Anecdotario del Oriental
Miguel Irrázabal
“ El Orejano ”
Testimonio
de un luchador social por tierras sudamericanas
Miguel, yace en un submundo de
parcialismo social al que normalmente la “gente” denomina: este tipo esta loco.
Pero Miguel los sigue mirando desde la
perspectiva doctrinaria de un tipo que en el contexto generacional en que se
instruyó, nunca dejó el hilo conductor de las sociedades del momento en que se
basó para su subsistencia.
Es ante todo un ejemplo de vigor mental,
pues con ese argumento como el hombre antiguo, sólo y con su especie detrás
abrió la frontera de los escaparates de su copiosa y abundante vida dejándola
fluir con constancia y esmero a voluntad.
Es esa voluntad que esmirriada y
profusamente lo pone en el plano o estadio psicológico social de persona donde
los demás seres lo miramos o con profunda extrañeza o con deliciosa admiración de causa.
Yo me encuentro entre estos últimos. Nos
conocimos en su rancho del que hablaremos más tarde, le dije al conocerlos
después de unas horas: cuando pueda voy a
escribir un libro con tus andanzas. La causa mía siempre se disparaba por
un lado u otro. Pero la suya, admirable, y no creo ser reiterativo, se me subió
a los hombros lo escuché tres horas sin parar de grabar, me hizo ella comprar
un nuevo grabador a las diez de la noche y la causa siguió, erguida, enhiesta y
aquí está.
Leyendo sobre Antropología, el
investigador social Pertti J. Pelto, entre los postulados de la Antropología dice:
‘No conocemos ciencia que hay descubierto hasta ahora ningún tipo biológico
humano sobre el que no influyan experiencias vitales y condiciones del medio
ambiente. Se observan en los diversos grupos de población, actitudes,
inteligencias y demás características psicológicas, que se pueden explicar
mucho mejor como patrones aprendidos de cultura que como rasgos biológicos
hereditarios. La tendencia natural del individuo es considerar su propio género
de vida como el más razonable y natural. Ningún sistema permanece estático y
cualquier cambio verificado en un patrón
de conducta induce generalmente a otros cambios dentro del sistema. Entonces,
es posible, que cada uno de los miembros poblacional, puedan saber las
reacciones que suscitará en los demás con los actos que realiza’.
Presten atención a esto último pues es en
base a ello que estimo que Miguel se ha movido en ese lugar social y que con
esmero y voluntad se ha querido mostrar para, desde su perspectiva realizar el
bien social, no importándole, siquiera su propia integridad física. Ustedes
leerán aquí su historia de vida. La que creí, que es un elemento más que
satisfactorio antropológico para discusión de aquellos, que pudieran reconocer
en él esos valores culturales que él detalla y que no tienen desperdicio.
Miguel creyó justo vivir en un contexto
un poco alejado de la gran urbe. Como yo le denomino, poblado como: ‘diamante
en bruto sin pulir’. Villa Soriano a orillas del Río Negro, cincuenta
kilómetros al sur de Mercedes capital del departamento de Soriano lo acogió
hace más de diez años, allí está dejando su vida. Y los pobladores del lugar
empezando a entender que la lucha social se puede encumbrar desde cualquier
pequeño espacio de la patria.
Voy dejando espacio para que “El Orejano
de Villa Soriano” o “Miguel El Artesano” pronuncie sus propias palabras desde
este humilde reconocimiento que le he dedicado.
Junio de 2008
El
Autor
Todo
lo transcripto, es textual de grabación realizada el
6-5-2008
- Miguel Ángel Irrazábal Belquiar. Que te
parece hacer
un dialogo ameno para que la gente
entienda, lo que
fue tu vida tan errante y copiosa en
vicisitudes.
-
Claro muchacho. Estamos
charlando y haremos un dialogo ameno
-
Bueno dale, cuéntame algo
entonces, de lo que ya habíamos hablado en Villa Soriano.
-
Sí, cuando nos encontramos,
me preguntaste:
¿“Miguel El Artesano”?, y yo te dije “El
Orejano”.
Pues así como tal me identifico, desde la
primer frase
hasta la última, así actúo, así pienso y
así me expreso.
Como Orejano, como dueño de mí mismo,
sin
ataduras, sin prejuicios y sin dueño
-
Solamente los dueños de tu
vida: tus padres
-
Pienso que tampoco, pues
cuando tenía diecisiete años. . .
-
No. Pero, hacía referencia a
tus padres biológicos aquellos que te dieron la posibilidad de vida. ¿Nacido en.
. .?
-
Maldonado, el once de enero
del año mil novecientos cincuenta y dos. Allí me formé, me eduqué en un colegio
católico apostólico romano de monjas y luego realicé hasta segundo año de UTU
(Universidad de Trabajo del Uruguay) siempre en Maldonado
-
¿Y en qué orientación?
-
Mecánica, primer y segundo
año
-
Así que a los doce o trece
años, más o menos, ya eras libre. . .
-
Si. Si. . ., por razones de
pobreza o económicas como se dice hoy día, tuve que empezar a trabajar. Atender
a mis hermanos más chicos, pues mi padre daba comienzo a su trabajo desde muy
tempranito hasta alta horas de la noche
-
¿Cuántos hermanos. . .?
-
Cinco. Uno mayor a mí, yo y
tres más chicos
-
¿Todos varones?
-
No, la última es mujer. De
todos ellos, tengo uno desaparecido en el año mil novecientos setenta y nueve
en Buenos Aires. Yo estimo que el comienzo de mi trabajo fue en casa, como te
decía, atendiendo y haciendo de comer para mis hermanos. Durante el día. Pues a
la noche vendía diarios en el centro de Maldonado desde las veinte a las
veintitrés horas mas o menos
-
Diarios como Del Plata y
Acción
-
Efectivamente. Como te
acuerdas. También El Diario, eran los tres diarios de esa época, nocturnos. De
allí fue, como que le tomé el gustito a ganarme la vida y empecé a trabajar
doce horas en la noche en una pizzería.
-
Un adolescente muy precoz.
-
Sí. Tenía catorce años. Fue
en Punta del Este, la mayoría de las veces haciendo la temporada como decimos.
O en otras oportunidades en Cafetería La Fragata que todavía existe. En el hotel Península
entré como filetero. Siempre trabajando. Mi infancia fue de trabajo, pero nunca
fue desatendida a nivel educación. Desde niño, te diría muy niño, recibíamos los
juguetes de mis familiares que estaban económicamente muy bien. Ellos vivían en
Montevideo y todas las fiestas y en reyes recibíamos los regalos y nos hacían
llegar encomiendas grandes con las que pasábamos las fiestas. Y cuando las abríamos,
los obsequios eran libros. Y mi madre a los dos hermanos mayores nos cultivaba
el intelecto, a la cinco de la tarde nos hacía escuchar la radio del Sodre,
allí se pasaba música clásica, como lo sabrás.
-
¿Estarás agradecido?
-
Mucho. Como ves estas
pequeñas grandes cosas, no se olvidan jamás. Fui tan bien formado que así lo
acepté y lo asimilé. Esto, me ha llevado a qué me pueda sentar frente a un
presidente en el mejor hotel del país o frente a un hombre que vive en la calle
y dialogar con cualquiera de ellos muchas horas corridas. No sólo ello, también
puedo compartir un pan de él o mío con esa persona sin inconvenientes.
-
Claro, entiendo esa formación
tan académica que tuviste, como también la de darle de comer a tus hermanos.
Sin duda es la guía que te ha quedado como para decir sigo adelante por la vida
y por un camino determinado Y ese camino se empezó abrir en esa ventas de diarios,
en esos trabajos que de tan joven realizaste. Y hasta qué edad trabajaste de
manera independiente, sólo y haciendo experiencia.
-
Hasta los dieciséis años,
empezaron conflictos en mi casa, yo que tenía inquietudes, buscaba otro tipo de
libertad, no aceptaba las limitaciones de mis padres. No siendo un rebelde sin
causa, no, inquietudes propias del adolescente quería conocer otros tipos de
vida, otras localidades, otras ciudades más allá de las fronteras del
departamento de Maldonado.
-
¿Te fuiste?
-
No. Sabes, en mi casa empezó
el problema de alcoholismo, por parte de mi padre e internas en el hogar de
ellos. Lo único que tengo que reconocer es que nunca le levantó la mano a mi
madre, pero. . . con ese problema, se terminó todo esto en una separación de
ellos. Y eso creo fue como un aliciente para mi independización. Me trasladé a
Montevideo, anduve en cantegriles. Llevé una vida allí. . . no digo de
delicuencia, pero rozando los límites de lo legal
-
Si un ambiente no muy real. .
.
-
Sí justamente, ese ambiente te
lleva a que te integrás con otras personas, donde habían enfrentamientos de un
cantegril contra otro. Veíamos la autoridad, es decir, la policía como un
enemigo y te vas formando en eso.
-
Por lo que me decís, ya
estabas entrando a los dieciocho años.
-
Sí. Exactamente
-
¿Y en que lugar, en qué
cantegril llevabas tu vida adelante?
-
En el cantegril de Malvín,
que hoy día ya no existe más. Bueno este lugar, o parte de el, pasó a ser hoy lo que hoy día conocemos como
Barrio Borro. A este Barrio, mas tarde vuelvo, pero ya con mi pareja formada y
vivimos allí cerca de un año y pico. Hasta que nos dimos cuenta que no era
ambiente para nuestras pretensiones ni inquietudes, no queríamos vegetar ahí.
Un barrio que me había dado esa formación y que la había adquirido es decir
allí, se considera, no todos, pero la gran mayoría que el enemigo de ellos, es
la sociedad. Y no es así, la sociedad es quien te permite encontrar trabajo y
efectuarlo. Uno después se da cuenta que no se puede pretender que toda una
sociedad se adapte a vos. Pero si hacerle entender que vos el único delito que
quisieras cometer es ser libre.
-
Eso es bravo
-
Si muy bravo. Y a mí me
costó, pues en una época ese tipo de sistema o sociedad no nos permitía
principalmente a los artesanos, en aquel entonces éramos sólo treinta y siete,
usar por ejemplo los hombres una caravana en la oreja. Pero es la historia de
la ciudad. Llevó mucho años hacerles reconocer
tu trabajo artesanal pues en realidad en aquellos años. . .
-
Mil novecientos sesenta y
nueve, setenta, setenta y uno.
-
Ahí está. Aún allí yo no me
había comenzado hacer artesano, ni hippie, ni cosa por estilo.
-
Pero se estaba gestando en ti
esa inquietud. Y la base tú mismo la estabas gestando inconsciente o
conscientemente.
-
Claro, siempre desde mi
adolescencia manejé un grito de libertad. Esto no quería decir que yo fuese
distinto a los demás, pero sí que se me respetaran aquellas ilimitaciones que
yo me quería imponer de ser algo distinto, de aquel rebaño que va todo el mundo
para el mismo lado. Es decir que si en ese momento la moda era usar la cabeza
rapada, todos se rapaban. . . Entonces yo no, siempre, inconscientemente
inclusive veía que hacía cosas distintas a los demás. Caminaba con lentitud con
otra formación, no me apresuraba por nada, no quería meterme en esa vorágine de
gente que sentía que no era para mí. No lo es hoy tampoco. Aunque hoy te lo
aceptan más
-
Bueno hoy se procura, con
todas la demostraciones que nos da la vida, que uno mismo lleve un ritmo de
vida menos alocado, más tranqui. . .
-
Sin chocar, tratar de caminar
junto a ese sistema, pero con tu propia libertad.
-
En un momento determinado, se
encendió la lámpara y empezaste dentro de ese núcleo de gente dentro de los
cantegriles, gente que quería la libertad; tú mismo buscaste tu propia libertad
y te fuiste alejando de ese ambiente
-
Si por supuesto, me aparté
totalmente y el puntapié fue que tomé la decisión de irme a Brasil a conocer.
Ahí empiezan mis primeros pasos como hippie, pues yo tomo conocimientos de
artesano muchos años después Yo quería esa libertad, entonces como había
sentido nombrar a Brasil como un país muy libre, muy distinto a nuestra
sociedad uruguaya. Y para allá arranqué, sólo, sin nada, viajando, conociendo.
-
¿Y cómo fue ese viaje?
-
Haciendo dedo hasta la
frontera Chuy, de allí crucé a Brasil. . .
-
Sólo
-
Sí, viajé así casi cuatro
años. Sólo. Llegué hasta Manaos, parte de la amazonas. Recorriendo cuanta
ciudad podía. En esos lugares me quedaba, una semana o tres días en otro. Según
las oportunidades que se me brindaran, eso también me llevó a formarme aún más
como persona
-
En esta etapa de tu vida, con
dieciocho años cumplidos.
-
Si, mayorcito de edad
-
Sin pasaporte
-
¡Sin nada! Solo la cédula de
identidad. Pero. . ., no sé tuve un don muy especial que nunca se me complicó
nada en mi estadía en ese país.
-
Era bravo en aquella época
viajar sin documentación. No era igual que hoy, que con cedula uruguaya entras
en toda América del sur casi sin problemas diplomáticos, como turista entras en
cualquier lugar; peor en esos años. . .
-
En aquel entonces había
controles muy estrictos, inclusive en frontera se te pedía cierta suma de
dinero para entrar al país. Debías demostrar que tenías cierta solvencia
económica para permanecer allí.
-
¡Y vos eludiste todo eso?
-
¡Ah! Yo tenía todos esos
esquives. Lo hice para pasar la frontera, sin equipaje prácticamente,. Me tomé
un ómnibus en el Chuy y de allí saqué un pasaje hasta Santa Vitoria do Palmar y
en vez de bajar allí, me bajé antes y en la carretera, empecé hacer dedo y
anduve los caminos sin problema. Es más, te diré que llegué en Porto Alegre a
pedir en una comisaría para dormir. Esas circunstancias las hice varias veces.
-
Y el sustento, de qué vivías.
- El sustento fue lo que medio formación en el
trabajo, muy pocas veces y cuando no me lo permitían no retribuía lo que me
daban. Pero yo siempre o durmiendo una noche en una casa, en un comercio,-
donde golpeara la puerta ese
día a cambio de una comida y quedarme yo trataba de dejar algo de mí realizando
algún trabajo. Sea en un restaurant que te dieran de comer, me ofrecía para
limpiar baños después que cerraran, para arreglar un depósito con casilleros
vacíos. Si era una casa de campaña pedía prácticamente que insistiendo que me
permitieran hacer algo. Es decir comportarme bien conmigo mismo para ver
satisfecho aquello que me había ganado. Era también una manera de forjarme yo
como persona, como hombre de bien, de no perjudicar a nadie y no ejercer la
mendicidad.
-
Y qué trabajo especifico te
acuerdas en alguna casa de campo.
-
Picar leña, pedía que me
despertaran temprano para acompañar a la gente que iba a ordeñar. Yo trataba de
dar de mí algo. A cambio de esa buena voluntad de la gente de darme comida,
alojamiento
-
Y buscando el océano siempre
o infiltrándote al interior
-
Para algunas cosas. En
realidad esto fue lo que me llamó la tención toda la vida. Es decir, ya sea un
pequeño pueblito de la costa, un balneario, yo siempre tenía que ir buscando
costa. El agua siempre me llamó la atención. Hasta el día de hoy, no sé si es
un don especial, o por que fui creado y formado contiguo al océano, junto al
mar en Maldonado. Es evidente que hay un distintivo en mí que me lleva a vivir
en las orillas ya sea junto al mar o junto a un río.
-
A partir de esto podríamos
dar nombres como playas de Torres. . . Capao o playas del estado de Río Grande
do Sul, Porto Alegre, Florianópolis, San Pablo
-
Yo les decía a las grandes
urbes, la ciudades de cemento. A estas yo les disparaba, trataba de pasarlas de
largo. Si me agarraba la noche en una de esas ciudades, me quedaba pero trataba
de dormir en un banco de plaza, les esquivaba. El plan era si de nochecita me
agarraba cercano a ellas, o me quedaba antes o trataba de cruzarlas esa misma
noche o pedía alojamiento fuera de esas ciudades. Era algo que. . ., no me
asustaba, me oprimía y me mentalizaba que era muy pero muy difícil que alguien
diera lugar para dormir, para comer algo en fin. Son sociedades muy cerradas
donde ello siempre pretenden algo a cambio. Con una mano te dan y con la otra
te la estiran a ver si se cobran de alguna manera.
-
¿Y en los pueblitos de
pescadores? Por lo poco que conozco ellos quieren la misma libertad que quieres
tú. A su lado encontrarás siempre comida y un vaso de algo. También donde
dormir. . .
-
Es cierto.
-
Y en el campo igual - Verdad
Miguel
-
En el campo igual, son
hospitalarios, dios mío. Yo en ese sentido tuve suerte todo lugar que golpeé en
el campo siempre me atendieron. Un día me tocó quedarme en un rancho de un
matrimonio viejito. Fui muy bien recibido, jamás se me cerraron las puertas,
siempre te ibas con tu bolsito lleno de comida para el camino. Con ellos me
quedé como una semana, le piqué leña para varios días, muy viejitos ellos, y me
habían echo el día antes dos cabezas de cordero al horno y me lo picaron para
que lo llevara tipo fiambre y puñadito de monedas que me alcanzó para un buen
trecho de camino.
-
¿ Y dónde fue eso?
-
Fue en Aceguá del lado
uruguayo antes de salir del país. Ellos lloraron mi partida, pero yo les había
prometido volver. Y a los años volví por ahí, me acordé de ellos y fui al
ranchito. En pleno mediodía golpee las manos y salió un hombre alto, muy
parecido a esa persona que yo había conocido, lo confundí le dije quien era, me
le presenté de nuevo y me contestó: “Ah, no, ese era mi hermano, murió hace
cinco años y la señora mi cuñada, la llevaron los hijos para Melo” Bueno y me
quedé con la promesa cumplida pero sin que él la pudiera vivirla. Son de los
dolores que te llevas de por vida, me quedé pensando siempre que tristeza
habrán sentido cuando pensaron este hombre no cumplió con lo pactado. Pues la
gente que vos pasas por la vida de ellos, no saben que vos los llevas en el
alma por el resto de tu vida. Porque vos te fuiste formando como hombre gracias
a esos personajes
-
O tal vez sí piensan que te
ayudaron a formar
-
Si pero la mayoría piensan
que . . ., mira cuando vos te despedís te das cuenta en el gesto, en la mirada
de ellos y te dicen: “mire hermano, no se comprometa amigo que usted no sabe si
va a poder realizar eso”
-
Así que San Pablo te lo
pasaste por arriba caminando
-
Bueno allí estuve viviendo
casi un año. En la misma ciudad en pleno centro. Allí conocí la marihuana, me
metí y me metí feo. No en contrabando, ni en tráfico ni nada de eso. Empecé a fumar y mucho y al
año era tanto el delirio por culpa de la marihuana que me di cuenta que me
estaba yendo, estaba perdiendo mentalmente. Vivía en una sola locura y al año
estaba mal. Entonces me dije bueno, ya está me tengo que ir.
-
Decía la semana que viene sí,
me pongo las pilas y arranco, tiro todo y me voy. Y así estuve meses con ese
pensamiento y volvía a caer.
-
Qué edad tenías en ese
entonces
-
Veinte años. Bueno, un día, me fui a la
rodoviaria que me quedaba cerca de donde
yo vivía, solo con lo puesto. Era la hora veintitrés y pregunté si tenían
pasaje para Buenos Aires, me dijeron que sí. Enonces pedí un pasaje con ese
destino y yo le dije para hoy mismo, entonces me dijeron que había ala hora
trece del otro día y bueno, lo compre y así fue la única foprma que me despegué
de esa ciudad y mi problema.
-
¿Cómo te ganaste los mangos
para pagar el pasaje allí en San Pablo?
-
Yo vivía con un matrimonio
amigo que conocí aquí en Uruguay pero que eran brasileros. El allí tenía una
venta de autos de segunda mano y compraba nuevos, en fin, estaban muy bien
económicamente, inclusive me habían alquilado un apartamentito para mí y yo les
ayudaba en la cochería, en mantenimiento y limpieza de las unidades, pero lo
hacían más por amistad y dejarme ganar esos pesitos para mi supervivencia. En
realidad, ellos no tenían necesidad de poner un empleado. Y para mi era un
orgullo, pues era la manera que me gustaba que se me abrieran las puertas
-
Y cuando te despegaste, el
arribo a otra ciudad inmensa Buenos Aires.
-
No te vas a reír. Me bajé en
Paso de los Libres, me quedé allí tres días. Entonces. . . me volví, por qué. .
. claro, yo no tenía referencia donde ir a parar a Argentina. Mi ilusión fue siempre conocer
Brasil.
-
Pero. . . retornaste a San
Pablo es muy loco todo esto
-
No, no, ¡Estaba loquísimo! Me
mandaba cualquiera y sin razonarlo mucho. No lograba despegarme del manejo que
estaba haciendo la marihuana sobre mí. Después fumé muchos años más hasta hace
unos dieciocho años atrás, donde seguí fumando toda mi vida pero después que
aprendía a controlarla. Es decir fumaba cuando yo consideraba que quería hacerlo.
No por qué el organismo me pidiera un cigarro de marihuana
-
Es decir antes eras un adicto
. .
-
Aprendía a educarme en ello,
en la marihuana. Los que son vicios uno debe aprender a manejarlos sin que el
te maneje a ti.
-
Bueno algún otro tipo de
droga también consumiste después de haber pasado tanto.
-
No. Nunca. Al contrario,
cuando más me compenetraba en el mundo de la droga, mas daño he visto, por medio de esas drogas químicas, como LSD,
heroína y hasta la cocaína mismo, inclusive hasta con los psicofármacos, todo
una porquería. Yo he visto buenos amigos míos, excelentes personas, llegar a
drogarse con keroseno tibio, feo hasta inyectarse aspirinas disueltas en agua.
Toda la inmundicia que podían eran lo que consumían, pero terminaban todos
ulcerados y hasta les llegaba la muerte. Nunca pero nunca quise tocar nada
fuera de la marihuana, inclusive me asustó ese mundo, ese mundote la droga sin
control, pues allí he visto mucho daño. Por qué también te diré vi mucho daño
por culpa del alcohol
-
Si, las otras son ilegales y
esta es legal junto al cigarro pero su destrucción, también es masiva.
-
Exactamente, aunque pienso
que el cigarro te destruye a vos y el alcohol destruye familias, la habilidad
de una persona, te convierte en nada
-
Si un tema apasionante. Muy
complicado, principalmente en el mundo en que nos ha tocado vivir. Creo que es
importante como para que especialistas en el tema lo disciernan. En mi concepto
personal, estimo que deberían de ser todos estos vicios legalizados, es decir
libre, que cada uno tenga discernimiento sobre su propio ser. Es muy personal
lo mío.
-
Pienso igual que tú.
-
Y retornando al tema. Que
pasó en tu retorno a San Pablo.
-
Volví a Uruguayana y de allí
a San Pablo
-
¿Siempre a dedo?
-
A dedo, nunca subí a un
ómnibus pasar nuevamente por esa ciudad tan gigantesca tan industrial y todavía
en las condiciones que me encontraba siempre fumadísimo. Intuía que no era para
salir caminando y atravesar la ciudad y poder partir por la mía por una
carretera
-
Se te habían acabado las
fuerzas
-
No obstante llegué de mañana
temprano me acuerdo y durante todo el día atravesé la ciudad de un lado a otro.
¿O no? Creo que me quedé a las orillas de San Pablo antes de cruzarla. Sí eso
fue. Al otro día me caminé todo y la crucé entera y proseguí la ruta que sigue
para el lado de Río de Janeiro. Buscaba playas y siempre evité de irme al
centro, estuve nueve días allí. Viviendo en un quilombo de prostitutas, me
daban para dormir ellas ahí de noche en sus habitaciones, donde de noche
trabajaban y de día dormían ellas y yo salía a encarar el día por la calle. Me
ayudaron muchísimo. Aunque no quieran creer fue así
-
¡No por favor!
-
Siempre tuve suerte, la más
humilde era la que me abría todas las puertas. No sé, considero que yo tenía un
don, pienso que era el que iba con la cabeza abierta y sana no iba pensando
haber que puedo hacer que me puedo llevar, o si acá puedo robar, o si acá puedo
explotarlas a esa personas que me abrieron las puertas. Entonces pienso que
vivir con esa filosofía así es colosal. Es pensar, avanzar y seguir adelante y
conocer principalmente. Ojo, no era ningún santo ni lo soy hasta el día de hoy
pero tenía esa mentalidad creadora y querer aprender de los demás. Entonces eso
me abrió todas las puertas. Nunca tuve problemas en carreteras, nunca quedé tirado
en ellas.
-
¡Quilombo grande! (Risas)
-
¿Cómo dices?
-
Es decir no era un quilombito chico
-
¡Ah. . .! Más vale, si con
profesionalidad, muy bonitas mujeres, donde se laburaba y se laburaba en
grande. Excelentísimas mujeres y con un respeto.
-
¿Te acuerdas de alguna chica
de forma especial, o todas compañeras?
-
Si. Si eran como un grupo de
amigas.
-
Es decir vos por tu camino y
ellas por el suyo.
-
Efectivamente, aunque no
quieras creer, así fue mi respeto para
con las compañeras. No voy a negar que siempre algo se da, una atracción, pero
preferí irme con ese silencio. Sin que pensarán que tras de todo lo que me
habían dado, las puertas que me habían abierto y mañana dijeran que las utilicé
como una mujer. Me parece que no era de caballero formal.
-
Siempre limpio.
-
Claro esa fue la limpieza que
traté de mantener en mi cabeza
-
Son pocos los caballeros que
saben reconocer que ese trabajo de las chicas es un trabajo profesional como
cualquier otro.
-
Si inclusive me sirve hasta
hoy día, ese respeto hacia la mujer. Tuve millones de oportunidades, supe tener
mucha facha cuando era joven. A mí en Brasil, me decían ‘Oyhalá, pues tenía el
cabello tan rubio color oro. . .
-
Pelo largo y barba.
-
Si, por supuesto, pelo muy
largo. Y la gente me saludaba y me gritaba por la calle como que reconocieran a
Jesús. Me decían: ‘Oyhalá, como vai tudu bein’, en la calle era muy conocido, a
pesar que tuve encuentros muy fuertes con hombres de mi ambiente. Ellos se
pelean conmigo respecto de mi filosofía de vida. A la mujer nunca la tomé como
un objeto sexual, si yo y ella teníamos algo era por que sentíamos ambos una
atracción o algo especial. Si una mujer ser brindaba como amiga, por más que
gustara, por más que mi interior supiera que si la hablara para tener sexo
sabía que la respuesta podía ser sí, prefería partir de ese lugar donde estaba
sin decir nada e irme con el pensamiento de lo que podría haber sido y no fue
pero quedar con eso tan bonito. Hoy día, jóvenes de ese entonces me han
encontrado nuevamente y me presentan sus hijas de dieciséis o diecisiete años y
le dicen el hombre que soy. Y ese es mi orgullo y esa es una ayuda de vida y
que no actué equivocado viviendo así.
-
Una historia muy fuerte que
hace puedas seguir resistiendo. Tanto que también pude saber anduviste por el
puerto de Santos.
-
Efectivamente. Allí creo me
quedé unos once días mas o menos.
-
Bueno Miguel pero
coincidiremos en que no es lo mismo las grandes ciudades a un gran puerto, como
lo es Santos.
-
Es un lugar esa zona
portuaria, donde se encuentra gente de trabajo que no está tan en la vorágine
de lo económico ellos, llevan una vida como uno, un trabajador más. Allí,
encuentras más humildad, en el sentido que encuentras el ideal tuyo. Puedes ver
al que te admira por tu libertad, pero que sus condiciones dentro de la
sociedad familiar no le permiten gozar de esa libertad que tienes tú. Al
llegar, el primer día, pedí para pasar
la noche hablé con los muchachas del ambiente y enseguida se pusieron entre
ellas a las órdenes, no me dejaban faltar nada, comida nada.
-
Y vos siempre de día
recorriendo.
-
Claro, caminaba las costas,
por la ciudad, hasta que partí nuevamente, siempre recorriendo cuanta localidad
chiquita encontraba
-
Miguel y siempre trabajando
en algún lado.
-
Siempre. En la lucha y
tratando de mantener esa dignidad que me permitía intercambiar mis trabajos a
cambio de algo. Cortar el pasto en un jardín, blanquear una casa en sus paredes
exteriores.
-
Y para dónde proseguiste tu camino
-
Hacia Manaos, allí llegué al
estado de Pernambuco. Viví casi te diría en el Amazonas. Allí me quedé casi
cinco meses. Me integré a diversas sociedades siempre estando en distintos
pueblitos, cinco días en un lado tres días en otro
-
Siempre a distancias
prudenciales de la urbe
-
Si podríamos llamarlos
pueblitos satélites
-
Y compañeras, compañeros. . .
-
Sí, sí muy rica experiencia
-
¿Nunca te dedicaste a la
artesanía allí?
-
No, nunca, me gustaba el
mundo de la artesanía pero nunca la llevé a cabo hasta varios años después
-
En ese momento tendrías
veintidós o veintitrés años.
-
No .Yo volví al Uruguay a esa
edad así que tendría. . . veintidós años. Regresé a la casa de mis padres
directo desde Manaos
-
Y cómo regresaste.
-
Siempre a dedo. Inclusive una
vez me llegaron a dar plata en Porto Alegre, es decir me sacaron el pasaje
hasta Montevideo y vendí el pasaje y con esa plata me sirvió casi hasta llegar
a Uruguay perfectamente. Demoré varios días como te imaginarás. Encasa de papá,
estuve un año con ellos
-
Y como fue ese reencuentro
-
No me aceptaron. Mi padrastro
no quiso aceptarme.
-
Tu mamá había reencauzado su
vida con otra pareja
-
Si antes de irme ella había
resuelto su vida de esa forma. Igualmente, yo me quedé a pesar de ese rechazo.
La primera vez me hizo recibir con mi madre en la puerta de su casa. De la casa
nuestra, que había de mis padres. Pero. . . bueno, yo lo acepté así, estaba
allí junto a ella, uno de mis hermanos y me integré junto a él a trabajar en la
construcción. Creo que esa fue una de la notas más cómicas de mi vida.
-
¡Uy, uy, uy ! vos trabajando.
¡Y en construcción!
-
Entre en un empresa muy
grande y a mí me ponen. . . bueno yo no sabía absolutamente nada de
construcción como te imaginas. Tenía y
necesitaba voluntad de trabajar, entonces me pusieron con unos muchachos que
recuerdo grande Paysandú, atléticos, lomos grandes, canarios frisones, como le decimos
nosotros. Ellos comían cada asados bárbaros y vino al medio día y yo me llevaba
como comida todos los días una lata de aceite de aquel entonces, de dos litros
y allí hervía fideos, retiraba el agua, no los colaba, les dejaba un líquido
espesito les agregaba aceite y sal fina y esa era mi comida. Así que te podrás
imaginar. . ., más débil que la pantera rosa estaba. Allí me habían puesto en
un predio a limpiarlo, de pinos para construir un chalet. Los pinos eran muy
grandes, hacía una fosa alrededor, a medida que aparecían raíces se van
cortando con un hacha y allí se les ata una piola o soga en la punta y se
empieza a cinchar entre todos hasta que cede el árbol y se termina volcando. Entonces
estos muchachos decían: ‘bueno vamos entre los tres’, nos prendíamos los tres
de la soga. Pero siempre en algún momento determinado ellos soltaban la soga y
yo quedaba como un títere colgado y saltando de la piola. Parecía un subi-baja
como los de antes, quedaba colgado y se reían a carcajadas. Ahora al quinto día
me di cuanta que no era para mí. Tenía una debilidad que no podía ni con la
piola cundo tenía que llevarla.
-
También cuatro mil kilómetros
para ir y volver. . .
-
¡Claro, y me meto en la
construcción! Yo quería ver como podría hacer para irme, pero que me pagaran en
el momento, pues si me iba por las mías, yo ya perdía todos mis derechos. A
parte me habían dicho que tenía que esperar que se cumpliera la quincena para
ir a cobrar. En un momento me acordé que el primer día de trabajo, el capataz
me agarró comiendo pan a media mañana y me dijo que: ‘eso no estaba permitido’.
Que como era nuevo me advertía, pero no se podía comer en horas de trabajo
Entonces al quinto día como yo me quería ir, y si te despedían sí te pagaban en
el momento que hice, sentí la moto del capataz me senté en un tronco abrí toda
la servilleta donde yo tenía toda mi comida y me puse tipo picnic. Cuando
llegó, me despidió me dijo: ‘ Irrazábal, no puede seguir trabajando, yo ya le
había advertido, hágame el favor pase esta noche por casa a cobrar’ Y yo me fui
loco de contento -
Lograste tu objetivo
- Bueno ahí empecé a cambiar me
metí en una empresa de pintura. Comencé rasqueteando y cepillando paredes y
terminé dando enduido. La empresa me explotó durante un año me pagaba como peón
para rasquetear paredes y yo era finalista de obras, hacía aberturas y
terminaciones en el interior y yo calladito. Aprendí el oficio y me independicé
y salía por las mías por los chalets en
verano, con un balde, pincel, pinceletas y me ofrecía para hacer los bordes de
los chalets. La pinocha de los pinos con le tiempo y la lluvia despide un
líquido marrón que va manchando los pretiles. Arranqué con eso y veían que el
trabajo era bueno y terminaban dándome algún garage, una cocinita, un baño y en
eso me defendí varios meses. Estando en Maldonado cuidando un hermano de mi
padre en el hospital militar, no era militar, pero se decía así era cerca de
punta ballena, era un hospital público. Llevaba varios días durmiendo allí
junto él hasta que un día era de noche aproximadamente hora 21 mas o menos y yo
iba hacer mandados para varios acompañantes y enfermos donde tenía que cruzar
un monte grande de eucaliptos y pinos, traspasar la carretera interbalnearia y
allí encontrabas un parador con un almacén. Entonces en el momento que salgo
del hospital veo llegar una camioneta de la policía y un jeep y todos los
policías que se bajaron lo hicieron con armas largas, que fue lo que me
extrañó. Entonces. De curioso en vez de irme, entro atrás de ellos por que
venían con tantas armas largas, eran alrededor de unos quince e inclusive me ve
un oficial y me dice: ‘Señor disculpe, no vio al oficial que estaba destacado
aquí’ Le indiqué que estaba en una sala
adentro y se fueron y yo los seguí como
haciéndome el tonto y cuando quiero acordar salen se encuentran conmigo en el
corredor me rodean y me apuntan todos con sus armas y me piden documentos, una
vez que me identifican era a mí que me habían ido a buscar y allí me empiezo a
comer toda la historia de la tortura. Me llevaron a Laguna del Sauce lugar que
nunca supe donde había estado hasta años después.
-
Y cómo fue.
-
Me detienen sin preguntarme
nada y me llevan a la primera seccional de Maldonado. Como a la una de la
mañana me manda a buscar el comisario, solos en el escritorio con él me dice:
‘Bueno Irrazábal que piensa hacer va hablar con nosotros como hombre o como
delincuente’. Entonces yo le pregunto: ‘¿Qué está pasando?’. Me dice: ‘Bueno,
usted acá tiene una acusación de que viene un pareja de Montevideo todos los
jueves (me dan los datos de esa pareja) y que usted está entregando
relevamientos de la zona de acá de Maldonado a esa gente’. En una palabra me
estaban acusando de que yo pasaba
información a los guerrilleros. Eso lo niego rotundamente, hoy día te lo digo a
vos acá, en el dos mil ocho, no tenía nada que ver. Fue un dato mal pasado.
Entonces le dije ‘Yo no tengo nada que hablar con ustedes, esto no es justo’
Bueno, proseguí con explicaciones.
-
Es decir, como se dice
vulgarmente, fuiste un perejil más
-
En aquel entonces todos estábamos
propensos a lo que ellos te imputaran
-
Todos éramos perejiles.
-
Te acuerdas que sólo por
andar en la calle ya estaba. Podías caer en cualquier momento. Prosiguiendo, me
llevan para una celda siempre en la comisaría y como a las tres de la mañana,
me meten un reflector por la ventanilla de esa celda y me dan la orden de que
me desnude, cosa que hago me dejo el pantalón y me dicen que no, que me lo
saque también y que salga caminando de espalda hacia la puerta. En ese acto me
esposan con las manos atrás y me ponen una capucha y por encima de ella una
venda y me acuerdo que hay alguien, que
me preguntan: ‘¿Bueno esta es la última oportunidad, va hablar con nosotros o
lo entregamos a manos de ellos?’ Y yo respondo: ‘¿Ellos, quienes?’ Entonces me
pegan una trompada en la oreja del lado izquierdo y vi como un fogonazo blanco
del piñazo. Y me gritan: ‘¡A vos que se te importa! Y dije allí mismo: ‘No
tengo nada que decir’ Después me cargan en una camioneta en la que me pasean,
estimo que como dos horas. Me llevaban acostado sobre mis dos manos esposadas y
uno me iba pisando arriba, sin ropa por supuesto. Estimo que con lo que iba sufriendo
con el dolor de las esposas que me termina cortando una de las muñecas y con
esos pisoteos que me hacían en el pecho y en el estómago para mí demoró una
eternidad, calculo una hora y media o dos horas. Pienso que, después que me
enteré de varios años al lugar que me habían llevado y conociendo Maldonado
seguro estoy que me pasearon para que no supiera donde había ido a parar. Como
te dije hoy sé que era la base área número cuatro de Laguna del Sauce, donde
estuve catorce días torturado de todas formas, siempre a la misma hora a las
dos de la mañana se me obligaba a desnudarme me sacaban encapuchado, y primero
era una paliza brutal de trompadas, patadas, y después venían las sesiones de
sufrimiento como colgarte de las muñecas nueve horas atado y con las manos para
atrás
-
Todo tipo de vejámenes. . .
-
Sí. Sí, bien para humillarte.
Inclusive una noche me amenazaron. . ., yo le pedía: ‘Tráiganme la muerte de
Artigas que yo se las firmo’. Pues era
así, yo llegué aullar como un animal. Pedía por Dios sí que trajeran lo que
quisieran que yo accedía a ello. Pero se negaban y me preguntaban quien era
pareja y para quien mandaba toda es información.
En varios días recuerdo, me hacían ruido con agua y me decían: ‘¿Sabes lo que
tenemos acá, agua del mar? Te vamos a dar submarinos con agua salada y después
te dejamos tirado en la costa y al otro día va a quedar como te ahogaste por la
tuya’ Y yo siempre negué y negué. A los catorce días me descompuse, pues la
comida era una vez al día en un plato de aluminio, un caldo una cosa asquerosa.
Era la función de ellos debilitarte. Bueno y se me hicieron nueve perforaciones
en el intestino debido a todo el entorno en que estaba viviendo, me trajeron al
hospital militar a Montevideo, estuve grave y me operaron tres días en coma y a
los tres meses me dan la libertad. Con la condición, aclaro que para ese
momento, ya habían ubicado a mis padres. . .
-
¿Año?
-
Mil novecientos setenta y
cuatro. Bueno, y la condición era que me retiraran mis padres y que debía de
salir del país en veinticuatro horas. Ahí me amenazan, me dicen que me olvide
que hay jueces, abogados, etc. Así fue
me tuve que ir
-
¿Y te fuiste?
-
Si, sí obvio. Al otro día mis
padres me marcaron el pasaje para irme a Buenos Aires. Yo tenía un hermano que
estaba trabajando muy bien allá, pero yo me fui a una pensión que me pagaba él,
y empecé a trabajar. Pero debo decir algo, yo los primeros cinco meses, sentía
una puerta de chapa, por ejemplo que se golpeaba y yo estallaba en un llanto como un niño que era imposible que me
dominaran para que dejara de llorar. Sentía un vidrio o una botella que se
rompiese y yo estallaba en una crisis de nervios del terror que yo sentía de
aquel recuerdo cuando venían a buscarme por las madrugadas
-
¿Totalmente atemorizado
verdad?
-
Por supuesto. Y bueno de ahí
entré a militar, primero con los exiliados que estaban allá, fui al comité de
prensa del diario volveremos, que era un diario de oposición a la dictadura
uruguaya, después entré a militar en el partido comunista argentino. Al año fue
cuando dieron el golpe de estado argentino y yo era del cordón de seguridad en
el acto de plaza de mayo el día en que derrotaron a Isabel Perón y en ese
momento estalla toda la dictadura y a los trece o catorce días revientan los
militares de regional numero uno que justamente era en pleno centro cerca de congreso que era el
local donde yo militaba que era la cabeza de la mi filial en Buenos Aires. Y de
allí me tengo que ir nuevamente para el Brasil.
-
¿Así que tu primera
militancia política fue Buenos Aires. No en Uruguay? Digamos entonces que, en
nuestro país y en Brasil, fuiste un amante de la libertad? Resumiendo, te
metieron catorce días, y torturado por sólo por amar la libertad. En realidad,
si hubiesen cagado a palos y roto las tripas en Buenos Aires por haber militado
allí, bueno no es lo justo ni lo será jamás que por tener una ideología
política que sacudan el esqueleto, pero hubiese tenido más justificación.
-
Exactamente, tú lo has dicho.
Primero junto a los exiliados uruguayos
y luego en el partido comunista. Y en Castro Barros y Madero había un
local de Frente Amplio principalmente de
la gente en el exilio y allí di comienzo a mi militancia, me integré y comencé
en el comité de prensa del partido. Empezamos con el diario Algún Día
Volveremos. Participé en una marcha de casi nueve mil uruguayos en el obelisco
-
¿Año mil novecientos setenta
y cinco?
-
Si, con seguridad fue en ese
año. Allí, estalla el golpe de estado y tengo que volver a Brasil
-
Siempre por los mismos
lugares
-
Si, a Paso de los Libres y de
allí a Uruguayana. Siempre recuerdo, un taxista me cruzó y me dio la plata de él,
que no me acuerdo cuantos miles de pesos serían para justificar de que llevaba
dinero para ingresar al Brasil y luego yo tenía que pagarle por esa actitud. A
los tres o cuatro kilómetros me bajaba y él retornaba con todo su dinero y su
cobranza del comercio que ejercía. De allí me fui a Porto Alegre. Es decir
pasando esa ciudad, había una colonia alemana que se llamaba san Sebastián do
Cari. Allí estuve un año abriendo monte, solito yo y mi hacha haciendo camino
para unas carretas que iban a unas canteras de piedra. Era todo como una selva
aquello Yo me iba de mañana cuando salía el sol y retornaba de tardecita siempre
me guiaba por el sol. Me acuerdo que los patrones iban y eran un encanto de
gente, toda esa colonia alemana. Como si los estuviera viendo, me untaban la
botas hasta la rodilla con ajo con una crema que hacían la noche anterior. Era
para que no picaran las víboras. Ellos me decían que la víbora más mortal que
merodeaba por allí en esa región, era la más lenta que había en todo Brasil. Si
llegabas a pisarla o te picaba de alguna manera si no tenías atención inmediata
te morías indefectiblemente. Bueno allí estuve un año y pico y me retorné por
Bagé y Aceguá esa zona entre Uruguay y Brasil
-
Te viniste a Uruguay en mil
novecientos setenta y seis
-
Si pero en ese cruce tengo
otra anécdota, con los militares. Cuando cruzo por la localidad de Arbolito
donde mataron al hermano de Aparicio Saravia
Chiquito Saravia que hay un monumento y una escuela había en ese entonces a la orilla de la
carretera. Y en ese momento que yo paso había un destacamento militar a orilla
de la carretera, controlando los vehículos y un oficial en una mesa sentado al
borde la banquina y yo me acerco como mochilero. Era mediodía. Le pregunté si
era necesario mostrar documentos y me dice que no, me preguntó hacia donde iba,
le dije para Maldonado. Que era mi ciudad natal y donde tenía mi familia. Me
retiré, agradecí, seguí caminando hacia el lado uruguayo, y a los pocos metros
me gritan: ‘Flaco, flaco, vení. . .’ Me di vuelta y me preguntan: ‘¿Comiste?’.
Le digo: ‘No, no, ahora cuando vea alguna estancia a la orilla de la carretera
pregunto si no tienen algo para comer’ Y me dicen: ‘Vení, vení que los
muchachos te van a dar algo de comer’ Yo como iba de mente y espíritu sano
entré, y bueno había una mesa y me trajeron una milanesa y una botella con
cocoa y leche y cuando estoy comiendo,
viene el oficial encargado y me dice: ‘¿Y cómo va eso? Esta todo muy bien
muchas gracias le respondí. Entonces me dijo: ‘Bueno después de la comida,
vamos a cortar ese pelo’ Era mi orgullo todavía, mi pelo largo. Me identifiqué
toda la vida por ello, aún hoy en el dos mil ocho tengo la misma actitud con mi
pelo y mis manos toda la vida. El símbolo de libertad es el pelo. Nunca lo usé
ni por ser hippie, ni artesano para mí es símbolo de libertad. Me volvió a
reiterar lo mismo y le dije: ‘Ah. . .sí, ahora después de comer’. Se fue y al
ratito volvió con un puñado de herramientas para cortar el pelo de aquellas de
antes, máquinas, de cortar pelo y tijeras y peine. Y volvió a inquirirme:
‘¿Cuánto hace que faltas del país?’ Y mas o menos dos años por ahí le contesto.
Y dice: ‘Bueno te voy a explicar, acá en el Uruguay, hay una nueva ley, sobre
el pelo largo y bigote. El pelo debe estar sobre el cuello de la camisa y los
bigotes en el borde de la comisura de los labios’ Pero yo siempre pensando que
era una broma Le dije: ‘Ah. . ., bueno, cuando llegue a Maldonado, me lo corto.
Y me dice: ‘Escúchame, yo no estoy para que me tomes el pelo a mí. Te vas a
tener que cortar el pelo sí o sí. Por qué si te quieres irte con tu pelo largo,
mira. . .’ Abrió una puerta al fondo de la escuela y me muestra un campo que
tenía como cinco kilómetros de largo y estaba llenos de cardos. Dice: ‘Ves esos
cardos, bueno cuando limpies todo ese campo con azada, tienes comida y para
dormir, entonces te podes ir con tu pelo largo. Así que decídete y elegí ahora’
Le pregunté: ‘¿Me lo dice en serio?’ ‘Sí, muy en serio’ Recuerdo que era un
oficial jovencito. ‘Acá no estamos para jugar’ Le respondí: ‘Si usted cree que
es ley cortarle el pelo a un hombre, córtemelo nomás. No hay problema. El pelo
crece de vuelta’ Me cortó. Cortarme no, me rapó y me dejó un cerquillito aquí
sobre la frente, como los gurises chicos de antes. Bueno y después de ello me
largaron y aún me tomaban el pelo y me gritaban: ‘No ves que quedaste más lindo
así, ahora sí cualquiera te va a llevar en la carretera’ Caminé unos tres
kilómetros y me escondí en unas sierras, donde había unos recovecos, lloraba de
indignación al costado de la carretera. Estuve, casi tres horas escondido con
el pensamiento y la mente fija en esperar la noche para acercarme al
destacamento militar y prenderles fuego con todos ellos adentro. Ese fue mi
pensamiento en ese momento. Hasta que se me enfrió la cabeza pensé y razoné y
dije no: ‘por más de que me corten el pelo las ideas no me las van a matar’ Y
ahí continué mi camino
-
Pero fue una señal de alerta
y por otra parte una indignación profunda. ¿Y después de ello que aconteció
contigo?
-
Seguí haciendo dedo como
siempre, pasé por un par de balnearios en Rocha y me quedé una semana en una
aldea de pescadores Laguna Negra es el paraje, estuve con gente muy bonita de
trabajo. Continué también y fui hasta José Ignacio, con otro grupo de
pescadores como un mes, interesado
siempre por el oficio, pedía para colaborar dentro de mis conocimientos
hacerles pescado frito para todos los pescadores de noche en el campamento y me
fui integrando a esa gente. Aprendiendo cosas de ellos. Hasta que pasé
nuevamente por Maldonado, visité y saludé a mi familia y seguí de largo hacia
Montevideo. Eso fu8e en el año mil novecientos setenta y seis.
-
Y como transcurre tu vida en
Montevideo.
-
Al arribo, me encuentro con
un amigo que me lleva a su casa, que vivía en una casa de inquilinato, donde se
alquilaban habitaciones y allí conozco a quien hoy día es mi gran compañera,
Marta. Ella vivía allí sola con sus dos hijos y a los pocos días de conocerla,
me di cuenta que es una buena mujer y para mi existe, siempre que tenga que
cocinar y lavar ropa, por ello la tengo. A parte llevo tantos años conmigo que
la indemnización si la echo me va salir cara, entonces dije no, prefiero
aguantarla, mas no sea, por medio litro
de vino por día. . . (Risas fuertes)
También se pueden agregar esos pequeños detalles. Ella se lo merece y se gano
en todo estos años. Bueno. . . recuerdo que ese inquilinato era una casa
grande, con patio en el centro en el segundo piso al aire libre, allí empezó
nuestra relación, una amistad, un razonamiento de ambas partes, pero yo, sí o
sí, mi mentalidad era voy a estar un mes y me iba para Brasil nuevamente y el
día anterior a irme, me decido a hablarle a Marta, entonces para ir a buscar
agua teníamos que bajar hacia la vereda, abrir una puerta vecina que allí
sacábamos agua de un patio de la planta de abajo. Era una casa contigua a
nuestra pensión. Después de bajar, me quedo un rato en la vereda y a todo eso
baja Marta y nos pusimos hablar, ya había una atracción entre los dos, lo
risueño era que nos tratábamos de usted. Y yo le empiezo hablar para arreglarnos
a Martha y se lo plantee, ella no accede pues, sabía que yo me iba a otro país.
También me manifiesta que no, pues a esa altura de su vida y con dos hijos, no
estoy para una aventura de uno o dos días. . ., cargo con Marta hace treinta y
tres años. (Risas nuevamente). Nos arreglamos tratándonos de usted.
-
¿Una compañera de fierro?
-
¡Hasta su muerte! Es así,
como yo siempre digo me considero un ‘Quijote de la Mancha ’, luchando contra
molinos de viento, así ha sido mi vida y en mi interior me siento así y me identifico
con él. Y marta es mi Sancho Panza, la que va con su buena voluntad, bonachona,
tranquila. Para ella siempre está todo bien, con sus advertencias, cuidándome
que no tropiece, que no me estrelle contra esos molinos de viento. Pero aunque
yo tome la decisión, ella siempre dispuesta a seguirme a donde sea y en lo que
sea. Con Marta tuvimos plata, pasamos hambre, dormimos debajo de puentes,
vivimos como muy pobres, pero también vivimos en hoteles de cuatro estrellas
viajamos por varios países, fuimos felices, lloramos juntos, cambiamos un reloj
por medio kilo de chorizo en una carnicería y toda esas vivencias que hasta el día de hoy, no se comprar ni se
les regalan a nadie, se viven. Es una historia compartida.
-
Así que partieron juntos. . .
-
Bueno nos arreglamos y yo me
quedé unos meses en Montevideo en pareja
-
A laburar negrito
- Exactamente. Me puse las pilas, empecé a
trabajar como cortinero metálico, reparaba las mismas en los comercios. Llevaba
en un portafolio, chapas y destornilladores y pinzas y algunas herramientas y
cuando me convocaban para algún trabajo, frente al supuesto patrón que me
contrataba yo escarbaba dentro del portafolio y hacía ruido con las
herramientas dentro del mismo como que había muchas herramientas. Lo único que
hacía era, desarmaba las cortinas y llevaba los resortes que por lo general
eran los que se partían junto con los flejes y en una herrería o un taller me
lo arreglaba otro y yo cobraba por el trabajo ejecutado. Allí di comienzo al
oficio. Bueno al tiempo se derrumba una parte de la casa de inquilinato y la
declaran inhabitable y allí comenzamos a vivir en pensiones. Las mismas nos
comían lo poco de trabajamos y vendíamos, como por-
ejemplo garrapiñada con Marta
en invierno durante una temporada en diferentes esquinas de dieciocho de julio.
Cuando vendíamos mal, no podíamos pagar la pensión, nos atrasábamos, cuando
vendíamos bien pagábamos y no nos quedaba nada. Muchas veces, después de estar
doce o catorce horas parados vendiendo, nos acostábamos con un té negro bien
dulce con bastante azúcar como única comida. Para poder pagar la pensión. Nunca
nos poníamos contentos siempre estábamos en la lona, vivíamos trabajando para
la pensión. Terminamos perdiendo, nos echaron a la calle, perdimos
prácticamente que la ropa, tuvimos que dejar todo y vivimos unos meses en la
calle. Primero en el porche del Templo Inglés, allá en la ciudad vieja, luego
en la rambla con mucho frío en invierno. Después copamos una garita de
prefectura, en la rambla portuaria frente a la escollera Sarandí. Bueno
estábamos bárbaro teníamos bañito y todo, la hicimos casita, le pusimos
cortinitas, le echábamos candado y nos íbamos a trabajar, allí vivimos como
cinco meses, hasta que una noche en plena dictadura era, hubo un despliegue impresionante
de camionetas y vehículos y con armas largas toda prefectura hicieron un
copamiento de nosotros y nos sacaron alto el piso con las cosas para afuera, a
la calle. De allí nos fuimos a vivir dos meses, en la escollera Sarandí debajo
de la escalinata, allí se quedaban pescadores que iban a pescar todo el año y
allí vivimos con Marta dos meses. Esas pequeñas vivencias fueron hasta que un
día dijimos, vamos arrancar. A ella no le gustaba viajar, cunado le gustó,
arrancamos que yo parecía, no se. . ., que personaje que conocieran, lo único
que sé que iba lleno de mochilas bolsos en cada mano caja debajo de los brazos,
por que Marta se llevó de lo que había su casa hasta las muñecas patas largas
que iban colgadas en las paredes. Todo lo que le pareció que podíamos cargar,
llevó. Hasta que cruzamos hacia Gauleguaychú y cuando caminamos cuarenta
kilómetros hacia adentro de la
Argentina y en un campo le tiré la mitad de las cosas. O las
tirábamos o me quedaba muerto en la carretera al rayo del sol. Nos desprendimos
de un montón de ella y bueno. . .; en realidad fue desde allí que comenzamos
los viajes con Marta.
-
Desde Gualeguaychú.
-
Sí, desde allí arrancamos ese
día. Fue por el año mil novecientos setenta y seis, primeros meses del setenta
y siete. Allí hay una anécdota muy linda por que fue el primer viaje de ella
conmigo, y cuando cruzamos esa ciudad, caminamos como dieciocho kilómetros
hasta la racial donde pasa la carretera internacional que va hacia Buenos Aires
-
¿Ruta catorce?
-
Ahí va, fue tanto lo que
caminamos al rayo del sol, que cuando llegamos a ese cruce, allí había una
feria ganadera ese día y que estaba acostumbrado a la feria ganadera de
Uruguay, lo primero que ví como el gato Tom fue un asadito. ‘Me salio en los
ojos, enseguida. Asadito, humo. . .’ Como se hace aquí en nuestra patria
tradicionalmente hasta el día de hoy. De noche un carneada, abrían un animal y
al otro día asado. Yo contentísimo, Marta muerta pobrecita, al rayo del sol
pleno verano. Al arribo lo primero que hizo fue, debajo de unos árboles, tendió
una frazada y así como la acomodó y cayó tendida, quedó seca durmiendo del
cansancio. Era su primera experiencia. ¡Y yo no. . .! Yo con los ojos como un
gato abierto y bichando, escuchando ruiditos haber si alguien hacia un fuego,
el sonar de alguna leña.
-
¿Y qué destino era?
-
¿El destino mío?
-
Claro
-
El de nosotros Buenos Aires y
de allí ver. . . Como te iba contando, empecé a bichar a los gauchos, mientras
duró la feria que por otra parte ya se hacía la tardecita, yo veía que había un
restaurante y a los gauchos a caballo les llevaba un mozo la bebida en bandeja y
ellos desde arriba del matungo tomaban el vaso que les ofrecían. Ya no me gustó
mucho, qué gauchos modernos pensé yo, pero igual, lo que a mío me preocupaba
era la comida para la noche. Se hicieron como la nueve de la noche y yo veía
que todos los paisanos, tenían como apartamentitos ahí, se bañaban, se lavaban
y se fondeaban y en una no me aguanté,
ví que quedaban poquititos y llamé a uno y le dije: ¿dígame don dónde podemos
conseguir, todo humilde yo, un pedacito de carne para comer, vamos con mi
señora a buscar trabajo a Buenos Aires. . .,quisiéramos comer alguna cosita, algún pedazo de galleta? Y me
contesta: ‘No muchacho, acá no, acá en
el restaurante hacen para la peonada una comida sola, comemos y a esta hora
todo el mundo se está acostando, no queda más nada. Pero déjeme ver si le
consigo algo’ ¿Quiere un bol o un tachito? le dije. ‘No, yo le consigo’ dijo el
gaucho. Me trajo lo que podía haber sido cincuenta gramos de fiambre, cuatro
sobrecitos de té y unos paquetitos con terroncitos de azúcar
-
¡Impresionante!
-
Esa fue la cena nuestra.
Tenía una decepción tan grande. ¡Yo lo que quería era comer! Marta no quería
saber nada. Esa fue nuestra primera experiencia de los gauchos argentinos. Al
otro día le salimos a ala carretera y nos llevo un hombre con muy buena onda,
directo de la capital argentina y nos acompañó hasta el subte, porque le
dijimos que íbamos a la localidad de Moreno a treinta kilómetros de allí, donde
yo tenía a mi hermano, que el era técnico en electrónica y tenía un taller muy
grande allá, estaba muy bien económicamente. Bueno, nos embarcamos en el subte,
nos puso como quien dice para que llegáramos directo y encima nos regaló una
plata que nos duró para un par de días, para poder movernos por la nuestra.
Desde ese momento Marta y yo le tomamos el gustito y no paramos más.
-
¿Por qué no pararon más?
-
Porque nuestra inquietud era
conocer avanzar, crecer culturalmente
-
Todavía nada de artesanías
-
No. Nada, creo que empezamos
como un año después de lo que te cuento. Pero laburábamos de lo que viniera,
cuidábamos coches, en paradores, que bajaba la gente a comer a mediodía.
-
Che y en la casa de tu
hermano como fue
-
¡Ah! Todo bárbaro, estuvimos
como un mes le ayudaba en el taller y eso, pero siempre con esa inquietud que
no queríamos estancarnos y vegetar
-
Y de allí arrancaron de nuevo
-
Si es cierto, hicimos primero
todo el norte argentino, Salta Jujuy, Tucumán
-
Siempre a dedo
-
Siempre. Y siempre con suerte
de que alguien nos levantara para seguir nuestro camino. Viajes muy largos que
agarrábamos sin querer de repente un camionero nos llevo dos mil cien
kilómetros, de un solo tirón. Sabes lo que es eso, impresionante.
-
Desde dónde, a que lugar.
-
De Buenos Aires a Salta.
-
Sin darte cuenta te veías en
Orán.
-
Esa vuelta hicimos Salta,
Jujuy, Cafayate, Tucumán, toda esa región. Por allá me vinculé con unos amigos
que yo iba recomendado desde Buenos Aires. Me metí en un taller artesanal de
cueros, trabajé unos cuantos meses hasta que agarré experiencia. . .
-
¿En Salta?
-
No, en Tucumán. Mira sin ser
Córdoba, conocimos toda esa región a la vuelta.
-
Así que te afincaste en
Tucumán
-
Cierto, allí nos quedamos,
aprendí el arte del cuero cintos, carteras, medallas, empecé con restos que el
señor me iba regalando, me enseñó a troquelar el cuero y también me regaló unos
marcadores una maceta de madera, una trincheta. Y con eso empezamos de a
poquito y con retazos dimos comienzo a colgantes en cuero con tientos,
vendíamos por ahí y comiendo y avanzando
-
Así que eres un artesano
argentino.
-
Bueno pero eso era para
subsistir y viajar, pero la verdadera artesanía mía dio comienzo en Plaza
Cagancha en Montevideo.
-
Che y después de Tucumán.
¿Qué? Ómnibus, un vuelo de avión. . .
-
Pero ni loco, nada, jamás,
siempre a dedo, pasamos nuevamente por Buenos Aires, unos diez días otra vez
por casa de mi hermano, descansamos un poco, nos pusimos las pilas y arrancamos
para el sur.
-
¿Y cuánto duró ese viaje por
el norte?
-
Y. . . un año más o menos.
-
Bastante.
-
Y sí.
-
Y al sur. . ., ¡qué
formidable!
-
Hicimos varias partes del
sur.
-
Y qué hiciste cuando salieron
de Buenos Aires y encaminaron hacia la ruta numero dos,
-
No sé no recuerdo
-
La que va a Mar del Plata
-
No la que va a Bahía
Blanca y de allí para el lado de la Pampa , Rio Negro
-
Bahía Blanca está en el límite
esta ciudad es bonaerense y Viedma del otro lado del río Salado es rionegrina
-
Mira hicimos Chipoletti,
Neuquén, todo eso, Piedra del Águila, Cutralcó, todas esas rutas. . .
-
Así que llegaste hasta
Bariloche
-
Hasta San Martín de los
Andes, un poco antes, también estuvimos en El Bolsón. Pero en realidad, eso fue
una recorrida muy rápida, casi te diría que como para ir conociendo nada más.
Así que fue eso
-
Hablamos un viajecito de
cuánto tiempo. . .
-
Corto, de dos meses más o
menos y de allí, retornamos a Buenos Aires
-
Pero así que como no seguiste
hacia abajo y estabas en El Bolsón, habrás podido retornar costeando la
cordillera hacia Mendoza.
-
Efectivamente, recorrimos esa
provincia, de allí a la casa de mi hermano y desde allí, hacia el Brasil
nuevamente Uruguayana, Paso de los Libres y hacia adentro de Brasil, año mil
novecientos setenta y ocho setenta y nueve mas o menos.
-
Tu ruta habitual. . .
-
Eso, fue también rápido
llegamos a Porto Alegre y más nada. Y desde allí nos volvimos por el Chuy a
Uruguay. Esta etapa que viene fue el comienzo de las artesanías
-
Sabiendo troquelar el cuero,
ya es bastante.
-
Mira el cuero lo abandoné en
ese retorno a mi patria, pues hasta el día de hoy es carísimo y por decirte
algo el metro cuadrado de suela, debe de rondar los ochocientos pesos uruguayos
y de allí sacas dos materas, el costo, trabajo, herramientas, tienes que cobrar
ochocientos pesos cada una, para entrar a ganar. Después entrar a vender a
veces vendes una cada dos meses. Entonces arrancamos por lo común la bijouterie
y similares.
-
O sea que llegaste a
Montevideo con Marta con una mano atrás y otra adelante y. . .
-
Y allí empecé en Plaza
Cagancha. Nos arrimamos a unos artesanos que ya me habían propuesto de que
vendiera algo
-
Los conocías de antes
-
Si, de camping y de convivencia
de la vida, en algún momento me dijeron si quería pasar por Montevideo y. . .
-
El artesano tiene un olfato
muy especial, verdad Miguel. Se buscan, se aprecian, como un amigo al otro
-
La enseñanza que hay que ver
es el que tiene interés y más en aquel entonces, que éramos treinta y siete, o
cuarenta mas o menos en todo el Uruguay. Entonces el que era artesano, como hoy
día que vamos quedando pocos de los viejos un grupo, solo de diez o doce, con
códigos, con contenciones y decías voy a ser artesano por convicción, por que
lo sentías dentro tuyo. No era cuestión que lo agarrabas como lo agarraron
muchos desde hace unos veinte años a esta parte
-
¿Por qué no me cuentas, que
códigos tiene un artesano?
-
El respeto hacia un
compañero, el no tocarle jamás una herramienta, o una artesanía o un material.
El hacer respetar a las compañeras de nuestras parejas. Se tomaba como un
oficio, era una comunicación con la gente, no llamando la atención sino creando
y defendiendo ya en ese entonces algo que es y tiene que ser demostración de
cultura para cualquier ciudadano. Por lo
tanto el país se tiene que sentir orgulloso de tener sus propios artesanos. Tú
sabes que recién hoy, se empieza a entender que es así. Pero el artesano de aquel
entonces de aquella época fue visto como un sucio, como un despreocupado de la
vida, como un alcohólico, drogadicto y jamás fue reconocido. Yo te hablo por mi
experiencia de treinta o treinta y dos años de artesanías, y te digo que en
estos últimos diez años la sociedad, está empezando a reconocer como artesano.
Antes se decía hay una feria hippie en la plaza y era una feria de artesanos.
El hippie no hacia artesanía.
-
El hippie, no efectuaba
artesanías pues vivía su propia libertad. ¿Es así? Una filosofía de vida
totalmente distinta al artesano, su libertad iba a cuesta y disponía de sus
horarios en base a ello. Ahora, es importante definir socialmente lo que se
llama artesanía. La gente de hoy día, no entiende y por ahí no lo va a entender
por mucha cantidad de tiempo principalmente el uruguayo que es un país de
cultura de trabajo, que la artesano también es un trabajador. Y que lo que hace
el mismo es tratar de demostrarle al pueblo su cultura propia, con sus manos y
que ello existe. Que nosotros pasamos desapercibidos delante de un artesano y
los miramos hasta con un dejo de desprecio, por que prejuzgamos, el artesano no
tiene mucho valor. No es que no tengan valor, quienes no tenemos valor ético
somos nosotros.
-
Te voy a explicar algo
respecto a eso. ¿Qué es la artesanía? Para mí, la artesanía es crear, todos los
días crear algo. Por ejemplo, yo puedo hacer de cincuenta trabajos que tengo en
la mesa, cuarenta y cinco iguales a los que tienen los demás artesanos del
Uruguay, pero hay cinco que fueron creación propia, y que son todos los días, una
creación. Pues cada detalle o movimiento distinto, que le doy a un trabajo es
una creación, es la satisfacción del artesano viejo mismo. Pero la cultura, la
educación ha sido, nula a nivel de enseñanza sobre lo que la artesanía que es
demostración de cultura. No existe ni en primaria ni en secundaria que se le
explique a las criaturas y a jóvenes cual es la diferencia de la artesanía con
lo industrial. Hay gente que determina como artesanos y a mí me pasó pues
estuve ocho años en la feria artesanal de Punta del Este, hasta que fui
marginado por los propios ‘artesanos’ entre comillas, la gente determinaba como artesanos, aquel
qué, figuraba como artesano disfrazado de hippie en una plaza artesanal,
vendiendo artesanías que hacían y hacen hasta el día de hoy ocho o diez
empleados de un taller de Montevideo y los fines de semana le van mandando la
producción. Y con una bincha y una caravana figurando como grandes joyeros y
artesanos. Para la mayoría de la sociedad nuestra, ellos son los ‘artesanos’ y
de Punta, palabra mayor. Esto es igual que para un jugador de fútbol integrar
la selección uruguaya. Allí hay que presentar prueba de taller, participar en
concurso, etc. Ni te cuento que en mis últimas experiencias, me marginaban,
pues yo no era considerado artesano para esta gente, los mismos que a mí o a
muchos de mis compañeros les compraban mercadería en invierno para acumular y
luego vender en Punta del Este, muchos artesanos del Uruguay van con bolsos en
verano, los fines de semana a recorrer la feria de esa ciudad y vos los ves que,
los artesanos están en sus stands van y se sientan en el murito de la plaza y
esos que andan vendiendo al por mayor sacan paquetes y paquetes, y los tipos que
están ahí con sus dólares y que alquilan apartamentos en parada uno y alquilan
entre dos o tres un chalet para pasar la temporada, compran al por mayor
mercadería a esos que no son artesanos.
-
¿Así que vos aprendiste a
hacer artesanías, frente a la
ONDA en Montevideo?
-
Fui uno de los primeros
treinta y siete artesanos del Uruguay
-
O sea que para vos en cierto
aspecto, crees y estimas que la artesanía que ustedes realizan, como me decías
recién, una artesanía creada por vos puede ser modificada dándole un movimiento
distinto a otra pieza, esa segunda o tercera pieza que efectuaste con algunos
cambios, en realidad es una serie pongamos por ejemplo, caravanas, pero. . .
-
Eso pero vamos buscando la
creatividad
-
Entonces con estos
parámetros, consideramos que la artesanía, ¿puede ser un arte?
-
Es un arte, por que la
función del artesano es crear algo distinto, con ese movimiento diferente de la
primera a la segunda y de esta a la tercera y así sucesivamente, yo descubro
con alegría que logré hacer algo nuevo, digo crear una pieza, es como el que
pinta
-
Porque la creatividad, es
arte.
-
¡Claro, total! Para mí sí. Es
como el que pinta un cuadro, hay pintores que. . .
-
Bueno, pero si yo me paro en
Colonia del Sacramento y hablo con los ‘señores’ que creen saberlo todo en
pintura y que por haber realizado algunas exposiciones o haber ido algún tiempo
a Bellas Artes o quemado algunas horas en algún taller pictórico y que me dicen
a mí que: ¡Artesanía no es arte! O sea el artesano es un servil que está ahí
debajo y que no puede hacer arte. Esto que te planteo, lo dicen inclusive
Asociaciones Civiles con personería jurídica de esa sociedad y están
convencidos de ello. Aunque ellos siempre pintan la puerta de la ciudadela, la
calle de los suspiros, el faro, etc. etc., o ver un cuadro con sus bordes
dorados. Siempre creí que arte también era pasar por la artesanía al costado de
un banco de plaza, donde un pendiente,
una tobillera, un macramé, un tallado de madera, una cerámica por pequeña que
fuese, un tejido, bien realizado, eso es
arte, no lo crees tu Miguel.
-
A mi me ocurrió con los
artistas plásticos del departamento de Soriano, pero tuve el honor hace unos
quince años, de ser el único artesano en lo mío que fui invitado a una
exposición de ellos durante una semana que se hizo en la rambla de Mercedes. El
único invitado que tenían todo tipo de obra, sin embargo allí estaban mis
artesanías. Fue todo un reconocimiento de parte de ellos. Pero se qué marginan
a la sociedad, pero son ‘artistas plásticos’
- Y como fue el comienzo con
Marta en aquella plaza de Cagancha. Empezaste una nueva vida
-
Total, me cambió la vida,
nunca me voy a olvidar de esa persona, hasta el día de hoy vive, que le decimos
‘El Abuelo’ Hugo Ximénez, reconocido en todo el país. Y otro fue ‘El Chino’ de
Paysandú Hugo Duarte Centurión, fueron mis maestros hasta el día de hoy. El
Abuelo, gran personaje, me vio cuidando coches en Punta del Este y me dijo: ‘Yo
a vos te conozco pues en invierno, vendías garrapiñadas en Montevideo, el día
que vuelvas allí acércate a la plaza, que te voy a enseñar a trabajar las
artesanías para que nunca más tengas que depender de nadie’ El día que me
acerqué a él, fue una noche de neblina que estábamos cansados con Marta de
vender garrapiñada y nos acercamos para ver si estaba ‘El Abuelo’ y allí estaba
él y unos cuantos muchachos más. Me dijo: ‘Siéntate ahí a mi lado’ Me armó un
resorte con alambre de cobre esmaltado que va con otro alambre por dentro que
queda en forma de una lágrima y eso se rellena de cierta forma con hilos de
colores dándole la forma de un abanico digamos se forman figuras decorativas
solas. El nombre de esta artesanía era: pingo, como los caballos. Me lo armó
bien rápido a la vista mía, y después me dice: ‘bueno toma estos hilos,
alambres y hazte uno’. Prácticamente que lo hice muy similar a de él. Me dijo:
‘bueno, ahora si quieres y te pones las pilas, vas a comer de tus propias
manos’ Me regaló, un alicate que tenía unas puntas atroces de grandes y
redondas, aquello era un asesinato para el alambre, un corta uñas como alicate
para el alambre y un alambre hecho con un rayo de bicicleta que en la punta va
con un doblez en forma de ele para hacer de tipo barriquín que era para hacer
los famosos resortes esos y me dijo: ‘bueno dale, arranca’. Al otro día fue y
les dijo a los artesanos de la plaza: ‘Miren, a partir de hoy Miguel con su
compañera, van a empezar hacer tal trabajo, vengo a advertirles que no se cruce
nadie con él, pues él va hacer sólo ese tipo de trabajo para vender, para
empezar y no se va cruzar con nadie de ustedes pero no quiero que nadie le haga
la competencia’
-
‘Cruzarse’ sería ‘hacerse la
competencia’
-
Exactamente, lo entendiste
bien. Así empezamos. Al quinto mes de ya estar vendiendo y bastante, con Marta
contentos por nuestra independencia, muchos artesanos que fuimos
comunicándonos, en rueda de mate empezaron a intercambiar sus conocimientos
conmigo. Marta empezó con las pulseritas de pegar, hechas a mano con maderas
pegadas con clavo y agujas y a mí artesanos me enseñaron detalles, como hacer
una cadenita el otro después de hechos varios metros de cadena artesanal, como
se pasaban por dentro de los labios toda la cadena para saber si había
enganches que eran eslabones que habían quedado abiertos o muy cerrados y había
que corregirlos, eso se hacía con los labios que era la parte más sensible
haciéndola correr por entre estos. Otro como hacer un broche para cerrar esa
cadena y allí, como vieron voluntad de parte nuestra y que manteníamos el
respeto, que nos empeñábamos y queríamos aprender, aunque si no nos enseñaban
tampoco tratábamos de imitar al que estaba al lado mío. Y al ver eso empezamos
a compartir trabajos y allí nos proyectamos ya con la propia independencia
-
Eso les ha permitido
sustentarse mutuamente a los dos
-
Hasta el día de hoy treinta y
dos años.
-
Che y como dicen todas las
viejas conchetas: ‘Todos drogadictos los de la plaza Cagancha’
-
Había de los dos bandos.
Había quien curtía alcohol, había quien curtía droga y había gente muy sana.
Digo ojo, yo no llamo sano al que no curte ni toma vino, eso no existe. Digo
que no estaba ni en una cosa ni en otra. Estaba el artesano que lo tomo como un
oficio, aquel que lo tomó como un medio de trabajo, otro que vendía una pulsera
y se compraba dos litros de vino
-
Estaba el que se desinhibía,
fumándose un porro. . .
-
Exactamente. Vendían dos
pulseritas, salían corriendo a fumar y después que estaban fumados y estaban un
par de horas tirados por ahí retornaban a vender para otro porro y así la
llevaban. Nosotros, vivimos todo eso, el alcohol, la droga y como única droga
la marihuana, fumé durante catorce años
hasta hace dieciocho años atrás. Marta hasta aún hoy día, se fuma un cigarrito
una vez al mes o cuando pinta como le llamamos nosotros. Cuando llega alguien
amigo a casa me dicen: ‘Miguel se puede fumar’, yo jamás les niego ‘si como no,
lo que estás en la tuya, yo no fumo más’, fue algo, no por razones de salud
sino, que fue algo que fui dejando y bueno, fue una etapa, buena o mala pero
fue una etapa. Y Marta no, cada tanto ella me mira con aquella miradita de cómo
pidiéndome permiso y ella sabe que el permiso se lo ganó con mucho respeto al
lado mío. Yo no tengo ni que darle permiso, sería un abuso de mi parte decirle
fuma uno. ¡No, no! Si tu quieres todo bien, yo no fumo y nada más
-
Tengo una vieja conocida de
setenta y cinco años, que candombea en los carnavales y conversando con la
vieja me dice: ‘Y para andar bien y estar toda la noche sacudiéndose de mama
vieja. . ., en Colonia y en las llamadas de Durazno., Rosario, Carmelo,
Montevideo, a las doce de la noche tengo
que darle unas pitadas, pues sino. . ., no va el esqueleto’
-
Yo no tomo ni alcohol ni fumo
droga, pero la mejor diversión para mi es como hoy compartiendo con ustedes un
vino, exquisito el momento y lo hago con el mejor de los paladares, para
disfrutar ese vino con los amigos, para mí es como una cadena que se entrelaza
entre amigos, con este respeto y esa cosa que nace sola y charlando, lo hago
con gente muy íntima. Si sé que es un alcohólico, trato de no acompañarlo por
que es como que yo mismo lo provoco a que siga tomando. El alcohólico necesita
tener el pretexto de que alguien lo acompañe, por eso el alcohólico en un bar
te puede ofrecer si estás sin comer una copa pero no te da plata para que te
compres un refuerzo. Lo digo pues me ha pasado, de pedirle a alguien para comer
y decirme: ‘no mira disculpa no tengo plata, si quieres tomarte un vino si,
haber serví (dirigiéndose al cantinero)’ Pero bueno, allá ellos con sus vicios.
-
Y en plaza Cagancha ¿cuántos
años allí?
-
¡Uh!! Varios. . ., no sé
pero. . ., siete años más o menos. Hasta que agarramos bien el oficio y después
empezamos a viajar con Marta.
-
¿Y a dónde?
-
Bueno, hicimos todo el
Uruguay primero, fuimos los primeros en recorrer los pueblitos más escondidos
que puedas pensar. Como ejemplo, Fraile Muerto, Cerro de las Cuentas que lo
llaman así pues cada vez que llueve, se lava el cerro y aparecen cuentas de
colores en su falda, seguro que es de las piedras geológicas. Melo, Río Branco,
Laguna Merim todo el país y en cualquier rinconcito allí íbamos. Ferias
ganaderas, nosotros hicimos plata con Marta, en domas, criollas en el medio del
campo a ochenta kilómetros de cualquier pueblo, yo me enteraba y en esos
lugares vendíamos en el día lo que no vendíamos por ahí en un mes en una
ciudad. Por que son gente que jamás baja la ciudad, las mujeres se enloquecían.
Los lugares insólitos. . .
-
Es decir, te agarró el
comienzo de la nueva democracia un tramo en plaza Cagancha y un poco viajando
por el interior
-
No, no había venido al
democracia todavía, Fue antes, no, cuando llegó la nueva democracia, yo estaba
en el exterior exiliado que después vamos hablar de ello. Yo fui expulsado del
país en el año mil novecientos ochenta y dos. Decretado persona no grata en el
Uruguay, con la amenaza de ir a un cuartel si no me retiraba del país. . .
-
Bueno tal vez, intervine mal
-
Claro, hay una anécdota que
te quiero contar vinculada con el corte de pelo que hacía referencia hace unos
momentos en Arbolito cerca de Melo. Estoy en Fraile Muerto en Cerro Largo a
cuarenta kilómetros de Melo por la ruta
nacional número veintiséis hacia Tacuarembó y cuarenta kilómetros más hacia
adentro del territorio dejando esa ruta cerca de Cerro Chato, todos esos
lugares a la vuelta. En este pueblito, no vive nadie, te diría que no existía,
lindo, de bastante habitantes no sé pero serán mil quinientos habitantes a la
redonda, que el único punto de encuentro era la estación de servicio, después
no había un local que se destacara, una
panadería nada y había una pequeña pensión, cerca de la estación del
ferrocarril y allí nos quedamos con
Marta, por que basados en que era un pueblito que nunca nadie le había
entrado, fuimos los primeros hippies o artesanos, según para quien, que
ingresábamos ahí y entramos a hacer una torta de plata pero vendimos tanto, que
nos fuimos al Brasil. Vivimos como cinco días en un hotel de cuatro estrellas,
hicimos compras, compramos cualquier cantidad de material, carpa y todo
volvimos a Fraile Muerto y seguíamos vendiendo bien. En la pensión conocí a un
comisario que se quedaba de noche allí pero en realidad, estaba destacado en el
destacamento del Cerro de la
Cuentas que era una población de unos quinientos habitantes.
Ese señor, un hombre joven, le decían ‘el rifle’, pues siempre andaba con un
rifle en el estuche del coche. Ese era el sobrenombre. Entonces, con él y el
dueño de pensión tomábamos mate todas las mañanas, antes de salir al trabajo de
cada uno, a él le quedaba unos quince kilómetros y retornaba a la noche, era de
Melo. Cierta mañana tomando mate con él, en la cocina de la pensión me dice: ‘¿Flaco
cuanto hace que andas con esto de vender así en la calle?’ Y le contesto: ‘No
sé unos diez doce años, viajando’ Saca cuenta y me dice: ‘ No, entonces no creo
que seas vos, por que una vez le cortamos el pelo en Arbolito a un flaco muy
parecido a vos’ Y lo miro y le digo: ‘Te acuerdas, que yo pasé y sanamente
ofrecí documentos, que era el mediodía y saber si tenía que mostrar documento y
me dijeron que no. Que eran control de tránsito de vehículos. Y me ofrecieron
comida y me cortaron el pelo’ Blanco, pálido quedó el tipo. Me dijo: ‘No
flacona me digas que eras vos, hermano. Perdóname, mil perdones. Era yo el
suboficial, recién egresado de la Escuela
Nacional de Policía y en aquel entonces nos mentalizaban que
cada peludo era un enemigo. Ya ves, nunca fue nada personal contra vos hoy tienes
tus pelos largos de nuevo y yo hace un montón de días que tomo mate contigo y
conversamos juntos en la cocina y para mí eres uno igual que yo’ Bueno veinte
mil disculpas el tipo llama al dueño de la pensión y le cuenta la anécdota y le
dice a José el personaje, el dueño de
la pensión: ‘José cuando yo retorne todos los día s de la comisaría,
por favor para servirme la cena, a partir de hoy quiero que esté Miguel Ángel,
hasta que él no llegue que no se me sirva la comida, a partir de hoy quiero que
me dé el honor de acompañarme en la mesa a comer’. Y te voy a decir algo
refiriéndose a mí: ‘Mi nombre es Alfredo Estévez y nunca te olvides de mi
nombre, por que el día que tengas cualquier tipo de problema en cualquier
rincón del Uruguay, házmelo saber a Jefatura de Policía de Cerro Largo que yo
esté donde esté te voy a demostrar que nunca tuve nada contra los hombres de
pelo largo y menos al conocerte a vos ahora’
-
¡Qué ejemplo verdad!
-
Perfecto el tipo y allí quedó lo que es la
vida. Nunca tuve que molestarlo, aunque me gustaría algún día, volverme a
encontrar. Por que me quedó grabado la rectitud de esta persona.
-
Una persona de tu edad más o
menos
-
No más joven que yo. Si,
puede ser, lo que yo siempre me lo recuerdo como que era un hombre joven. Tres
cuatro años tal vez mayor , en fin.
-
Y de allí que pasó te fuiste,
emprendiste otro rumbo.
-
Estuve un par de días más y
vinimos paras Mercedes. Ahí comienzo a vincularme con la política, y entro en
el Partido Nacional, dentro del Movimiento Nacional de Rocha. En aquel entonces
Carlos Julio Pereyra estaba proscrito, año mil novecientos ochenta y dos yo ya
había estado en una reunión clandestina con él en Rocha, otra en Lascano y a lo
que me encontraba en Mercedes ya instalado me enteré por los que me vinculaban
que iba a estar en Dolores. Me encuentro con él y tuvimos una reunión entre una
once personas del partido nacional de Dolores, de noche. Al otro día dio una
charla abierta en el Club Italiano de Mercedes. Y cuando voy a ingresar al
recinto, me detiene la policía de investigaciones y me llevan detenido.
Inmediatamente Marta va y le avisa a un hombre que es amigo hasta el día de hoy
y en ese entonces fue diputado del partido nacional Raúl Rosales que es abogado
del departamento de Soriano y le avisa lo que sucedió. Va de noche a la
seccional de investigaciones y lleva una doctora por si me habían tocado y me
hace revisar delante de los oficiales de
investigaciones y elle me preguntó delante de ellos: ‘¿Le golpearon, o hicieron
algo?’ Le respondí que no y terminó la revisión lo más bien. Pero ahí le dan de
plazo al partido nacional para que me saquen del país, bajo la amenaza de que
si no me saca inmediatamente voy para un cuartel. Entonces me sacan pero
primero voy a la pensión que vivía con
Marta vigilado durante veinticuatro horas con un milico de investigaciones. El
partido reúne un dinero, me sacan del país y me dieron la plata ingresar en
Buenos Aires. Estuve dos meses viviendo en la plaza artesanal vendiendo
artesanías y dormía en un banco de la plaza, para ahorrar toda la plata posible
para mandar a buscar a Marta y su hijo que en esa instancia tenía quince o diez
y seis años. Y así fue en ese tiempo entre por Paysandú me vine en ómnibus
hasta las orillas de Mercedes entré de noche a Mercedes y fui hasta la pensión
y me llevé al otro día de madrugada a Marta y Julio para Buenos Aires.
Estuvimos exiliados allí hasta el año ochenta y seis entre medio nos fuimos a
Neuquén y vivimos allí un año y medio, donde trabajamos muy bien y fuimos
haciendo plata. En el ochenta y cinco se vuelve Marta cuando la democracia y yo
me vuelvo en el ochenta y seis. Estuvimos un año en Montevideo donde hubo un
mal ambiente en la plaza Cagancha voy y llego y estaba lleno de vendedores de
punta a punta. Yo armo en el medio de la plaza pues allí había un amigo de
muchos años que dividió su mesa haciéndome un lugar para mí. A los dos meses de
retornar el se va definitivamente con su familia para Buenos Aires y transo con
él un apartamento que el tenía en el famoso hotel edificio Latido donde arriba
estaba el diario La
Democracia que era de Wilson Ferreira y abajo antiguamente el
Diario El Popular eso estaba todo tapiado. Allí vivo por un tiempo yo le di una
platita y un material para arrancar para la Argentina conseguí ese
apartamento, pero, yo no pagaba nada ahí, nos quedamos con Marta a vivir allí en
dieciocho y Río Branco. Al otro día de irse este hombre, voy yo a vender en
lugar de él, había otro puesto en el lugar entonces, pregunté de quien era eso,
pues yo iba a vender allí. Y se me viene un loco que vendía monedas antiguas
allí
-
Numismático
-
Ahí va, se me vienen él y dos
más y me dicen: ‘Como vos eres uno de los últimos artesanos que habían venido a
vender a la plaza, a mí me correspondía , el último lugar en la esquina allá en
el punto cero de la plaza y a medida que se fueran retirando compañeros vos vas
a ir avanzando como todos hacia mejores lugares’ Entonces le pregunté:
‘¿Disculpa y vos quién sos?’ Me dijo: ‘Soy el presidente de la plaza de los
artesanos, y ellos dos son los delegados’ Y yo los miro y les digo: ‘Qué ironía
no, que hombre como yo, nos persiguieron toda la dictadura acá en plaza
Cagancha y nos mataban a palo una vez por semana, para borrarnos de aquí para
que nos aterrorizáramos para que hoy día vos tengas el derecho junto a ellos de
venir a echarme, yo forjé junto a otros compañeros lo que es esta plaza para
que , vos tengas el derecho de venir a sacarme.¿Sabes una cosa? ‘Voy a vender
igual’. Abrí mi bolso y puse todas las mías sobre las artesanías del que estaba ahí. Vos no
sabes la reunión inmensa que fue la plaza.. Al rato viene
un compañero de aquella época, y me dijo:
‘No Miguel discúlpa a los muchachos, no sabían
quien eras Miguel todo bien,
puedes vender aquí está arreglado ya’. Le
dije: ‘Bueno hoy voy a vender y es el primer y el
último día que piso plaza Cagancha. Y así cumplí, hasta el
día de hoy eso que me impuse yo mismo nunca más fui
a la plaza. A pesar de que mantengo amigos, voy a
visitarlos, tomo mate con ellos y se me dice y
se me repite siempre: ‘Miguel, cuando quieras venir a
vender diez o quince días, tu lugar sigue siendo en
la plaza’ Y yo firme con mi juramento. Pues ahora
me respetan a mí por que hubo tres o cuatro
compañeros que les dijeron quien soy yo si
hubiera sido un pibe que recién comienza, o del interior, ustedes lo hubieran echado como
a un perro con intentaron conmigo, entonces ese tipo
de cosas yo no estoy acostumbrado a compartirlas. Y
me fui.
-
Ya se estaba degenerando el
ambiente
-
Efectivamente. Hasta ahora,
-
El respeto que imponía ‘El
Abuelo’ ya se había perdido
-
Si totalmente, ya no había
códigos, gente vendiendo ropa, relojes, copas, hoy día de mi época, ya no queda
nadie. Dos. Después todos revendedores. De allí
arrancamos para el interior y en uno o dos meses llegamos a lo que hoy
es Villa Soriano ese lugar gigantesco, maravilloso que tiene este país. A mí me
cambió la vida los últimos quince años, allí encuentras amor, tranquilidad, paz
y una luz en tu interior y esos años, son. . ., no el fin del camino, sino el
fin de los que yo buscaba, mantenerme de pie para servir a la gente, que ha
sido mi función de estos último quince años. Sólo vivo para eso, para el retorno
que haya de cada persona que me conoció en villa Soriano, me encuentren y
volver a estar ahí y volver a tender mi mano y que nadie se vaya con las manos
vacías. Si tienen plata y me pueden pagar, yo les agradezco la compra, pero si
es un amigo que retornó y ese año, no puede comprar, se va a llevar un cuadro,
o una pulsera, o algo o parte de algo, de mi casa por ese agradecimiento que yo
tengo hoy por la gente. Pero ese es otro relato que quiero hacer especial a
Villa Soriano.
-
¡Villa Soriano pa’ no
olvidarte! ¡Vamo falco todavía!
-
Nosotros después de un
tiempo, nos fuimos desde Mercedes a vender artesanías al local de Bequeló, un
local ganadero, a unos kilómetros de allí.
-
Qué no era la loca del
Bequeló, la canción de Santiago Chalar. No efectivamente, no era ella. Bueno, estando
ahí fueron desde Villa Soriano un grupo de estudiantes de la UTU a una exposición técnica y
artesanal de ellos. Allí conocimos dos chicas con la que hicimos amistad y nos
invitan a ir a conocer Villa Soriano como artesanos, y que allí nunca ha habido
artesanos ni hippies y que había una fiesta que le denominaban fiesta de la
primavera que a pesar de que todo el
mundo diga hasta hoy día que es la de Dolores la más-
grande y bonita del país, con
apoyo del gobierno, Ministerio de Turismo, etc. Cuando en realidad, tres años
antes de Dolores, se hizo y se3 hace hasta hoy día en Villa Soriano. En aquel
tiempo se hacía con carretas, con carros, disfrazados con hojas de palmera, se
adornaban con gauchos tocando la guitarra, con farolitos a mecha. Hecha que
había sido la invitación, como nosotros con Marta cuando se habrían las puertas
de alguna localidad nueva allá íbamos. Fuimos. Nos bajamos del ómnibus en la
mitad del pueblito y de allí dejamos la mochila en un almacén y miramos un
lugar donde acampar cerca del río. Que al final terminamos en el final de la
calle con el puerto o sea el local de prefectura. Nos acercamos a preguntarle
al marinero donde podíamos armar la carpa, que éramos artesanos, que veníamos a
la fiesta de la primavera y lo que íbamos a vender. Entonces el marinero, nos
explica que hay una palmera, que era muy limpio y que allí podíamos acampar.
Nos pregunta: ‘¿Cuántos son ustedes?’ Le digo somos mi señora y yo. El hombre
me dice: ‘Si no lo toman a mal, acá dentro hay cuatro cuchetas que están
libres, yo estoy de guardia y por dos días, por lo tanto si quieren a mí no me
molestan que se queden aquí dentro, para que van armar carpa’ Nosotros locos de
la vida, con baños, ducha, dormitorio con cuatro cuchetas. Nos quedamos allí
con él. De noche se apareció con una bolsa llena de comestibles, verdura,
carne, fideos, nos dijo: ‘Acá tienen muchachos, yo como con ustedes, eso sí,
ahí tienen todo pero cocinan ustedes’ Todo fue muy bien y al otro día fuimos a la
famosa fiesta de la primavera. Vendimos bien durante todo el día de las diez de
la mañana hasta las once de la noche, y
retornamos a prefectura, esa noche nos cuenta este hombre, hoy fallecido, se
ahogó, un baqueano muy conocido allí y muy conocedor del río Negro. Él iba en
un embarcación junto a un pibe de dieciocho años que era epiléptico, cuando
vienen retornando, donde venía una canoa detrás de la otra, cerca de Villa
Soriano, se separan las embarcaciones arriba la primera y se dan cuenta que la
otra en que venían ellos dos no aparecía. Después de unas horas retornan y no
los encontraron. Tres días de búsqueda y allí en ese tiempo los encuentran
ahogados a los dos. Se estima al día de hoy, que al pibe le dio una crisis y
por intentar salvarlo se les dio vuelta la canoa y fallecieron ahogados. Se
ahogaron en un lugar donde daban pie. Era considerado uno de los hombres más
baquianos que salía al río con tormentas, con vientos, con nieblas
-
Y eso que el río allí tiene
algunos lugares de hasta con quince metros de profundidad
-
Si pero donde fue la tragedia
no. Es más se supo que esa primer noche hubo una temperatura de cuatro grados
bajo cero. También debe de haber incidido el frío. Era un hombre muy querido,
muy reconocido por mí y por Marta. Le decíamos el Poto, era un marinero que
dejó su esposa y dos hijas. Esta anécdota ocurrió años después de lo que te
venía contando. Esa noche el nos habla y nos dice que al otro día venía, un
nuevo marinero a cambiar el turno que era de allí también de la Villa , de apellido Santos y
que él no sabía si iba a tener la misma actitud de su persona. Nos decía que
tal vez se podía molestar si encontraba dentro dos personas extrañas. Cosa muy
bien aceptada de parte nuestra para no comprometerlo a él. Pero también nos
ofrece, que él vivía a dos cuadras de prefectura y nos dice: ‘Si ustedes no lo
toman a mal, me gustaría llevarlos para casa. Mamá murió hace un par de años y
su casa, es una casa muy nuevita está totalmente amueblada y si quieren se
quedan allí’ Y así fue una atención divina de parte de la familia y del pueblo
para mí y mi esposa y nos quedamos dos días más. Y nos fuimos, pero ya nos
fuimos decididos profundamente a volver, por esa calidez, por esa demostración
del pueblo en general que nos aceptó. Era un calor especial, un aura, el lugar,
la paz, algo que te envolvía, que te ataba al lugar. Algo bellísimo que no lo
puedes explicar con palabras que se siente solamente en tu piel. Aún mantengo
eso en mí profundamente, está intacto hasta ahora. Y gente que va actualmente
que está comunicada conmigo por mis artesanías hasta poder servirlos aunque sea
en algo. Todos coinciden el ochenta por ciento que hay un algo especial en
Villa Soriano que te provoca eso. Te lleva a querer dormir, a estar en paz, a
renovarse a la gente que va ahí. Van soñando con salir a caminar, no quieren
que se les moleste, están en un mundo en el cual no quieren salir. Al año o un
poco antes a los nueve meses nos vamos con Marta y me acuerdo que llevábamos
como único valor material dos mochilas, una colchoneta, una carpa allí llegamos
a instalarnos definitivamente. Alquilamos al final una pieza con baño y cocina
por diez pesos por mes. Que serían unos
cien pesos de ahora. Estuvimos viviendo allí como dos años, hasta que se da el
hecho que nos tuvimos que ir a vender pues en temporada nos íbamos a Punta del
Este a vender, que era de noche de seis a una de la mañana y de tarde vendíamos
artesanías en las playas. Al segundo mes d e estar allá, prácticamente a punto
de retornar yo recibo una lesión en la planta de mi pie, pues andaba de
sandalias de cuero vendiendo artesanías en la playa y cuando retorno al
camping, me voy a duchar y noto que la sandalia la tenía pegada al pie. La desprendo y me doy cuenta que era sangre
seca, me reviso y era un a tachuela que estaba incrustada en la sandalia y ese
pequeño pinchazo en la punta del pie, me provocó una úlcera que formó infección
en la raíz de entre el primer y segundo dedo. Debido a eso, me trasladan a
Montevideo por ser diabético ya, con el pie bastante embromado, el cual al
segundo día de estar internado en el Maciel se me gangrena la base del pie y
me amputan los dos dedos y tuve una convalecencia en el Hospital Maciel como de
dos meses. De allí me trasladan para el hospital de Mercedes y Marta pasa la noche
conmigo y se va para villa Soriano para la casa que alquilábamos. Allí se
encuentra con la sorpresa que la mujer, nos había dado el desalojo pensando que
no volvíamos más. Pues los dos meses de temporada que habíamos hecho, más los
dos meses del hospital, sumaban cuatro meses de una total ausencia. La mujer
creyendo que no retornábamos y estaba todo con candado hizo el trámite de
desalojo por medio de la jueza de paz, para poder ingresar haber si no habíamos
dejado algo. Ella retorna y me cuenta esa novedad, entonces hablo con el médico
me voy a casa, firmo un papel como que me niego a quedar internado y retorno a
la villa. Allí comienza una peripecia de varios días, ante el hecho de que no
tenía solución, no tenía marcha atrás el desalojo y tenía cierto plazo de parte
de la dueña de casa por hacer abandono del lugar que yo alquilaba. Busco por
medio de las autoridades del departamento, gente con las que tenía relaciones
morales y políticas conmigo por haberlos acompañado en las elecciones
departamentales y haber llegado los mismos a ser intendente. Yo estaba dentro
del ejecutivo del partido nacional a nivel departamental en Soriano y se lavaba
continuamente en todo, entonces ante ese hecho, yo amenazo a la jueza de paz de
Villa Soriano de que como ella estaba
interviniendo en el caso por que había aparecido una casa que la intendencia me
daba pero, estaba ocupada por otra
persona a quien la Junta
local le había dado la llave de esta casa y esa persona la tenía ocupada con
herramientas, arreos de caballo, sillas, un montón de cosas particulares. Él se
negó a entregarme esa vivienda entonces hablando con la jueza de paz, ella me
promete intervenir en el caso hasta tomar bien conocimiento del mismo y se
compromete ante mí a so0lucionar el
problema. Y yo le otorgo veinticuatro horas de plazo. Si en el transcurso de de
tiempo, a la vez de que yo estaba
cansado de golpear puertas, yo iba a comenzar con la actitud de comenzar una
huelga de hambre. Ella me pide que le haga el favor que le aguante hasta el otro
día a las seis de la tarde que vayas por su domicilio para obtener una
contestación. Transcurrido del tiempo, me contesta: ‘Qué no, desgraciadamente
no podía hacer nada que para sacar esa persona, le iba a llevar unos meses el
trámite de desalojo y demás’. O sea en una palabra, no tuvo una buena
definición departe de ella, no pudo hacer nada legalmente. Entonces, me retiro,
me voy a mi casa, levanto el termo y el mate, mi bastón, mi compañera que me acompaña y parto rumbo a
la iglesia. Ahí es donde viene el relato de una vivencia tragi-cómica para mí.
Donde ingreso a la iglesia de tardecita, estando las tres señoras hoy en vida
todavía ellas que eran las encargadas de cuidar la iglesia, mantenerla limpia y
demás. Cuando me acerco a la puerta, ya habían cerrado la primer hoja grande de
la puerta principal y ya casi cerrando la última hoja de la puerta. Como ven
que yo avanzo hacia adentro, por el patio de la misma, esperan a ver que
necesitaba. Sin decir palabra, ingreso al recinto, paso al lado de ellas y después
que estoy adentro les digo cual era mi actitud a partir de ese momento.
Textuales palabras: ‘Buenas tardes señoras, vengo a comunicarles que a partir
de este momento, vengo a ocupar la iglesia en una huelga de hambre por
vivienda’ Ellas, asombradísimas como no entendiendo, lo que estaba diciéndoles,
se miran unas a otras y se preguntan entre ellas: ‘¿Qué. . ., qué va hacer?
¿Qué es lo que va hacer? Una me mira y me dice: ¿Y la iglesia que va a pasar?
¿Va a quedar abierta?’ Y yo les contesto: ‘No sé señora, usted haga lo que
quiera, yo de acá adentro no voy a salir, si quiere ciérrela, pero yo me quedo
acá’ Y le comunico a mi compañera: ‘Marta ve hablar con la señora juez, con el
presidente de la junta local y con el comisario y comunícarles a partir de ahora
la actitud que tomo’ Entonces fui con mi mate, el termo y mi tabaco me senté en
un banco largo muy próximo al cristo articulado que hay en Villa Soriano casi
debajo del mismo, separo el otro para poder girar mis pies y ponerlos en alto y
mateo y fumo. Mientras las señoras, vieron que mi señora salió a efectuar las
comunicaciones y se pusieron a rezar. Iban y venían del altar a la puerta de la
iglesia por el medio, por el pasillo, rezando en voz alta. Yo no sé si rezaban
para que yo me fuera o como pidiendo perdón por mí por haber cometido el
sacrilegio de estar patitas arriba fumando y mateando bajo la figura del
cristo. A partir de allí se armó un revuelo muy grande, empezaron a llegar
autoridades, unos con promesas, otros
con soluciones y otros con apoyo. Las soluciones eran que si dejaba la huelga
se iba hacer algo por mí. Cuento típico, llega el presidente de la junta con
los ediles de la junta local con un bolso inmenso de comestibles, fideos,
latitas de corned-beef, cuatro kilos de pulpa, kerosene pues cocinábamos en
primus, velas pues no teníamos luz eléctrica, etc. Pero, con la condición que a
partir de ahí me iban a ayudar económicamente por un tiempo hasta que esto se
solucione. El problema a la vivienda: ¡nada!
-
No existía de inmediato solución
ninguna
-
¡No, No. . .! Andá a comer a
la casa que tenés el desalojo, o en la vereda. ¡Pero por lo menos comé! Y yo
rechazo rotundamente para mí, lo que era todo ese tipo de querer comprarme.
-
De dádiva
-
Exactamente. Que estaban
haciendo a cambio de. . ., cambiar mi actitud. Les contesté que no. Que de
ninguna manera. ¡Que, qué. .. esperanza! Que está decidido y que de ahí no me
muevo, cuando se retiran con los comestibles los llamo. ‘Vengan, vengan, no,
no, los comestibles, désenlo a ella, que ella no está haciendo huelga ninguna y
ahora vuelve para mi casa y ella está pasando hambre igual que yo. Así que
dejen eso para ella. Prácticamente que se los exigí. Bueno entre tire y afloje
pasé la noche, bárbaro, con las puertas abiertas. Mi compañera se retiró a
altas horas de la noche a dormir y hasta ahí todo bien. Puse un cartel al otro
día en la puerta de la iglesia bien grande que decía: ‘Artesano en huelga de
hambre por vivienda digna y decorosa’ Algo, que tenemos que entender los
uruguayos de una vez por todas, que te ampara y te corresponde por Constitución
Nacional. Allí especifica que todo ciudadano uruguayo que demuestre no tener
los medios económicos parta tener una vivienda, digna y decorosa, ¡el Estado
debe de proveerla! Lo que pasa que la
mayoría estamos acostumbrados a quedarnos sentados en nuestras casas a que nos
lleven las cosas. Estamos acostumbrados por una cultura política que nos
inculcaron durante cien años a depender del choricito, el vaso y el vino entre
una chapa y unos bloques o el cuentito aquel que le vamos a reclamara quien
votamos. Si nos interesáramos un poco
más por nuestros códigos que nos amparan y por las leyes que nos decretan en la
propia constitución, estaríamos exigiendo nuestros derechos y los ganaríamos.
Al otro día fue el desfile de gente con anécdotas muy bonitas, como una señora
muy pobre, con quien tengo una amistad muy linda hasta el día de hoy, que todos
los días me llevaba algo para comer o tortas fritas o alguna botellita, o
sobrecitos de té, azúcar, etc., y yo le decía: ‘No señora, muy agradecido, le
agradezco mucho, pero estoy haciendo huelga de hambre’ y me respondía: ‘Ya sé
mijo pero algo tiene que comer, me imagino’ Claro no relacionaba.
-
Y alguna otra tienes
-
Y mira los chiquilines de
quinto y sexto de escuela, se les dio una charla sobre lo que era una huelga de
hambre. Convivencias con los pobladores y al segundo día llegan las maestras de la Escuela Pública de la villa,
antes de irse a las seis de la tarde, pues algunas eran de Mercedes y otras de
Dolores, pasan a ofrecerse para ver que podían hacer por mí. Y yo lo primero
que les pido, fue: Prensa. Que por favor se comunicaran con la televisión, las
radios, los diarios, para que se supiera lo que estaba pasando. Pues hasta ese
momento se había mantenido todo internamente dentro de Villa Soriano, no había
todavía venido nadie. Y bueno, así fue la reacción de ellas y al otro día
estalló la bomba y se presentan varios medios hasta la televisión y ya no se
pudo tapar más. Esa misma noche, después
de la difusión, se hace presente el secretario general de la Intendencia hoy día
fallecido y le encuentra una solución por escrito que: ‘Al otro día si dejaba
esa actitud, se empezaba a construir de material’ Y así fue, en pocos días empezaron a llegar camiones desde Mercedes,
con bloques, material de construcción, etc., etc. Y allí arrancó la casita con
unas pequeñas trabas desde el principio pero se fue haciendo.
-
¿Dónde vivís hoy?
-
Efectivamente, la cual la
bauticé antes de vivir allí ‘El Orejano’ por que yo sabía que eso les pegaba. .
. allá mismo. ¿No? En las bolas, para decirlo crudamente. Para muchos sabían
que eso era como gritarles en la cara: ‘Yo pude, logré lo que me pertenecía por
derecho’
-
Así que ahora eres un vecino
más aquerenciado allí y formando parte activa de esa sociedad. Haciendo conocer
tus derechos y los de la Villa
también, pues aunque sea o parezca una contradicción, Villa Soriano es un
diamante en bruto sin pulir. El que quiera ir puede comprobarlo y allí está
Miguel ‘El Orejano’ con su cabeza bien abierta. Y haciendo valer sus derechos
ciudadanos que están se ve intactos.
-
A mí me pasó, después de esa
huelga y que me empezaron a construir la casa y me la construyeron, se me dio
vuelta el ochenta y cinco por ciento de la población. Por darte un par de
ejemplos, la gente lo tomó como que la huelga había sido contra Villa Soriano.
No entendían, ni razonaron en ningún momento que yo el reclamo se lo hacía a
las autoridades departamentales y exigiéndoles que se me respetara los derechos
que me da la Constitución. Como
ciudadano.
-
Pero. . ., no sólo la gente
no lo entendió, si no que hasta la señora muy humilde ella, que te quería hacer comer, tal vez era una
muy buena madre y crió una cantidad de hijos y por eso no te dejaba faltar “la
comida”
-
Ella no relacionaba mi
reclamo. Un ejemplo contundente fue una mujer que me paró en la calle y me
dijo: ‘Yo Miguel soy una de las que fui a protestar a la Intendencia contra vos
pues lleve treinta y siete años viviendo en la Villa y a mí la Junta nunca me dio nada’ Entonces le dije: ‘Bueno mira, quizás vos
hace treinta y siete años tendrías que haber reclamados los mismos derechos que
yo exigí ahora para ganarme esto y hoy día tendrías tu casa propia. Es un
derecho que te pertenece. Vos no podés pretender que yo venga desde afuera
hacer una huelga de hambre para que se te haga una casa a vos. Lo que yo hice
fue demostrar que si queremos se puede’.
El sistema político tiene que entender que nosotros así como les damos
nuestro voto, somos dueño de él. Pues les voy a poner un caso muy cercano con
un diputado del Frente Amplio una discusión muy áspera, pero con cultura de
parte mía reclamándole a él, de la división
que existía internamente dentro de Villa Soriano y que yo lo acusaba a
él de ser el culpable por no participar en el desencuentro que había entre
varias listas y él frente a un montón de gente, me dijo: ‘Bueno compañero, no
es el momento de sacar eso, mire. . ., en otro momento’ Y le dije: ‘No, pare,
compañero no, vamos a entendernos, yo soy orejano y ustedes lo que tienen que
entender que mi voto es tan orejano como yo’ El día que los uruguayos
entendamos que nuestro voto es la mejor arma cívica que tenemos, muchos, de
estos politiqueros van a empezar a temblar. El día que el ciudadano aprenda que
la mejor arma contra lo que no se cumple y las promesas hechas en vano, podemos
destruirlas con el voto nuestro
-
Y cuéntame, paso el tiempo,
estás vendiendo bien, trabajando de tus artesanías, pero llegó el día en que te
encuentras ahora con este problema de salud.
-
Con una pierna amputada, ante
una omisión de asistencia y peleando por mis derechos a quien sea. Lo principal
que yo estoy exigiendo que por allí vino esa huelga de hambre que inicié y
terminé hace unos quince días atrás mas o menos en la plaza Cagancha o Libertad
en Montevideo. Fui y hice ciento noventa y dos horas de ayuno total me faltaron
tres horas para cumplir los ocho días. Por distintas actitudes, principalmente,
por mi propia salud y el derecho que
después de ocho días no se hizo presente nadie, absolutamente nadie, de los que
yo exigía en esos momentos ser atendido que era la Ministra de Salud Pública
o alguien por lo menos cercano a ella, ante el abandono y la indiferencia y la
soberbia de ella de no querer bajar del pedestal en que está, otra cosa no se
puede decir, pues la soberbia no le permitió ir
humildemente a la plaza para conversas dos minutos conmigo, pero sí el
circo le permite andar tocando tambores por la calle.-
Debemos de acotar que en este
momento en que estamos haciendo la nota, tienes una pierna amputada,
aproximadamente unos quince centímetros debajo de tu rodilla por sufrir de
diabetes. También es bueno que se sepa que tienes el otro pie también amputado
casi en su totalidad.
-
Si está cortado casi en la
mitad del mismo. Es el pie derecho y en él poseo un plantal pues me recortaron
todo el miembro desde hace doce años. El
izquierdo que hoy tengo amputado, se lesionaba ante cualquier cayo, ampolla o
machucón siempre se lesionaba.
-
¿Y concretamente que es lo
que tu estás reclamando?
-
Mira en Villa Soriano existe
una ambulancia, de muy precarias condiciones, donde yo era llevado hasta
Mercedes y desde allí me llevaban al otro día a Montevideo a cambiarme un yeso
que se llama yeso de contacto total, que es un nuevo sistema que lo aplica una
traumatóloga de pie diabético especializada en ese tema casi única en el
Uruguay y ese tratamiento se hacía en el traumatología. Se da la omisión de
asistencia y eso deriva que en enero y febrero del dos mil siete. ¡No! mejor
dicho el último viaje que hago antes de la omisión de asistencia es el trece de
diciembre de dos mil seis. Hasta ahí todo bien, cuando ese día concurro a
Montevideo la doctora con mucha alegría me comunica que estaba prácticamente
cerrada esa herida después de un largo proceso que concurrí quedaba lo que era
una cabecita de un alfiler para sellar. Y ella me dice, creo que quedan uno o
dos sellos más me gustaría hacer para asegurar la cicatrización, eso me lo dice
el trece de diciembre de dos mil seis. A partir de allí se empiezan a generar
las omisiones de asistencia durante el resto de diciembre y enero y febrero de
dos mil siete porque nuestra ambulancia pasó a talleres, estuvo parada en
arreglos durante esos dos meses. Cuando retorno el ocho de marzo allí es
entonces donde se niega Mercedes durante todo el resto de los viajes que tenía
que hacer durante quince días, cada vez que el médico de Villa Soriano, llama a
Mercedes, para organizar el viaje, le contestaban que no. Qué de Mercedes hacia
Villa soriano no se movían ambulancias, siendo que la policlínica de la villa
depende del hospital regional. Y no, se niegan rotundamente esos dos meses.
Luego que nuestra ambulancia estaba nuevamente en condiciones vuelvo a
continuar con mis viajes y cuando
retorno ese ocho de marzo de dos mil siete al traumatología a Montevideo,
comprobando la doctora y así lo informa el juzgado, ella hace un informe donde demuestra que, por descontinuar
el tratamiento, y que no se me llevó más, se me volvió a reabrir la herida
presentando en ese momento el ocho de marzo una herida de una circunferencia de
cuatro centímetros y habiendo hecho una úlcera perforada hacia adentro del pie.
Presentamos en abril de dos mil siete con el abogado una denuncia penal sobre este hecho, advirtiendo en la denuncia
penal mi abogado que de repetirse nuevamente ese tipo de omisiones a la
asistencia, podría derivar en la amputación de mi pie. En junio del dos mil
siete, dos veces más cometen omisión de asistencia por traslado de ambulancia,
Mercedes nuevamente niega en ir a buscarme a la villa y vuelvo a dejar de
concurrir durante prácticamente un mes y derivando ahora sí en octubre el doce
de octubre de dos mil siete parta ser más exactos en la amputación de mi pie.
-
¿Así que hoy por hoy, sigue
tu juicio?
-
Sí mira, el juicio penal me
pusieron muchas trabas como por ejemplo no poder desmentir a las personas que
fueron denunciadas penalmente, no se nos permitió presentar las pruebas
pertinentes, pidió el abogado una orden del juez el abogado para desglosar
llamadas a mi celular realizadas por el
hospital de Mercedes, donde hubiera quedado demostrado en forma rotunda la
omisión de asistencia por la que ellos tuvieron conmigo, no se nos permitió
presentar testigos y archivar el caso el mismo día que yo concurro a Montevideo
a denunciar mi protesta. Ese día se le comunica al abogado de noche a la plaza
en Montevideo por teléfono, que lo habían convocado a la una de la tarde para
comunicarle que se archivaba el caso. Comenzando esa semana una denuncia civil o sea un juicio civil al Ministerio de
Salud Pública para ser resarcido por los daños causados.
-
Creo que son situaciones de
hecho tan impresionantes que. . ., ¿ no
naciste para perder?
-
¡No! Si pierdo es por algo
que yo cometí un error, o por alguna oportunidad en la vida que se que fue por
mi culpa. Yo humildemente trato de reconocerlas aunque sea conmigo mismo y sigo
adelante, quizás por otro camino, quizás buscando otro destino, pero ante la
injusticia, lucho con todas mis
convicciones por delante sin tenerle temor al poder político, ni económico.
-
¿Todo esto para compartirlo
con gente de menores recursos?
-
Totalmente. Pienso que el fin
de esto, aunque yo termine con las manos vacías ante mis reclamos, de juicio a
los culpables de este hecho que me ocurrió y de ser resarcido por daños, aunque
no lo logre, el fin de mi lucha es que nunca más vuelva a ocurrir
principalmente, con la gente humilde, aquella que desgraciadamente cuelga los
brazos, por que se achica pensando que el poder político los puede aplastar o
el poder económico los puede tapar la boca.
-
¿Che y ya que te la caminaste
toda, es como que Villa Soriano fue el
fin, el fin de tu camino?
-
Sí creo que es el fin de la
búsqueda de aquel camino que comencé cuando empezamos hablar allá por mi adolescencia.
Es el rinconcito que para mí es el vivir, los últimos años con esa luz que, se
me fue encendiendo en los caminos en mi interior y es el rinconcito donde yo esa luz hoy día la puedo trasmitir
en calor hacia los seres humanos que se acercan a mí, lo trasmito desde este
lugar que yo busqué como hippie y que era aquel lugar de paz y amor en un
mundo, donde no es el paraíso, pero es el lugar
que creo que ahí puedo volcar y desarrollar todo lo que yo fui
acumulando. Esa riqueza espiritual que me regalaba la gente cuando iba a sus
ranchitos, cuando compartía sus mesas, cuando me daban todo a cambio de nada,
entonces eso es una cadena que por fin puedo canalizarla para que cada persona
que se acerque a mí regalarle un eslabón
de esos para que los cultiven esa cadena , con sus hijos, que le vayan dando lo
que puedan.
-
Así que en Villa Soriano
encontraste a Cristo y allí hiciste huelga de hambre junto a él, en su
domicilio y Cristo para vos es la
doctrina
-
Es la doctrina y la luz por
que él para mí fue el primer hippie que se volcó al mundo con su túnica y sus
sandalias en un mensaje de amor entre la humanidad. No lo entendieron, lo
apedrearon, lo lastimaron, lo colgaron y crucificaron. Hoy día yo me considero
un crucificado por el sistema.
-
Entonces, ¿por la sociedad
todo?
-
Para mí si, para Cristo y
para mí.
-
¿Por tus ideales la muerte?
-
A raja tabla.
-
¿Le tenés miedo a la muerte?
-
¡No!, para nada, al
contrario, para mí va ser. . ., el
paraíso no. . ., pero el fin de una etapa
-
Como estás tan cerca de todo,
de Cristo, de Artigas que dejó su huella
en Villa soriano hasta con familiares allí. . .
-
Vivo al costado del terreno
donde vivió mucho tiempo y tuvo cuatro hijos
-
Artiguista como no hay otro.
. .
-
Total, me identifico con su
postura mismo. Estoy exiliado en Villa Soriano yo. . .yo no me fui para el
Paraguay en ese rincón que me permitieron quedarme tranquilo
-
Tienes todas, artesano,
artiguista, hippie, vivís con Cristo, anduviste por diferentes países pero
defraudadores todos o varios. . .
-
Muchos, pero eso nunca me
achicó, al contrario, me llevó a valorar más a aquel verdadero amigo, que se
sienta a mi lado a tomar un mate o compartir una charla y cada vez me abrazo
más a ese amigo o a noche como estas, con una copita de vino, un churrasquito
compartido, una charla y me abrazo y me aferro a esos valores que por ejemplo tu has puesto en tu
camino o en tu mesa para compartirla conmigo justamente, por eso, por tanta
gente que te defrauda, tanta gente que te cachetea, no soy de poner la otra
mejilla, pero tomo a quien me abofetea sin rebeldía
-
¿Socialista,
izquierdista, anarco, comunista, mahoista. . .?
-
Independiente. . .total,
apoyo al hombre y no al partido político.
-
Hace un rato te llamó a tu
teléfono celular tu hermano. ¿Familiero?
-
No. . ., para nada. Te
explico, él me llamó ayer y me llamó hoy pero hace como un año que no me
telefoneaba y me llamó por esa actitud que tuve de la huelga de hambre y me
está pidiendo. . ., bueno poscomentarios en Maldonado son muchos y parece que
apareció alguien que es de la Villa Soriano ,
que trabaja allá y que anduvo por dos tres medios de prensa, él se refirió a mi
persona, no mal, pero como que soy un tipo que estoy acostumbrado a esas
actitudes revolucionarias. Mi hermano me está pidiendo hoy día que ponga un
cable a tierra. . .
-
Un poco de moderación. . .
-
Ahí va. . .que no me enfrente
tanto al sistema y que trate sí de seguir mi lucha y llevarla adelante, pero ya
ahora, lo ve, él me lo decía, lograste tu objetivo, llamaste loa atención de un
país, fuiste escuchado, bueno ahora canaliza el resto de tu lucha, esa demanda, como corresponde por la parte civil,
pero con un cable a tierra. Y pienso que
está bien.
-
Hasta morir artesano y
después de morir. . . cósmico
-
Total, sé que hay otra
energía otro lugar que vamos a ocupar
después de la muerte
-
Desde allí. . .
-
Seguiré mirando y guiando. Me
gustaría ello, poder guiar aquella persona que se lo merecen, con actitudes de
vida, por sus luchas, aquella persona humilde, para ser humilde no hay que ser
pobre para serlo hay que tener humildad. Alguien con plata puede ser humilde.
-
Pero lamentablemente es tan
difícil
-
No es aplicable al noventa
por ciento de las personas que podrían hacerlo
-
Es difícil para aquellos que
no se dan cuenta, pero tal vez es tan fácil, como por ejemplo poner un cable a
tierra como vos decías y quienes lo hicimos entendemos como es la cosa. Pero
ellos siguen haciendo cortocircuito y estimo están defenestrados para la futura
vida aquella a la que accederán justamente los que hayan vivido decentemente
-
Habrá que preparar a esa
gente para el mundo nuevo que nos tocará vivir después. Siempre dije el paraíso
y el infierno es la tierra, como vivas es la recompensa que vas a tener en la
otra vida. Lo que vos hagas retorna, retorna siempre, está millones de veces
comprobado. Si vos odias, te haces daño vos mismo. Si tiras una piedra te va a
rebotar. Si das amor, vas a recibir cariño y buena onda y eso en el futuro. Yo
con mi problema de salud, mira donde estoy, a doscientos kilómetros de mi casa
recontento y reconvencido de lo que estoy haciendo y no me para un sillón de ruedas. Vaya que no me para. Pero
¿por qué?. Porque aún creo en la gente y creo en el que se puede lograr cosas
en la vida para uno mismo, sin tener poder económico. Lograr paz interior y esa
paz se trasmite después a todo el que llega a vos
-
Yo de mi parte en forma
personal, debo de agradecerte una cantidad de cosas digo. Primordialmente la
buena predisposición que has tenido para con mi persona, que quien te dijo en
algún momento que te podría lograr hacer algo fui yo y la verdad ha sido que han
pasado como siete años de eso momento por una u otra razón, de familia, de
enfermedad, etc., no había podido llegar nuevamente hasta Villa Soriano para
entrevistarte, era un deber que tenía y hoy tuvimos la oportunidad de estar
juntos de hacer esta charla y esperemos que esto salga lo mejor tanto para ti,
que es lo que a mí me interesa, pues no me interesa trascender a mí pues ya
tengo siete libros editados unipersonales, como compartidos es decir. . ., ya
está. Bueno, plantaste un árbol, criaste un hijo, y escribiste un libro, ya
está y todavía para mí una nieta. . .creo haber cumplido. Cuando yo te conocí,
tenías tus dos pies y viniste, una vez y
hoy es la segunda y sin un miembro inferior igualmente hoy lo hicimos. Así
celebro tu fuerza de voluntad y espero no me falte a mí para ver concluida esta
pequeña obra de tu vida, y que es para vos de parte de este simple ciudadano.
-
Eso te demuestra que todo lo
que hablamos hace un ratito no es vano, no son palabras al aire, yo creo en la
gente y por eso es que estoy acá. Cuando cruzaste por mi casa hace unos años
con un montón de amigos y me explicaste de tu interés por hacer algo de mi vida
yo me entusiasmé como un niño que le dicen un cuento, yo creí en vos en ese
momento y eso me mantuvo con la convicción que sabía que si no se estaba dando
en estos años, era por algo, tal vez por razones de vida.
-
Pero te dabas cuenta que algo
está tocando nuestras dos personalidades
-
Se detectar el versero típico.
Como dice Cafrune que el que canta a los gritos no se escucha su propio canto.
Y está aquel hombre que humildemente, se acerca y te da un apretón de manos y
te dice: ‘me gustaría, y lo vamos hacer. . . en futuro próximo vamos a escribir
algo sobre vos’. Y te dije: ‘encantado aquí siempre voy a estar con las puertas
abiertas’. Es decir fue algo compartido. Vos me fuiste a buscar a otra
localidad yo estaba bien de saluda y aquí estamos.
-
Bueno estoy reconfortado
-
Bueno en tu creatividad es en
lo que yo me apoyo para que salga todo bien.
-
Pero también quiero destacar
que en mi segundo viaje a la
Villa , descubrí en tu casa, unos relojes de bolsillo y te
dije: ‘tengo un reloj de mi abuelo, que le faltan las agujas y tu me diste uno
que no andaba, vine a casa lo lleve a un relojero, le saco las mismas y hoy
está andando y me acuerdo que te devolví tu reloj sin agujas cuando tu viniste
a mi domicilio hace unos años. Esto demuestra tu hombría de bien y tu
desinterés. Y eso no se olvida’
-
Es energía.
-
Como pacto de caballeros que
el modelo de tu libro ya esta en mí conformado y sale.
……………………………………………………………………………………………………………………
Hoy es el otro
día Miguel durmió en casa, me levanté temprano, lo ayudé a salir a la vereda,
se aprontó el mate y lo deje bajo unos árboles petisos. Le pregunté si necesitaba algo más y me respondió: ‘un oriental siempre está
bien tomando mate de mañana temprano’ Volví de realizar unas tareas que me
insumieron un tiempo de un par de horas y lo encuentro en un estado calamitoso.
Le había dado un bajón de glicemia. Se restauró con galletitas con azúcar un té
caliente y ahora me pide:
-
Quiero agregar algo a todo lo
hablado anoche. ¿Puedo?
-
El libro es suyo señor métale
nomás. . .
-
Corresponde, por su esfuerzo,
por su lucha a mi lado por un montón de cosas que me debo a ella, y ella es la
que me mantiene en pie, que es mi gran compañera, Marta Isabel Bianco. La única
persona que amé y voy a amar de por vida y por quien vivo y lucho todos los
días para poder sumar cosas para que sea feliz dentro de nuestras carencias
económicas. A Marta, mi gran amor, esto es para ella por que así se lo debo.
Mayo de 2008
Estas son imágenes sacadas por mí de diferentes publicaciones junto a actores políticos y sociales de nuestro país oriental gracias por entender como fueron concebidadas atte Horacio Santana
Le puedo preguntar si Miguel Irrazabal aun vive? Soy fotografo y habia hecho un retrato de el hace unos años, que le entregue personalmente la ultima vez que lo vi, en septiembre de 2012, y en aquella ocasion me dijo que estaba bastante enfermo...
ResponderEliminarMi mail es => gkfoto@hotmail.com
Gracias y saludos desde Buenos Aires
Gerardo Korn
Fallecio en el 2015
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