Esta pequeña obra poemizada y prosificada poéticamente, fue concebida para la muestra de pinturas realizadas por mi persona en pintura al agua y óleos sobre fibra e instalación de esculturas en papel concebidas por mi amigo el artista de Las Toscas, Canelones, Edgar Cedrés Gallo. El título de la misma fue. . .
El Abrazo
El Abrazo
Colonia
del Sacramento
En un abrazo:
. . . sentimientos, vuestros
Sufro, gozo, siento
dicha, placer. . .
relato y poemizo mis abrazos
Si
no lo empezara así, no lo habrías entendido.
Expreso:
¡ Abrazado a mí ! !
Reencontré
el sustituto de aquello que estaría por escribir:
.
. . si el abrazado, ¡soy yo!
Yo;
abrazado a mí mismo
Entonces,
recubierto, cubrí mis espaldas y todo yo, con esto.
Y
por esto.
Mi
amigo, sabiendo que me cubriría, me abrazó, de todos modos.
Yo
estaba cubierto.
Mi
sustituto estaba cubierto.
Y
él, arrancaría con. . . sus abrazos.
Por
ello, empecé así, para que lo entendieras.
Y
ahora sí, comienzas tú.
Tú
a:. . . abrazarte contigo, conmigo, con él. . .
¡.
. ., qué es el hacedor de: ¡ EL ABRAZO! ! !
Ah,
sí. . ., bolsillo derecho, pañuelo.
Sonido
de nariz hueca, fatiga, pequeña fatiga.
Frío
al por mayor. Cementerio. De Tala.
Ciudad. Laúdes en pinos marcaban el ritmo.
El
muerto encofrado, no sintió a nadie. Pero Tío me vio. El bufandazo cortó el
ritmo de un laúd y volvió el calor al rostro del viejo.
Viró,
ciento ochenta. Pesos en monedas se escucharon en el bolsillo.
Crujió
mandíbulas.
Yo
estirado de entrepiernas. Arrollado en mí. Otro laúd me cortó la barba.
Dos
caballeros serpenteaban la tierra. Se encabritó una cruz, la sentí crujir,
crepitar, crecer.
Tío,
rozó el bufandazo, otra vez.
No
moví ni el pelo interior de mi nariz. Caminó un paso. Medio más y. . .
como
el muerto, estrechado, estrujado, estrépito estiró en mí.
Creí partido.
¡También
yo!
Me
confundió. . . EL ABRAZO
¡A.
. .! Brazo maldito. Qué dolor lindo.
A brazo partido nos unimos.
Me
unió él.
Me
dejé llevar.
Me
lo dijo todo. Habló por sí solo. Escuché por mí mismo.
Paz.
Trasmisión. Ondas. ¿Hertzianas? No
Profundidad.
Trashumante profundidad
¡Ser.
A través del abrazo. . .!
Y se fue
recortado
Y me quedé A. . .BRA. . .ZA. .
.DO. . .!
- .
.BRA. . .ZA. . .DO
A.
. .bra. . .za. . .do
incólume,
abroché mi sobretodo
sobre
él, sobrecogimiento
niebla
sobrecogedora
revoloteo
de mirlos,
silbidos/
desfiguré
el
bolsillo, traté de arroparlo
al
hablarle
a
un mirlo: ¡abrazo no!
silbó
clarito;
el
pino vela me castigaba
doblando
su cuello
Tío
me ojeó de reojo
tal
vez renojado,
el
cementerio esperó:
¡ja.
. .! ¡ja. . . ! feliz, felicísimo;
nos
esperaba otro abrazo con Tío,
nos
mostramos
nuevamente
en
el portón,
abrazó
sus
brazos,
yo . . .,
mis
fibras, él . . .:
no
esperaba. . .
abracé
a Tío, a todo
a
todos, a. . .:
brazo
partido dije:
tendrán
todos, de todo,
en
todas las fibras
interiores
falladas y. . .
el
abrazo no es de humano
¡Humano
abrazo es. . .: es. . .
AMOR
A: . . .BRA. . .ZA. . .DOS
Abrazo,
sólo
24 - 5 – 2009
Abrazado
quedé solo. Necesitándome. En derredor recorrí fibras. Alcé mi único ojo.
Pasaron la puerta en varias direcciones. Cruces se me interpusieron. Las
coarté. . . Fibras, solo fibras falladas.
Pregunté
al aire, al olor floral., a las osamentas.
Pregunte,
pregunté y pregunté: ¿eh. . .? ¿El
abrazo trasmite amor? Falladas, seguían las fibras sin acercamiento para el
abrazo.
Ninguna
vi. Ni un primer acercamiento vi.
Ni
los seres elegidos, fueron capaces entre ellos de esa retroalimentación
Seguía
solo. Nadie me abrazaba
No
me rozaba, ni un fleco.
Sólo
sentí el roce de una pequeña rama verde oscura. ¿Qué? ¿Del cielo? ¿O del pino
voló hacia mí?
Y.
. . me abracé a ella. Mis dedos restregaron la nariz helada.
Sin
más abrazo. . ., que el olor abrazador, abrazado a mí, de esa ramita
transformada. . . en pinocha
Señal
de que el abrazo. . .transforma
Abrazadora
24
– 5 - 2009
Impresionates
impresiones
causan
de
mí, el orfebre
de
aquella otra
quien
pensó lo mismo:
emociones:
dos
y un abrazo,
el
tiempo no
dañará,
sustancie/
Diez
segundos,
Diez
minutos;
no
son cruz
son
en nosotros, Altura
De
Fe, ¡Clave abrazadora!
Abrazado
25 – 5 – 2009
Salí.
Al caminar, caminé.
Los
muros quedaron atrás.
Tal
vez, nunca te encontré. Sé que fue así.
Tu
relación. Mi relación contigo. Bueno. . .
Lo
mismo, al salir del pueblo. Frío. Siempre frío.
No
obstante al principio. Calientes. Muy calientes.
Era
la paz pura de la pureza blanca. ¡Nuestros abrazos!
Los
de tío. Ahora los tuyos. Los que fueron. Los que se fueron. ¿Se fueron? ¿Y esa
pregunta? ¿Era amor espiritual? ¡No!
Descubrí
que tío sí. ¿Pero vos. . .? Vos no. ¡Eran a. . . bra. . .zos físicos! ¡Qué
caramba! Pensé todo esto. Después de vivido.
Llegué
a casa. No estaban los pinos. No estabas vos.
¿Y
yo?. Yo me las arreglé. . .Agradecí a Dios.
Esa
sensación yuxtapuesta.
De
privilegiado no más.
Imaginen.
. .sé. Un abrazo Dos seres. ¡Qué importa quién! ¡Dos seres!
Un
privilegio.
¡Y
este. . . discurso abrazado a mí. . .está!
Abrazarte
25 – 5 –
2009
Búscame
en mis fibras,
estréchame
y cumple
quiero
ayudarte
En
un abrazo
quiero
ayudarte
No
vamos a contar
el
resto de los días
pero
espero. . .
ayudarte
aunque
sea
¡sin
abrazarte
más!
Por
qué no poder hacer de ésta misma literatura poética una prosa que me incluya
hasta los huesos de:
abrazos!!!
En un abrazo:
. . . sentimientos;
vuestros. . .
Sufro, gozo, siento
dicha, placer. . .
relato y poemizo mis abrazos
Tres gramíneas casi verdes recibieron mi zapato
desatado. La vieja vereda que abuelo había construido con restos de portland y
arena del médano las acogía, y yo pasé exhalando casi mi último aliento. Es que
había salvado el examen para irme a Montevideo a iniciar mis estudios
terciarios.
La bicicleta jadeante de su pedaleo, se apeó al
cordón de metro y medio de largo de piedra azul. Pobre!!. Me llevaba y me traía
desde Villa Pancha hasta el centro.
Ojee la ventana de Don Tourn que quedaba a mi
espalda, dando un giro inhóspito a mi cuello. Ni rastro, ni de él, ni de su
caramelo de menta que llevaba a cada momento entre sus dientes postizos. El sol
lo retuvo; su sombra obesa deambulaba dentro de su guarida.
Mi único ojo, oteó los cuatros vidrios esmerilados
de la puerta de chapa que usaba un pestillo muy pobre y sin llave para dejar
paso, en el frente de la casa de Tío. También la ventana grande de ocho vidrios
que a cuarenta centímetros del suelo nos acogía a los dos sentados mirando
pasar a la gente para la fábrica, estaba sepulcralmente cerrada por dentro como
si los papeles negros que utilizábamos para las cometas, hoy, allí, en ese
momento, me hubiesen tapado el ojo como expresándose tristemente con
sentimental laconicidad, tal vez. . .
No era lo mismo aquella tarde.
El abrazo no se expresaba, no quería yacer como
siempre a mis pies.
No aparecía ni un resto pequeño de él.
-
¡Si
siempre estaba! Putee.
Claro y conciso intenté abrir. El pestillo me echó
a puteadas.
-
Jamás
te pensé así.
Me dije: Yo mismo lo viré lo ahorqué en vueltas.
Me seduje de romper el segundo vidrio. El pulgar
estaba sudado. El índice lo había dejado en Valdense escribiendo el examen.
Entonces introduje el nudillo del mayor, bravío y corajudo. Pasó el tiempo
torbellino de mí sin que nos detuviera a mis dedos y a mí.
En mi dada vuelta sentí detrás, miradas, seis
miradas de seis ojos.
El mío cuando pudo los vio.
El barrio no. El barrio dormía la siesta en un
abrazo entre dos o. . . que sé yo!! Mi ojo, reojeó a todos y a nadie.
-
¿Y
Tío. . .?
-
Lo
estamos esperando para abrazarlo aquí dentro. Me dijeron.
Sus trajes color verde oliva y sus fusiles M1
apuntaron todos a mi ojo.
-
Ja
ja ja!! . Me salió de adentro.
-
Pasá.
. . me dijeron.
No sabían que era abrazador, de esos que se prenden desde la infancia,
de los que no se dejan chorear por el devenir de
los años, de ese para mí, sin pudor, abrazo. ¡Qué joder! ¡Y sólo tenía
dieciséis años!
Me di vuelta y los adoquines de la 18 de Julio
brillaron para mí. Se sacaron lustre azul de piedra para escucharme desde abajo
como zapateé en ellos toda la rabia contenida, antes de subirme a la bicicleta.
Yo los miré unilateralmente, como ellos tres a mí.
Uno adelante y dos atrás.
-
Pará
gurí o te quemamos. . .
-
¡Dale
nomás!
La rojita compañera enajenó sus placeres me acogió
en su asiento, se me escamoteó por la soledad barrial y comprendí todo.
De allí en más pasó el tiempo y se me perdieron
los abrazos. . .
Al año con
mi sombra al costado de un naranjo en flor.
Expreso: ¡ Abrazado a mí ! !
Reencontré el sustituto de aquello que estaría por
escribir:
. . . si el abrazado, ¡soy yo!
Yo; abrazado a mí mismo.
Entonces, recubierto, cubrí mis espaldas y todo
yo, con esto.
Y por esto.
Mi amiga que no sabía, sabiendo que me cubriría,
me abrazó, de todos modos.
Yo estaba cubierto.
Mi sustituto estaba cubierto.
Y ella, arrancaría con. . . sus abrazos.
Por ello, empecé así, para que lo entendieras.
Y ahora sí, comienzas tú.
Tú a:. . . abrazarte contigo, conmigo, con él. . .
¡. . ., qué es el hacedor de: ¡ EL ABRAZO! ! !
Años
más tarde recorrí mis quehaceres en diversidades mundanas.
Figuré
trabajos, adormecí hijos. Pero siempre buscando a Tío.
En
el recuerdo se me presentaba en su motocicleta Bianchi Orsetto
cargadita
de cosas para vender. ¡¿Si el Tío era mercachifle. . .? No el Tío
trabajaba.
Circulaba por los rincones donde nadie circula. Por los
agujeros
que tenía el país de aquel entonces. Por las tierras de nadie y
de
uno solo. Ofrecía y ofrecía. . . Todos creíamos que mercancías eran,
por
cierto, algún merecimiento de las clases trabajadoras, pero Tío lo que
ofrecía
era. . ., era. . .el futuro presentado en aquellas telas fabricadas por
él,
en el telar que él fabricó.
¡Olvidé!
que tonto soy, Tío era tejedor, industrial, si tejedor de tramas y
paratramas,
de urdimbres y lamas, de los viejos Jackards, de los que
mandaban
lanzaderas de punta a punta como el Che cuando recorría sus
memoriales
trabajos finos. Tío, hacía las frazadas mora aquellas
confeccionadas
con la borra de la lana como le decía el viejerío.
En
realidad yo creía que cuando papá me tapaba a la noche con la morita
gris
cruzada horizontalmente y con la otra morada cruzada verticalmente
para
que no me cayera de la cama creía que me tapaba el frío.
¡La
tontera mía de gurí! Tío le había regalado a papá unas cuantas que
dentro
de la fábrica se las vendían, por no decir que “La Industrial” las
regalaba,
porque allí radicaba el meollo de la situación, allí no se regalaba
nada.
¡Y si vieran ustedes como se saca la borra a que hacía referencia
el
viejerío! Porque sabían de la vida, por viejos y era así nomás borra,
borra
de percha. Pero guay que no se fueran a vender aunque más no
sea
abusando del vil precio de la necesidad. Tío aborrecía eso, pero las
compraba
se las descontaban de la quincena y después las regalaba.
No
era negocio, era calidad de vida, de amor, de generosidad.
Allá, dentro de “La Industrial” lo miraban
feo, la mayoría pero él las que le
sobraba,
las ofrecía en el campo, a campo traviesa en su motoneta
blanca.
Sacaba para la nafta y un poco más. Sabía los alrededores,
camuflaba
sus intereses sociales, digería el campo de par en par y sin
presencia,
la marcaba como el Che los montes de Cuba o los del norte
Argentino
o los de África o los de Bolivia. . .
Así
vivió Tío marcando como perro a la perdiz, jugando a escondidas en
la
luz intermitente de las mañanas y tardes. . .
En el frente de casa habían pasado otros albores
ya en años. Me paré apoyado junto a una casuarina. Jugaba con mi memoria, la de
los partidos de pelota de trapo, la de renacuajos en las banquinas, la de Villa
Pancha y
mi escuela N°100. . .
Porque allí me sucedió:
Abrazo, sólo
Abrazado quedé solo. Necesitándome. En derredor
recorrí fibras. Alcé mi único ojo. Pasaron la puerta en varias direcciones.
Cruces se me interpusieron. Las coarté. . . Fibras, solo fibras falladas.
Pregunté al aire, al olor floral., a las
osamentas.
Pregunte, pregunté y pregunté: ¿eh. . .? ¿El abrazo trasmite amor? Falladas, seguían
las fibras sin acercamiento para el abrazo.
Ninguna vi. Ni un primer acercamiento vi.
Ni los seres elegidos, fueron capaces entre ellos
de esa retroalimentación.
Seguía solo. Nadie me abrazaba
No me rozaba, ni un fleco.
Sólo sentí el roce de una pequeña rama verde
oscura. ¿Qué? ¿Del cielo? ¿O del pino voló hacia mí?
Y. . . me abracé a ella. Mis dedos restregaron la
nariz helada.
Sin más abrazo. . ., que el olor abrazador,
abrazado a mí, de esa ramita transformada en pinocha se denotó una señal.
Señal de que el abrazo. . .transforma.
Después, volví porque él merecía que volviese a
lugar donde se la había jugado. Claro yo nunca me fui. Sabía Tío que yo nunca
me iría, que volvería. Y ahora de a dos, yo y
mi amiga, mi vieja compañera de saltos equidistantes entre ella y yo. Me
depuraba la vida. Sin embargo nunca más lo vi. Supe todo y no supe nada. Todo
me lo cantaron los diarios, El Plata, El Diario, el Día, El País, B P Color, El
Popular no, no. . ., ese no era de izquierda. Me lo contaron los canales de TV
el 10, el 12, el 4. . . el 5 que era oficialista, si, por el 5 mostraban las
fotos, de gente, de personas, de él. . . Me rompieron los oídos los comunicados
escuchados en El Espectador, Sarandí, La
Sport, Carve, Oriental, Ariel. . .Uf!!! nunca me había ido! Él y sus utopías me
estarían esperando. Él y su cartel pegado en el pizarrón donde hacía los
diseños para tejer las telas, el cartel que decía: Ruta de la Redota y allí Río
Uruguay arriba, Litoral arriba con una raya de lápiz 6B se iba tejiendo la
trama que Tío deseaba buscando con su Bianchi Orsetto. Nunca se le quedó en el
camino, él hubo de apearse para seguir adelante hasta donde pudo, allá por El
Espinillo, cerca de Dolores. Y nosotros dos, esperándolo ahora éramos ese
futuro que siempre quiso, era yo más otro ser. Tío la hubiera querido mucho,
nunca se pudo ver más que saber, ¡sólo saber!! ¡Qué joder! Si me decía con sus
melenas negras más negras que el azabache “no te mojes el pelo para peinarte”
me decía, a él se le caía hasta el hombro, a mí no me permitían más que usar
jopo. ¡Mira hoy!! ¡Ja jajaj! Si parecía Elvis y regañaba pues Tío era Tío y yo
quería ser como él, pero no podía, era: ¡era. . . menor de edad! Me regaló una camisa blanca con el cuello y
los puños azul con florcitas amarillas y naranjas, el cuello, cortado redondito
en sus puntas y haciendo juego, una corbata de la misma tela de los puños y el
cuello. Ella, mi vieja compañera le encantaba. Se regodeaba del regalo. Y eso que nunca lo conoció. ¡Pero
lo quería. . .!! Ni se imaginan como lo quería. Aprendió por mí quien era y lo
que buscaba y lo que luchaba y lo gremialista que era. Le conté todo. Y todo lo
aprendió enseguida, conocedora de historia y bachiller en humanística, se
aprendió todo la loca, hasta como querer a Tío sin conocerse. Cuando vio los
titulares so quedó estupefacta, la angustia la tiró al suelo, yo seguía
enhiesto, trataba de abrazarla a veces con lo que me regaló él, otras con mis
pantalones zurcidos en la fundillera. En fin un día. . ., para casarnos se me
da por ser: Te j e d o r. . . si te je doooor!!! Él no lo supo estaba en el
sufrimiento y ella me llamó otro día, me entrega un papelito escrito en
lápicera bic azul yo pensé: ¡chau!!
Pero decía:
Abrazadora
Impresionates
impresiones causan
de mí, el orfebre
de aquella otra época
quien pensó lo mismo:
emociones:
dos y un abrazo,
el tiempo no
dañará,
sustancie/
Diez segundos,
Diez minutos;
no son cruz
son en nosotros, Altura
De Fe, ¡Clave abrazadora!
Mirándolo antes de su partida encerrada, como
quien enreja al ganado antes de matarlo, antes del degüello, antes de saber si
Tío sufría del hígado, si fumaba en pipa, si usaba pantalones de tiro corto, si
sus bigotes renegridos tupian sus labios finos, si se dejaría rapar, si usaba
traje de mezclilla, si tenía la motoneta paga, si era dueño de su destino, si
volvería. . .,yo había aprendido algo de telar.
Jugábamos con un cuaderno cuadriculado a formar
los rombos y cuadrados, los cruces de diferentes dibujos geométricos al mejor
estilo indígena, indígena oriental
porque después de haber estudiado mis ancestros encontré en las paredes de las
rocas los mismos dibujos que Tío realizaba en su cuaderno de aprendizaje para
conmigo.
Parecía “cosa de mandinga”, jamás se me ocurriría
que nuestros aborígenes solo realizaron figuras geométricas, bueno casi todas,
salvo en San Borja de del Yí donde existe una roca con una figura humana.
Increíble que este hombre, mi Tío, hubiera predicho desde sus colores y sus
formas lo que yo mismo investigué en Colonia Quevedo, en el Cerro de Pan de
Azúcar, en Chamangá cuna de Sendic. Pero él era así enseñaba y daba todo por
nada. Referente de referentes con acogedora voz, cayéndosele la punta de
pañuelo de seda que usaba en su cuello me explicaba todo y más, sin salirse de casillas sin yo interpretarlo
todo, sin saber que iba a ser su segundo en la tejeduría de “La Industrial”.
como Tío ya no estaba y yo salía a caminar a la
playa, a buscar sus huellas por las
dudas, mi otra compañera, la vieja rojita mía, me esperaba en cualquier lado.
Era como él, incondicional.
Buscando esos senderos para forzar un encuentro,
en la arena se me dio por escribir:
Abrazado
Salí. Al caminar, caminé.
Los muros quedaron atrás.
Tal vez, nunca te encontré. Sé que fue así.
Tu relación. Mi relación contigo. Bueno. . .
Lo mismo, al salir del pueblo. Frío. Siempre frío.
No obstante al principio. Calientes. Muy
calientes.
Era la paz pura de la pureza blanca. ¡Nuestros
abrazos!
Los de tío. Ahora los tuyos. Los que fueron. Los
que se fueron. ¿Se fueron? ¿Y esa pregunta? ¿Era amor espiritual? ¡No!
Descubrí que Tío sí. ¿Pero vos. . .? Vos no. ¡Eran
a. . . bra. . .zos físicos! ¡Qué caramba! Pensé todo esto. Después de vivido.
Llegué a casa. No estaban los pinos. No estabas
vos.
¿Y yo?. Yo me las arreglé. . .Agradecí a Dios.
Esa sensación yuxtapuesta.
De privilegiado no más.
Imaginen. . .sé. Un abrazo Dos seres. ¡Qué importa
quién! ¡Dos seres!
Un privilegio.
¡Y este. . . discurso abrazado a mí. . .está!
Tío se había ido. . ., lo buscaba, lo buscaba, no
lo encontraba, en mi imaginario colectivo como todo ciudadano, echaba un
vistazo a la vaca lechera. Pensé que se podría haber reencarnado en ella. En casa había seis vacas lecheras y papá me
decía anda a ordeñar, anda a Preparatorios, termina tu bachillerato. Eso lo
hice pero me decía hazte el jopo, tienes el pelo largo y como la peluquería
estaba en la casa contigua a la nuestra, me mandó un día, ¡tres veces a
cortarme el pelo! ¿Saben como quería papá a Tío. . .? Mira tu madre como está
con su reciente hemiplejía sin poder hablar y vos venís a cualquier hora de la
madrugada. Imagínense en el año mil novecientos setenta y dos, vacas en Villa Pancha,
hemiplejía derecha, afasia total, haciendo comida para tres, yo y ¡para mamá
una dieta terrible!. Ese era yo. Esa era mi familia. Ese era papá. Lo cuidé
hasta su minuto final y mi comapañeraza de largos
años. . . también, siempre junto a mí, igual que a
mamá y mi comapañeraza de largos años. .
., también al costado mío, hasta que el último latido de su hinchado corazón no
sopló más. Pobre mamá. Se fueron los dos. Con muchas quejas papá, hacia la
sociedad que quería formalizar Tío. Sin poder expresarse como hubiera querido
mamá.
Yo salía de la fabrica a las veintidós, ¡no pará.
. .! Salía a . . .:
¡fa. . .!
Bueno a veces las diez de la
mañana, a veces a las catorce, a veces a . . . las dieciocho! Claro eran épocas
de turnos cortados ah!!! y,
¡a veces nos hacían trabajar ocho horas de corrido
claro. . .! Eran épocas de reconstrucción nacionales. Digo en toda
Latinoamérica. Sí, sí sí. . . ¿Qué se reconstruía, verdad? Clarividencia de pocos, ¡cojuntar fuerzas!
¿Qué era eso? Como yo estaba fresquito con toda la física de mi bachillerato
científico, preguntaba y nadie me contestaba. Recuerdo que mi profesor Lucho,
arquitecto de profesión, socialista de militancia, nos decía, cojuntar fuerzas
es terminar en un nudo. El de segundo año un tal Bolo nos hacía prácticas y nos
enseñaba como en un plano, puede ser horizontal o inclinado, las fuerzas
interactúan y tienden generalmente a un punto o nudo. ¿Digo no?: ¡Fuerzas
conjuntas!
En sociedad: “Utópico señores, Utópico” No
obstante ellos querían que nos amontonemos y así fue crearon un “Nudo”. Un día
le pregunté a Tito compañero de “La industrial”. ¿Che que te parece esto de
crear un nudo?. ¡No en tiendo nada! Me dijo. En la realidad lo crearon y
recién: ¡mira lo que te digo! recién empezamos a asir la cuerda que tironeando
y tironeando estamos dando comienzo a aflojar el nudo. Todo esto pasaba
mientras dentro de fábrica nosotros ¡ni ay! ¡de Tío y otros tantos Tíos. .
.! Entonces cuando salía de mi trabajo,
salía a buscar a Tío por todos lados, la milicia, me paraba me desconcertaba,
me perseguían, a tantos persiguieron, que yo no tenía miedo, tenía miedo por
Tío, por él sí.
Intuía y sabía de su lucha, intuía y sabía de su
cruel lamentable suceso
intuía y sabía que estaba preso, pero no quería
asirme al paredón de los cuarteles, quería seguir buscándolo en libertad. Con
fe, con bríos, con enternecedora igualdad como él, me lo había demostrado. Se
lo demostró a sus padres, compatriotas y
hasta la pachamama misma conviviendo días enteros bajo ella.
Alguien me presentó una oportunidad de mirar en un
agujero cerca de Juan Lacaze, decían que allí Tío y otros estaban sediciendo,
¡digo delinquiendo!!! o interfiriendo en el normal desenvolvimiento de un país
en paz. En realidad fui, me senté frente
al hoyo: ¡Y nada que ver! Era un ombú y con el solo peso de la hierba gigante
sin raíces, allí se había formado un cráter como de dos metros por cuatro y la
sociedad militarizada, ¡zas! le encajó: ¡ Ta. . . tu. . .ce. . .ra!, como era
un ombú me senté y por las dudas, le escribí una carta, mejor dicho un poema, a
Tío, se lo dejé estampado en uno de los gajos, me fue difícil la operación,
solo tenía lápiz y papel. Pero con Tito que desde gurises salíamos a cazar
pájaros en los bañados de Villa Pancha y a pescar morrocoyos a la cañada debajo
del puente del tren por donde pasaba la Trocha Angosta, aprendí a sacar leche
blanca de los curupíes, leche gomosa, que poníamos en los alambrados para que
los pájaros los agarrásemos vivos. Entonces busqué uno, le saqué leche le puse
en las cuatro esquinas de mi nota y se lo pegué allí, soñando y rezando para
que fuese cierto que Tío anduviera.
Luego partí en mi rojita. Recuerdo como acontecimiento de búsqueda, el
porrazo que me di antes de llegar a la ruta raspones de envidia de mis amigos
pues yo buscaba a alguien que roturaba el país con sus ideales.
Abrazarte
Búscame en mis fibras,
estréchame y cumple
quiero ayudarte
En un abrazo
quiero ayudarte
No vamos a contar
el resto de los días
pero espero. . .
ayudarte
aunque sea
¡sin abrazarte
más!
Había seguido durante días y años al mensaje de
cómo mis apuntes irían saliendo al exterior para que todos pudieran enterarse
de quien fue Tío. En tal situación ya el país estaba hecho mierda. Yo no
conseguía ni siquiera ir a verlo. Sentía esa necesidad como imperiosa
voluptuosidad de hechos acaecidos hacía años, los vapores de la papelera, las
primeas comidas del naútico. Yo era chico. Mamá y papá jamás me hubieran podido
llevar a un lugar así. Me enseñó a pisar el fondo arenoso casi de arcilla
bañado por el río. Me llevó hasta la balsa donde cuatro metros de profundidad
siquiera hubieran proferido un grito de clamor, cuando él sí, exclamó al verme
como renacuajo caerme del trampolín y flotar sujetándome de los tanques de
doscientos litros que la hacían imperturbable a las tempestades lacacinas. Tío
y yo en un enfrascado remanso de tardes veraniegas. Shorts cortos, casi
demostrando su pelvis peluda, es más los usaba con cinto, si el short era azul
el cinto amarillo, si el taparrabos era blanco cinto rojo, exclusividad total,
demostraba su flacura extrema y su bonhomía de hombre de pueblo, pero
asimilando que era bien mirado como hormiga labriega, esta como casi loca, Tío
con tranquilidad pasmosa casi cansina pero mirado desde los balcones del
pueblo. La reconstrucción no era fácil.
Darle primicia a mis pensamientos de
Ah, sí. . ., bolsillo derecho, pañuelo.
Sonido de nariz hueca, fatiga, pequeña fatiga.
Frío al por mayor. Cementerio. Lacacino. Ciudad.
Laúdes en pinos marcaban el ritmo.
El muerto encofrado, no sintió a nadie. Pero Tío
me vio. El bufandazo cortó el ritmo de un laúd y volvió el calor al rostro del
viejo.
Viró, ciento ochenta. Pesos en monedas se
escucharon en el bolsillo.
Crujió mandíbulas.
Yo estirado de entrepiernas. Arrollado en mí. Otro
laúd me cortó la barba.
Dos caballeros serpenteaban la tierra. Se
encabritó una cruz, la sentí crujir, crepitar, crecer.
Tío, rozó el bufandazo, otra vez.
No moví ni el pelo interior de mi nariz. Caminó un
paso. Medio más y. . .
como el muerto, estrechado, estrujado, estrépito
estiró en mí.
Creí
partido.
¡También yo!
Me confundió. . . EL ABRAZO
¡A. . .! Brazo maldito. Qué dolor lindo. A brazo
partido nos unimos.
Me unió él.
Me dejé llevar.
Me lo dijo todo. Habló por sí solo. Escuché por mí
mismo.
Paz. Trasmisión.
Ondas. ¿Hertzianas? No
Profundidad. Trashumante profundidad
¡Ser. A través del abrazo. . .!
Y se fue recortado
Y me quedé A. . .BRA. . .ZA. .
.DO. . .!
- .
.BRA. . .ZA. . .DO
A. . .bra. . .za. . .do
incólume, abroché mi sobretodo
sobre él, sobrecogimiento
niebla sobrecogedora
revoloteo de mirlos,
silbidos/
desfiguré
el bolsillo, traté de arroparlo
al hablarle
a un mirlo: ¡abrazo no!
silbó clarito;
el pino vela me castigaba
doblando su cuello
Tío me ojeó de reojo
tal vez renojado,
el cementerio esperó:
¡ja. . .! ¡ja. . . ! feliz, felicísimo;
nos esperaba otro abrazo con Tío,
nos mostramos
nuevamente
en el portón,
abrazó sus
brazos, yo . . .,
mis fibras, él . . .:
no esperaba. . .
abracé a Tío, a todo
a todos, a. . .:
brazo partido dije:
tendrán todos, de todo,
en todas las fibras
interiores falladas y. . .
el abrazo no es de humano
¡Humano abrazo es. . .: es. . .
AMOR
A: . . .BRA. . .ZA. . .DOS