad o intuiciones
puras, que le otorgan a las cosas que conocemos su estructura. El espacio es la
forma del sentido externo que permite la representación de los objetos como
existentes en el espacio; y el tiempo es la forma del sentido interno que hace
posible percibir los estados internos en una secuencia temporal. Él les
atribuye la idealidad trascendental. El primer paso en el análisis de la forma
del entendimiento es el juicio. Juzgar es sintetizar y convertir en
conocimiento nuestro derredor. En el entendido entonces de que,
conociendo el arte musical y la vida como hecho simbólico en sí mismo, es que podemos
argumentar y a la vez preguntarnos: ¿Qué misterio esconden aquellos compases que lograron
penetrar en el gusto de tanta y tan diversa gente?
Es sin lugar a dudas el tango más difundido, el que toda persona
reconoce cualquiera sea su versión, el que se utiliza de icono para representar
el género, el más grabado en el Uruguay, en Argentina y en el resto del mundo. Se trata de un verdadero fenómeno, que
acaso no se necesitan muchas palabras para explicarlo porque emana del corazón
de las multitudes. Todo le viene bien a “La cumparsita”:
armonías para violines, variaciones de bandoneones y otros importantes
instrumentos, además de otros atrayentes efectos musicales, que los orquestadores
y directores aprovechan hábilmente para lucimiento de su respectivo conjunto.
Cada director de orquesta típica tiene su propio arreglo, su versión.
Horacio
Ferrer, en su obra El Libro del Tango, afirma: «“La cumparsita”
ha sido objeto de toda clase de ornatos, producto muchas veces de las
ejecuciones “a la parrilla”: contracantos, pasajes contrapunteados y
variaciones de la más diversa invención. Fue inicialmente una
marchita, compuesta por el joven estudiante de arquitectura Gerardo Hernán
Matos Rodríguez en una fecha incierta, que podemos ubicar entre fines de 1915 y
principios de 1916, para la comparsa de carnaval organizada por la Federación
de Estudiantes del Uruguay.
Héctor Lucci (estudioso del tema) nos afirma que las dos primeras grabaciones fueron hechas en 1916. La de Roberto Firpo, seguramente la primera, por el número de disco, un Odeón 483. La segunda, la de Juan Maglio, del sello ERA, cuyos discos se prensaban en Porto Alegre (Brasil), desde 1915 a raíz de la primera guerra mundial, por ser el quinto registro de una serie de veintiséis temas iniciada en 1916.
Héctor López y Enrique Binda publicaron un artículo
en los Cuadernos de difusión del tango Nº
16, que dirige Salvador Arancio, en el cual coinciden con Lucci diciendo que
los carnavales en cuestión, para los cuales la pieza fue hecha, fueron los de
1916; que a fines de ese año aparece la grabación de Firpo y, al poco tiempo,
posiblemente principio de 1917, la de Maglio y, a fines de ese año recién, la
de Alonso-Minotto.
Para su sobrina nieta, Rosario Infantozzi
Durán, las fechas se sitúan en 1917 y el primer registro fue el de la orquesta
Alonso-Minotto.
Nadie pone en duda el hecho de que la orquesta de Roberto Firpo haya sido la primera que ejecutó “La cumparsita” en público. La discusión gira alrededor del año.
El historiador Héctor Ernié (en La historia de La Cumparsita, revista Tango nº 23), es en definitiva, a mi juicio, el que pone claridad a todo este tema. En efecto, él descubre que la primera partitura de “La cumparsita” se editó en Montevideo en la casa Arista y Lena, en el año 1916 y al año siguiente en Breyer Hermanos de Buenos Aires. El pentagrama original era muy rudimentario por lo que recurrió a la ayuda del pianista Carlos Warren, para presentárselo más prolijamente. En abril de ese año, el joven Matos Rodríguez, por intermedio de un amigo, acerca la música al director y pianista Roberto Firpo. Nos dice Legido que Firpo le propuso firmar el tango en colaboración, pero el joven estudiante, todavía menor de edad, se negó rotundamente. El dato de tratarse de un menor no es ocioso, ya que unos meses después, gracias a esa circunstancia, pese a que la editorial Breyer Hermanos le había comprado los derechos de la obra al joven autor, éste los recuperó.
Nadie pone en duda el hecho de que la orquesta de Roberto Firpo haya sido la primera que ejecutó “La cumparsita” en público. La discusión gira alrededor del año.
El historiador Héctor Ernié (en La historia de La Cumparsita, revista Tango nº 23), es en definitiva, a mi juicio, el que pone claridad a todo este tema. En efecto, él descubre que la primera partitura de “La cumparsita” se editó en Montevideo en la casa Arista y Lena, en el año 1916 y al año siguiente en Breyer Hermanos de Buenos Aires. El pentagrama original era muy rudimentario por lo que recurrió a la ayuda del pianista Carlos Warren, para presentárselo más prolijamente. En abril de ese año, el joven Matos Rodríguez, por intermedio de un amigo, acerca la música al director y pianista Roberto Firpo. Nos dice Legido que Firpo le propuso firmar el tango en colaboración, pero el joven estudiante, todavía menor de edad, se negó rotundamente. El dato de tratarse de un menor no es ocioso, ya que unos meses después, gracias a esa circunstancia, pese a que la editorial Breyer Hermanos le había comprado los derechos de la obra al joven autor, éste los recuperó.