lunes, 20 de mayo de 2013

Esta pequeña obra poemizada y prosificada poéticamente, fue concebida para la muestra de pinturas realizadas por mi persona en pintura al agua y óleos sobre fibra e instalación de esculturas en papel concebidas por mi amigo el artista de Las Toscas, Canelones, Edgar Cedrés Gallo. El título de la misma fue. . .


  El Abrazo








Colonia del Sacramento






                               En un abrazo:
                                       
                                                 . . . sentimientos, vuestros



            Sufro, gozo, siento dicha, placer. . .

                                                          relato y poemizo mis abrazos











Si no lo empezara así, no lo habrías entendido.
Expreso: ¡ Abrazado a mí ! !
Reencontré el sustituto de aquello que estaría por escribir:
. . . si el abrazado, ¡soy yo!
Yo; abrazado a mí mismo
Entonces, recubierto, cubrí mis espaldas y todo yo, con esto.
Y por esto.
Mi amigo, sabiendo que me cubriría, me abrazó, de todos modos.
Yo estaba cubierto.
Mi sustituto estaba cubierto.
Y él, arrancaría con. . . sus abrazos.
Por ello, empecé así, para que lo entendieras.
Y ahora sí, comienzas tú.
Tú a:. . . abrazarte contigo, conmigo, con él. . .
¡. . ., qué es el hacedor de: ¡ EL ABRAZO! ! !



















Ah, sí. . ., bolsillo derecho, pañuelo.
Sonido de nariz hueca, fatiga, pequeña fatiga.
Frío al por mayor. Cementerio. De  Tala. Ciudad. Laúdes en pinos marcaban el ritmo.
El muerto encofrado, no sintió a nadie. Pero Tío me vio. El bufandazo cortó el ritmo de un laúd y volvió el calor al rostro del viejo.
Viró, ciento ochenta. Pesos en monedas se escucharon en el bolsillo.
Crujió mandíbulas.
Yo estirado de entrepiernas. Arrollado en mí. Otro laúd me cortó la barba.
Dos caballeros serpenteaban la tierra. Se encabritó una cruz, la sentí crujir, crepitar, crecer.
Tío, rozó el bufandazo, otra vez.
No moví ni el pelo interior de mi nariz. Caminó un paso. Medio más y. . .
como el muerto, estrechado, estrujado, estrépito estiró en mí.
 Creí partido.
¡También yo!
Me confundió. . . EL ABRAZO
¡A. . .! Brazo maldito. Qué dolor lindo.  A  brazo partido nos unimos.
Me unió él.
Me dejé llevar.
Me lo dijo todo. Habló por sí solo. Escuché por mí mismo.
Paz. Trasmisión.  Ondas.  ¿Hertzianas? No
Profundidad. Trashumante profundidad
¡Ser. A través del abrazo. . .!
                                    Y se fue recortado
                                                   Y me quedé  A. . .BRA. . .ZA. . .DO. . .!







  1. . .BRA. . .ZA. . .DO


A. . .bra. . .za. . .do
incólume, abroché mi sobretodo
sobre él, sobrecogimiento
niebla sobrecogedora
revoloteo de mirlos,
silbidos/
desfiguré
el bolsillo, traté de arroparlo
al hablarle
a un mirlo: ¡abrazo no!
silbó clarito;
el pino vela me castigaba
doblando su cuello
Tío me ojeó de reojo
tal vez renojado,
el cementerio esperó:
¡ja. . .! ¡ja. . . ! feliz, felicísimo;
nos esperaba otro abrazo con Tío,
nos mostramos
nuevamente
en el portón,
abrazó sus
brazos, yo . . .,
mis fibras, él . . .:
no esperaba. . .
abracé a Tío, a todo
a todos, a. . .:
brazo partido dije:
tendrán todos, de todo,
en todas las fibras
interiores falladas y. . .
el abrazo no es de humano
¡Humano abrazo es. . .: es. . .
                                                  AMOR                                                                                            
                                                             A:   . . .BRA. . .ZA. . .DOS


























        


Abrazo, sólo                                                                    24 - 5 – 2009

Abrazado quedé solo. Necesitándome. En derredor recorrí fibras. Alcé mi único ojo. Pasaron la puerta en varias direcciones. Cruces se me interpusieron. Las coarté. . . Fibras, solo fibras falladas.
Pregunté al aire, al olor floral., a las osamentas.
Pregunte, pregunté y pregunté: ¿eh. . .?  ¿El abrazo trasmite amor? Falladas, seguían las fibras sin acercamiento para el abrazo.
Ninguna vi. Ni un primer acercamiento vi.
Ni los seres elegidos, fueron capaces entre ellos de esa retroalimentación
Seguía solo. Nadie me abrazaba
No me rozaba, ni un fleco.
Sólo sentí el roce de una pequeña rama verde oscura. ¿Qué? ¿Del cielo? ¿O del pino voló hacia mí?
Y. . . me abracé a ella. Mis dedos restregaron la nariz helada.
Sin más abrazo. . ., que el olor abrazador, abrazado a mí, de esa ramita transformada. . . en pinocha
Señal de que el abrazo. . .transforma















Abrazadora
                                                                              24 – 5 - 2009
Impresionates
impresiones causan
de mí, el orfebre
de aquella otra
quien pensó lo mismo:
emociones:
dos y un abrazo,
el tiempo no
dañará, sustancie/
Diez segundos,
Diez minutos;
no son cruz
son en nosotros, Altura
De Fe, ¡Clave abrazadora!


















   Abrazado                                                                       25 – 5 – 2009

Salí. Al caminar, caminé.
Los muros quedaron atrás.
Tal vez, nunca te encontré. Sé que fue así.
Tu relación. Mi relación contigo. Bueno. . .
Lo mismo, al salir del pueblo. Frío. Siempre frío.
No obstante al principio. Calientes. Muy calientes.
Era la paz pura de la pureza blanca. ¡Nuestros abrazos!
Los de tío. Ahora los tuyos. Los que fueron. Los que se fueron. ¿Se fueron? ¿Y esa pregunta? ¿Era amor espiritual? ¡No!
Descubrí que tío sí. ¿Pero vos. . .? Vos no. ¡Eran a. . . bra. . .zos físicos! ¡Qué caramba! Pensé todo esto. Después de vivido.
Llegué a casa. No estaban los pinos. No estabas vos.
¿Y yo?. Yo me las arreglé. . .Agradecí a Dios.
Esa sensación yuxtapuesta.
De privilegiado no más.
Imaginen. . .sé. Un abrazo Dos seres. ¡Qué importa quién! ¡Dos seres!
Un privilegio.
¡Y este. . . discurso abrazado a mí. . .está!















   Abrazarte                                                                           25 – 5 – 2009

Búscame en mis fibras,
estréchame y cumple
quiero ayudarte
En un abrazo
quiero ayudarte
No vamos a contar
el resto de los días
pero espero. . .
ayudarte
aunque sea
¡sin abrazarte
más!
















Por qué no poder hacer de ésta misma literatura poética una prosa que me incluya hasta los huesos de:

abrazos!!!


        En un abrazo:
                                      
                                                 . . . sentimientos; vuestros. . .



            Sufro, gozo, siento dicha, placer. . .

                                                          relato y poemizo mis abrazos











Tres gramíneas casi verdes recibieron mi zapato desatado. La vieja vereda que abuelo había construido con restos de portland y arena del médano las acogía, y yo pasé exhalando casi mi último aliento. Es que había salvado el examen para irme a Montevideo a iniciar mis estudios terciarios. 
La bicicleta jadeante de su pedaleo, se apeó al cordón de metro y medio de largo de piedra azul. Pobre!!. Me llevaba y me traía desde Villa Pancha  hasta el centro.
Ojee la ventana de Don Tourn que quedaba a mi espalda, dando un giro inhóspito a mi cuello. Ni rastro, ni de él, ni de su caramelo de menta que llevaba a cada momento entre sus dientes postizos. El sol lo retuvo; su sombra obesa deambulaba dentro de su guarida.
Mi único ojo, oteó los cuatros vidrios esmerilados de la puerta de chapa que usaba un pestillo muy pobre y sin llave para dejar paso, en el frente de la casa de Tío. También la ventana grande de ocho vidrios que a cuarenta centímetros del suelo nos acogía a los dos sentados mirando pasar a la gente para la fábrica, estaba sepulcralmente cerrada por dentro como si los papeles negros que utilizábamos para las cometas, hoy, allí, en ese momento, me hubiesen tapado el ojo como expresándose tristemente con sentimental laconicidad, tal vez. . .
No era lo mismo aquella tarde.
El abrazo no se expresaba, no quería yacer como siempre a mis pies.
No aparecía ni un resto pequeño de él.
-          ¡Si siempre estaba! Putee.
Claro y conciso intenté abrir. El pestillo me echó a puteadas.
-          Jamás te pensé así.
Me dije: Yo mismo lo viré lo ahorqué en vueltas.
Me seduje de romper el segundo vidrio. El pulgar estaba sudado. El índice lo había dejado en Valdense escribiendo el examen. Entonces introduje el nudillo del mayor, bravío y corajudo. Pasó el tiempo torbellino de mí sin que nos detuviera a mis dedos y a mí.
En mi dada vuelta sentí detrás, miradas, seis miradas de seis ojos.
El mío cuando pudo los vio.
El barrio no. El barrio dormía la siesta en un abrazo entre dos o. . . que sé yo!! Mi ojo, reojeó a todos y a nadie.
-          ¿Y Tío. . .?
-          Lo estamos esperando para abrazarlo aquí dentro. Me dijeron.
Sus trajes color verde oliva y sus fusiles M1 apuntaron todos a mi ojo.
-          Ja ja ja!! . Me salió  de adentro.
-          Pasá. . . me dijeron.
No sabían que era abrazador, de esos  que se prenden desde la infancia,
de los que no se dejan chorear por el devenir de los años, de ese para mí, sin pudor, abrazo. ¡Qué joder! ¡Y sólo tenía dieciséis años!
Me di vuelta y los adoquines de la 18 de Julio brillaron para mí. Se sacaron lustre azul de piedra para escucharme desde abajo como zapateé en ellos toda la rabia contenida, antes de subirme a la bicicleta. Yo los miré unilateralmente, como ellos tres a mí.
Uno adelante y dos atrás.
-          Pará gurí o te quemamos. . .
-          ¡Dale nomás!
La rojita compañera enajenó sus placeres me acogió en su asiento, se me escamoteó por la soledad barrial y comprendí todo.
De allí en más pasó el tiempo y se me perdieron los abrazos. . .


 Al año con mi sombra al costado de un naranjo en flor.  
Expreso: ¡ Abrazado a mí ! !
Reencontré el sustituto de aquello que estaría por escribir:
. . . si el abrazado, ¡soy yo!
Yo; abrazado a mí mismo.
Entonces, recubierto, cubrí mis espaldas y todo yo, con esto.
Y por esto.
Mi amiga que no sabía, sabiendo que me cubriría, me abrazó, de todos modos.
Yo estaba cubierto.
Mi sustituto estaba cubierto.
Y ella, arrancaría con. . . sus abrazos.
Por ello, empecé así, para que lo entendieras.
Y ahora sí, comienzas tú.
Tú a:. . . abrazarte contigo, conmigo, con él. . .
¡. . ., qué es el hacedor de: ¡ EL ABRAZO! ! !




Años más tarde recorrí mis quehaceres en diversidades mundanas.

Figuré trabajos, adormecí hijos. Pero siempre buscando a Tío.

En el recuerdo se me presentaba en su motocicleta Bianchi Orsetto

cargadita de cosas para vender. ¡¿Si el Tío era mercachifle. . .? No el Tío

trabajaba. Circulaba por los rincones donde nadie circula. Por los

agujeros que tenía el país de aquel entonces. Por las tierras de nadie y

de uno solo. Ofrecía y ofrecía. . . Todos creíamos que mercancías eran,

por cierto, algún merecimiento de las clases trabajadoras, pero Tío lo que

ofrecía era. . ., era. . .el futuro presentado en aquellas telas fabricadas por

él, en el telar que él fabricó.

¡Olvidé! que tonto soy, Tío era tejedor, industrial, si tejedor de tramas y

paratramas, de urdimbres y lamas, de los viejos Jackards, de los que

mandaban lanzaderas de punta a punta como el Che cuando recorría sus

memoriales trabajos finos. Tío, hacía las frazadas mora aquellas

confeccionadas con la borra de la lana como le decía el viejerío.

En realidad yo creía que cuando papá me tapaba a la noche con la morita

gris cruzada horizontalmente y con la otra morada cruzada verticalmente

para que no me cayera de la cama creía que me tapaba el frío. 

¡La tontera mía de gurí! Tío le había regalado a papá unas cuantas que

dentro de la fábrica se las vendían, por no decir que “La Industrial” las

regalaba, porque allí radicaba el meollo de la situación, allí no se regalaba

nada. ¡Y si vieran ustedes como se saca la borra a que hacía referencia

el viejerío! Porque sabían de la vida, por viejos y era así nomás borra,

borra de percha. Pero guay que no se fueran a vender aunque más no

sea abusando del vil precio de la necesidad. Tío aborrecía eso, pero las

compraba se las descontaban de la quincena y después las regalaba.

No era negocio, era calidad de vida, de amor, de generosidad.


 Allá, dentro de “La Industrial” lo miraban feo, la mayoría pero él las que le

sobraba, las ofrecía en el campo, a campo traviesa en su motoneta

blanca. Sacaba para la nafta y un poco más. Sabía los alrededores,

camuflaba sus intereses sociales, digería el campo de par en par y sin

presencia, la marcaba como el Che los montes de Cuba o los del norte

Argentino o los de África o los de Bolivia. . .

Así vivió Tío marcando como perro a la perdiz, jugando a escondidas en

la luz intermitente de las mañanas y tardes. . . 











En el frente de casa habían pasado otros albores ya en años. Me paré apoyado junto a una casuarina. Jugaba con mi memoria, la de los partidos de pelota de trapo, la de renacuajos en las banquinas, la de Villa Pancha  y  mi escuela N°100. . .
Porque allí me sucedió:

Abrazo, sólo                                                                   

Abrazado quedé solo. Necesitándome. En derredor recorrí fibras. Alcé mi único ojo. Pasaron la puerta en varias direcciones. Cruces se me interpusieron. Las coarté. . . Fibras, solo fibras falladas.
Pregunté al aire, al olor floral., a las osamentas.
Pregunte, pregunté y pregunté: ¿eh. . .?  ¿El abrazo trasmite amor? Falladas, seguían las fibras sin acercamiento para el abrazo.
Ninguna vi. Ni un primer acercamiento vi.
Ni los seres elegidos, fueron capaces entre ellos de esa retroalimentación.
Seguía solo. Nadie me abrazaba
No me rozaba, ni un fleco.
Sólo sentí el roce de una pequeña rama verde oscura. ¿Qué? ¿Del cielo? ¿O del pino voló hacia mí?
Y. . . me abracé a ella. Mis dedos restregaron la nariz helada.
Sin más abrazo. . ., que el olor abrazador, abrazado a mí, de esa ramita transformada en pinocha se denotó una señal.
Señal de que el abrazo. . .transforma.









Después, volví porque él merecía que volviese a lugar donde se la había jugado. Claro yo nunca me fui. Sabía Tío que yo nunca me iría, que volvería. Y ahora de a dos, yo y  mi amiga, mi vieja compañera de saltos equidistantes entre ella y yo. Me depuraba la vida. Sin embargo nunca más lo vi. Supe todo y no supe nada. Todo me lo cantaron los diarios, El Plata, El Diario, el Día, El País, B P Color, El Popular no, no. . ., ese no era de izquierda. Me lo contaron los canales de TV el 10, el 12, el 4. . . el 5 que era oficialista, si, por el 5 mostraban las fotos, de gente, de personas, de él. . . Me rompieron los oídos los comunicados escuchados en  El Espectador, Sarandí, La Sport, Carve, Oriental, Ariel. . .Uf!!! nunca me había ido! Él y sus utopías me estarían esperando. Él y su cartel pegado en el pizarrón donde hacía los diseños para tejer las telas, el cartel que decía: Ruta de la Redota y allí Río Uruguay arriba, Litoral arriba con una raya de lápiz 6B se iba tejiendo la trama que Tío deseaba buscando con su Bianchi Orsetto. Nunca se le quedó en el camino, él hubo de apearse para seguir adelante hasta donde pudo, allá por El Espinillo, cerca de Dolores. Y nosotros dos, esperándolo ahora éramos ese futuro que siempre quiso, era yo más otro ser. Tío la hubiera querido mucho, nunca se pudo ver más que saber, ¡sólo saber!! ¡Qué joder! Si me decía con sus melenas negras más negras que el azabache “no te mojes el pelo para peinarte” me decía, a él se le caía hasta el hombro, a mí no me permitían más que usar jopo. ¡Mira hoy!! ¡Ja jajaj! Si parecía Elvis y regañaba pues Tío era Tío y yo quería ser como él, pero no podía, era: ¡era. . . menor de edad!  Me regaló una camisa blanca con el cuello y los puños azul con florcitas amarillas y naranjas, el cuello, cortado redondito en sus puntas y haciendo juego, una corbata de la misma tela de los puños y el cuello. Ella, mi vieja compañera le encantaba. Se regodeaba  del regalo. Y eso que nunca lo conoció. ¡Pero lo quería. . .!! Ni se imaginan como lo quería. Aprendió por mí quien era y lo que buscaba y lo que luchaba y lo gremialista que era. Le conté todo. Y todo lo aprendió enseguida, conocedora de historia y bachiller en humanística, se aprendió todo la loca, hasta como querer a Tío sin conocerse. Cuando vio los titulares so quedó estupefacta, la angustia la tiró al suelo, yo seguía enhiesto, trataba de abrazarla a veces con lo que me regaló él, otras con mis pantalones zurcidos en la fundillera. En fin un día. . ., para casarnos se me da por ser: Te j e d o r. . . si te je doooor!!! Él no lo supo estaba en el sufrimiento y ella me llamó otro día, me entrega un papelito escrito en lápicera bic azul yo pensé: ¡chau!!
Pero decía: 


Abrazadora

Impresionates
impresiones causan
de mí, el orfebre
de aquella otra época
quien pensó lo mismo:
emociones:
dos y un abrazo,
el tiempo no
dañará,
sustancie/
Diez segundos,
Diez minutos;
no son cruz
son en nosotros, Altura
De Fe, ¡Clave abrazadora!










Mirándolo antes de su partida encerrada, como quien enreja al ganado antes de matarlo, antes del degüello, antes de saber si Tío sufría del hígado, si fumaba en pipa, si usaba pantalones de tiro corto, si sus bigotes renegridos tupian sus labios finos, si se dejaría rapar, si usaba traje de mezclilla, si tenía la motoneta paga, si era dueño de su destino, si volvería. . .,yo había aprendido algo de telar.
Jugábamos con un cuaderno cuadriculado a formar los rombos y cuadrados, los cruces de diferentes dibujos geométricos al mejor estilo  indígena, indígena oriental porque después de haber estudiado mis ancestros encontré en las paredes de las rocas los mismos dibujos que Tío realizaba en su cuaderno de aprendizaje para conmigo.
Parecía “cosa de mandinga”, jamás se me ocurriría que nuestros aborígenes solo realizaron figuras geométricas, bueno casi todas, salvo en San Borja de del Yí donde existe una roca con una figura humana. Increíble que este hombre, mi Tío, hubiera predicho desde sus colores y sus formas lo que yo mismo investigué en Colonia Quevedo, en el Cerro de Pan de Azúcar, en Chamangá cuna de Sendic. Pero él era así enseñaba y daba todo por nada. Referente de referentes con acogedora voz, cayéndosele la punta de pañuelo de seda que usaba en su cuello me explicaba todo y más, sin  salirse de casillas sin yo interpretarlo todo, sin saber que iba a ser su segundo en la tejeduría de “La Industrial”.
como Tío ya no estaba y yo salía a caminar a la playa,  a buscar sus huellas por las dudas, mi otra compañera, la vieja rojita mía, me esperaba en cualquier lado. Era como él, incondicional.
Buscando esos senderos para forzar un encuentro, en la arena se me dio por escribir:


  Abrazado                                                                      

Salí. Al caminar, caminé.
Los muros quedaron atrás.
Tal vez, nunca te encontré. Sé que fue así.
Tu relación. Mi relación contigo. Bueno. . .
Lo mismo, al salir del pueblo. Frío. Siempre frío.
No obstante al principio. Calientes. Muy calientes.
Era la paz pura de la pureza blanca. ¡Nuestros abrazos!
Los de tío. Ahora los tuyos. Los que fueron. Los que se fueron. ¿Se fueron? ¿Y esa pregunta? ¿Era amor espiritual? ¡No!
Descubrí que Tío sí. ¿Pero vos. . .? Vos no. ¡Eran a. . . bra. . .zos físicos! ¡Qué caramba! Pensé todo esto. Después de vivido.
Llegué a casa. No estaban los pinos. No estabas vos.
¿Y yo?. Yo me las arreglé. . .Agradecí a Dios.
Esa sensación yuxtapuesta.
De privilegiado no más.
Imaginen. . .sé. Un abrazo Dos seres. ¡Qué importa quién! ¡Dos seres!
Un privilegio.
¡Y este. . . discurso abrazado a mí. . .está!



Tío se había ido. . ., lo buscaba, lo buscaba, no lo encontraba, en mi imaginario colectivo como todo ciudadano, echaba un vistazo a la vaca lechera. Pensé que se podría haber reencarnado en ella.  En casa había seis vacas lecheras y papá me decía anda a ordeñar, anda a Preparatorios, termina tu bachillerato. Eso lo hice pero me decía hazte el jopo, tienes el pelo largo y como la peluquería estaba en la casa contigua a la nuestra, me mandó un día, ¡tres veces a cortarme el pelo! ¿Saben como quería papá a Tío. . .? Mira tu madre como está con su reciente hemiplejía sin poder hablar y vos venís a cualquier hora de la madrugada. Imagínense en el año mil novecientos setenta y dos, vacas en Villa Pancha, hemiplejía derecha, afasia total, haciendo comida para tres, yo y ¡para mamá una dieta terrible!. Ese era yo. Esa era mi familia. Ese era papá. Lo cuidé hasta su minuto final y mi comapañeraza de largos
años. . . también, siempre junto a mí, igual que a mamá  y mi comapañeraza de largos años. . ., también al costado mío, hasta que el último latido de su hinchado corazón no sopló más. Pobre mamá. Se fueron los dos. Con muchas quejas papá, hacia la sociedad que quería formalizar Tío. Sin poder expresarse como hubiera querido mamá.
Yo salía de la fabrica a las veintidós, ¡no pará. . .!  Salía a . . .:
¡fa. . .!  Bueno a veces  las diez de la mañana, a veces a las catorce, a veces a . . . las dieciocho! Claro eran épocas de turnos cortados ah!!! y,
¡a veces nos hacían trabajar ocho horas de corrido claro. . .! Eran épocas de reconstrucción nacionales. Digo en toda Latinoamérica. Sí, sí sí. . . ¿Qué se reconstruía, verdad?  Clarividencia de pocos, ¡cojuntar fuerzas! ¿Qué era eso? Como yo estaba fresquito con toda la física de mi bachillerato científico, preguntaba y nadie me contestaba. Recuerdo que mi profesor Lucho, arquitecto de profesión, socialista de militancia, nos decía, cojuntar fuerzas es terminar en un nudo. El de segundo año un tal Bolo nos hacía prácticas y nos enseñaba como en un plano, puede ser horizontal o inclinado, las fuerzas interactúan y tienden generalmente a un punto o nudo. ¿Digo no?: ¡Fuerzas conjuntas!
En sociedad: “Utópico señores, Utópico” No obstante ellos querían que nos amontonemos y así fue crearon un “Nudo”. Un día le pregunté a Tito compañero de “La industrial”. ¿Che que te parece esto de crear un nudo?. ¡No en tiendo nada! Me dijo. En la realidad lo crearon y recién: ¡mira lo que te digo! recién empezamos a asir la cuerda que tironeando y tironeando estamos dando comienzo a aflojar el nudo. Todo esto pasaba mientras dentro de fábrica nosotros ¡ni ay! ¡de Tío y otros tantos Tíos. . .!   Entonces cuando salía de mi trabajo, salía a buscar a Tío por todos lados, la milicia, me paraba me desconcertaba, me perseguían, a tantos persiguieron, que yo no tenía miedo, tenía miedo por Tío, por él sí.
Intuía y sabía de su lucha, intuía y sabía de su cruel lamentable suceso
intuía y sabía que estaba preso, pero no quería asirme al paredón de los cuarteles, quería seguir buscándolo en libertad. Con fe, con bríos, con enternecedora igualdad como él, me lo había demostrado. Se lo demostró  a sus padres, compatriotas y hasta la pachamama misma conviviendo días enteros bajo ella.
Alguien me presentó una oportunidad de mirar en un agujero cerca de Juan Lacaze, decían que allí Tío y otros estaban sediciendo, ¡digo delinquiendo!!! o interfiriendo en el normal desenvolvimiento de un país en paz. En  realidad fui, me senté frente al hoyo: ¡Y nada que ver! Era un ombú y con el solo peso de la hierba gigante sin raíces, allí se había formado un cráter como de dos metros por cuatro y la sociedad militarizada, ¡zas! le encajó: ¡ Ta. . . tu. . .ce. . .ra!, como era un ombú me senté y por las dudas, le escribí una carta, mejor dicho un poema, a Tío, se lo dejé estampado en uno de los gajos, me fue difícil la operación, solo tenía lápiz y papel. Pero con Tito que desde gurises salíamos a cazar pájaros en los bañados de Villa Pancha y a pescar morrocoyos a la cañada debajo del puente del tren por donde pasaba la Trocha Angosta, aprendí a sacar leche blanca de los curupíes, leche gomosa, que poníamos en los alambrados para que los pájaros los agarrásemos vivos. Entonces busqué uno, le saqué leche le puse en las cuatro esquinas de mi nota y se lo pegué allí, soñando y rezando para que fuese cierto que Tío anduviera.  Luego partí en mi rojita. Recuerdo como acontecimiento de búsqueda, el porrazo que me di antes de llegar a la ruta raspones de envidia de mis amigos pues yo buscaba a alguien que roturaba el país con sus ideales.
Abrazarte                                                                          

Búscame en mis fibras,
estréchame y cumple
quiero ayudarte
En un abrazo
quiero ayudarte
No vamos a contar
el resto de los días
pero espero. . .
ayudarte
aunque sea
¡sin abrazarte
más!


Había seguido durante días y años al mensaje de cómo mis apuntes irían saliendo al exterior para que todos pudieran enterarse de quien fue Tío. En tal situación ya el país estaba hecho mierda. Yo no conseguía ni siquiera ir a verlo. Sentía esa necesidad como imperiosa voluptuosidad de hechos acaecidos hacía años, los vapores de la papelera, las primeas comidas del naútico. Yo era chico. Mamá y papá jamás me hubieran podido llevar a un lugar así. Me enseñó a pisar el fondo arenoso casi de arcilla bañado por el río. Me llevó hasta la balsa donde cuatro metros de profundidad siquiera hubieran proferido un grito de clamor, cuando él sí, exclamó al verme como renacuajo caerme del trampolín y flotar sujetándome de los tanques de doscientos litros que la hacían imperturbable a las tempestades lacacinas. Tío y yo en un enfrascado remanso de tardes veraniegas. Shorts cortos, casi demostrando su pelvis peluda, es más los usaba con cinto, si el short era azul el cinto amarillo, si el taparrabos era blanco cinto rojo, exclusividad total, demostraba su flacura extrema y su bonhomía de hombre de pueblo, pero asimilando que era bien mirado como hormiga labriega, esta como casi loca, Tío con tranquilidad pasmosa casi cansina pero mirado desde los balcones del pueblo. La reconstrucción  no era fácil. Darle primicia a mis pensamientos de














 















Ah, sí. . ., bolsillo derecho, pañuelo.
Sonido de nariz hueca, fatiga, pequeña fatiga.
Frío al por mayor. Cementerio. Lacacino. Ciudad. Laúdes en pinos marcaban el ritmo.
El muerto encofrado, no sintió a nadie. Pero Tío me vio. El bufandazo cortó el ritmo de un laúd y volvió el calor al rostro del viejo.
Viró, ciento ochenta. Pesos en monedas se escucharon en el bolsillo.
Crujió mandíbulas.
Yo estirado de entrepiernas. Arrollado en mí. Otro laúd me cortó la barba.
Dos caballeros serpenteaban la tierra. Se encabritó una cruz, la sentí crujir, crepitar, crecer.
Tío, rozó el bufandazo, otra vez.
No moví ni el pelo interior de mi nariz. Caminó un paso. Medio más y. . .
como el muerto, estrechado, estrujado, estrépito estiró en mí.
 Creí partido.
¡También yo!
Me confundió. . . EL ABRAZO
¡A. . .! Brazo maldito. Qué dolor lindo.  A  brazo partido nos unimos.
Me unió él.
Me dejé llevar.
Me lo dijo todo. Habló por sí solo. Escuché por mí mismo.
Paz. Trasmisión.  Ondas.  ¿Hertzianas? No
Profundidad. Trashumante profundidad
¡Ser. A través del abrazo. . .!
                                    Y se fue recortado
                                                   Y me quedé  A. . .BRA. . .ZA. . .DO. . .!
  1. . .BRA. . .ZA. . .DO


A. . .bra. . .za. . .do
incólume, abroché mi sobretodo
sobre él, sobrecogimiento
niebla sobrecogedora
revoloteo de mirlos,
silbidos/
desfiguré
el bolsillo, traté de arroparlo
al hablarle
a un mirlo: ¡abrazo no!
silbó clarito;
el pino vela me castigaba
doblando su cuello
Tío me ojeó de reojo
tal vez renojado,
el cementerio esperó:
¡ja. . .! ¡ja. . . ! feliz, felicísimo;
nos esperaba otro abrazo con Tío,
nos mostramos
nuevamente
en el portón,
abrazó sus
brazos, yo . . .,
mis fibras, él . . .:
no esperaba. . .
abracé a Tío, a todo
a todos, a. . .:
brazo partido dije:
tendrán todos, de todo,
en todas las fibras
interiores falladas y. . .
el abrazo no es de humano
¡Humano abrazo es. . .: es. . .
                                                  AMOR                                                                                            
                                                             A:   . . .BRA. . .ZA. . .DOS










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