Horacio Santana
Canto a Valizas
Edición Artesanal e Independiente
Fragmentos de: “Oda al Mar”
Pablo Neruda
. . .Oh mar, así te llamas
oh camarada océano
no pierdas tiempo y agua,
no te sacudas tanto,
ayúdanos,
somos los pequeñitos
pescadores,
los
hombres de la orilla,
tenemos frío y hambre,
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte,
no grites de ese modo,
abre tu caja verde
y déjanos a todos
en las
manos
tu regalo de plata:
el pez de cada día.
. . . danos a cada hombre,
a cada
mujer y a cada niño,
un
pez grande o pequeño
cada día.
. .
.Todo lo arreglamos
poco a
poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
a hacer
milagros,
porque en nosotros mismos,
en la lucha
está el pez,
está el pan,
está
el milagro.
Debo dedicar este sencillo “Canto
a Valizas”,
a aquéllos que con su fuerza
hicieron que
llegara hasta este pueblo, paraíso uruguayo.
A mi familia, por qué junto
a mí se
establecieron dentro de él,
en Aladino,
el rancho que nos sigue
cobijando.
A sus vecinos y pescadores que nos acogieron
cómo verdaderos y genuinos
Valizeños Uruguayos.
A todos, dedico con humildad
estos veintiocho cantos,
que cómo ya habrán leído más
arriba, estimo,
que Neruda con sus Odas, ya
lo había incorporado
dentro de su ser muchos años
antes, porque
en su Chile natal hay muchos lugares parecidos
a éste, pero como el
nuestro, ninguno.
Y por último, a la mar, que
nos golpea el oído,
todos nuestros días
Valizeños . . .
El Autor
Canto a Valizas
I
1-3-2004
Al
arribo y sin conocimiento. . .
Valizas me prendiste
en tu modesto solar. . .
¡Cuántos piratas te habrán
mirado
desde la costa del mar!
En tus peñascos milenarios
que
nos miran desde atrás
el
alma del aborigen
acecha
desde el arenal.
Me
prendió tu luz pequeña,
tu
arroyo, tus ingresiones;
mis
piernas están cansadas
me
las sostienen las dunas,
en
este ardiente caminar.
Los
míos están gozando
de
tu solario mordaz,
y es
el ruido del océano,
su
estridencia constante
que
nos logra recordar. . .
¡Si
supieras dónde te escribo!,
sentado
en tus arenas blancas,
entre
tus rocas parado,
mirando
el horizonte estoy
y me
aprisiona tan fuerte
una
congoja infernal
sabiendo
que mis hermanos,
los
de ayer y más atrás,
aquellos
de crines al viento
se
ahogaron en un mar salado
de
lágrimas, la última vez . . .
Los
traidores traicionaron
a mi
raza americana
y ya
está descubierto hoy.
¡No
te preocupes Valizas!!
los que se dicen patriotas
de
la raza americana,
antes
de pisar tu vientre
cojearan
de rodillas
mirando
a tus pobladores
y te
besarán el ceño
con
reverencia al sol naciente
para
broncear los límites de mi patria
desde
aquí. . . , desde esta parte,
¡Valizas
tierra oriental!!
II
2-3-04
Estoy
bajo la luna,
destellos
de un sol nocturno
que
estalla bajo el candil
que
me alumbra y me penumbra:
en
Valizas.
El
océano, la sal de la noche
no
deja incrustar el almíbar
de
ti, de tus acacias, de tus ranchos,
de
mi rancho: Aladino. . .
Semiderruído
en tus dunas
se
nos subió a cuesta,
nos
tiró hacia el arroyo
y
los destellos siguen impactando al corazón.
Si
no te hubiera descubierto Valizas,
¡cómo
se me hubiera
aquejumbrado
el alma!
Por
eso hoy, mirando
el
cerro Buena Vista,
tus
playas degolladas en olas
segundo
a segundo,
instante
a instante,
me
divierto incansablemente de mis locuras
y
junto a tus personajes
que
me escucharon con respeto,
hoy
me tienes aquí,
junto
a mi Aladino:
y
sin lámparas maravillosas,
sólo,
bajo,
¡bajo
el sol nocturno de Valizas!!
III
17-5-2004
Al arribar por segunda vez. . .
Vuelvo y trasvuelvo,
redondeo el andar cansino
de
mi automóvil y al arribo,
otra
vez, junto a ti,
compañera
de hierro
de
mis andanzas imparables,
en
ruidos rompientes
de
solemnidad nocturna
amarramos
en Valizas. . .
Este
pueblo nos cobija,
Aladino,
abre su bocaza verde
entonces, revolvemos los vapores
internos
del rancho entre croares,
graznidos
y acacias.
Nuestras
voluntades
desparraman arena de tu arenal,
mientras
tus hombres y mujeres
duermen
silenciosos calendarios.
Al
oído, la mar,
nos susurra la madrugada
IV
9-6-2004
Después
que estuvimos,
dormimos
acicateando
sueños,
perennes
hoy nos
cobijaron.
Desperté,
el rebozo
de diarios
nos
había empapelado.
Desperezarse,
mueve
inquietudes internas,
la
mañana tempranera
despabila
sueños
y
allí junto al níspero,
la
gota de agua y el rocío
nos
reflejó con sutileza,
nos
trampeó,
guiñó
un ojo
y
las fuerzas se reponen.
Cortejándonos,
la
sociedad que se aniquila,
saca
fuerzas, se vuelve solidaria
y el
camarón, símbolo de ti
y
tus olores axilares,
se
despeña sobre nosotros,
inentendidos
y recién llegados.
Pero
allí no más,
la
mirada desparramada de ambos
nos
plasma en labores rutinarias;
demostrándote
que,
estamos
internamente en ti.
V
11-6-2004
Tu tiempo es distinto.
Sacado
de la irrealidad,
se
monta a la realidad impura,
ridícula,
orquestada
por mentes necias.
Pero
tu irrealidad me da ánimo,
me
hace trotar,
trabajar
hasta
el agotamiento.
Es
pasmada,
curtida
a yodo,
sentada
por años
en
las puertas de los ranchos,
casas,
boliches;
la
miramos irreal
aquellos
que,
llegamos
por primera vez.
Se
la nota en el gato nocturno,
caminando
por las calles
como
perro de compañía,
bajo
la luna,
Pero
no,
el
gato tiene instinto
y
nos acompaña,
porque
tu atmósfera
le
duplica su felinidad
y la
suple,
para
que sus patas
nos
demuestren
la
galantería de recibirnos.
VI
12-6-2004
Arduos
e introducidos;
tu
temple viril,
rudo
como rayo de meteoro
amortizado
sobre tus dunas,
endureció
nuestras pieles,
peinó
cabelleras greñosas
por
días,
recogió
agua en baldes,
saneó
nuestras humanidades.
Entonces,
tu temple viril,
se
manifestó en capas geológicas
al
costado de Aladino.
Comenzamos
a
contemplar tu interior
de a
cinco centímetros.
Arena,
tosca,
barro
de tu primer
aluvión
penetrado
desde
llanuras antiquísmas,
y
agua. . .
Tu
primer napa freática,
con
mezcla de arcilla azulada,
congestionada
de olores fosilizados,
pero
ecuánime,
nos
mostraba,
que,
nuestro reflejo,
en
ella, era y no era,
transportándonos
al
laberinto
de tu estómago.
Como
cavadores de arena gruesa,
seguíamos
explorando,
ahora,
canto rodado,
arcilla
blanca lechosa,
propia
de la infidelidad
con
que te habrán tratado.
¡Allí
estaba!,
dulce,
como
nos habían explicado.
Incrédulos,
vimos
fluir
esa dulzura
de
tus entrañas,
aquella
que,
nos recibió superficialmente.
Codeándonos
con
el destino,
esa
cachimba pura, cristalina
mana
y mana,
hace
brotar tu corazón
y
las caracolas de su fondo
la
limpian aún más.
Tiernamente
la bebes,
brutalmente
la sorbes
cloqueando,
asiremos,
nuestro
nuevo
futuro interior
¡dentro
de ti!
VII
12-6-2004
Desde
tus malecones,
balconeamos
bordes,
arcilla
negra, pegajosa,
nos
hunde los pies,
como un perro verde
tu
arroyo los lame;
nuestros
pasos
de
regreso,
fueron
bienvenidos
a
vuestra casa.
Cobrizos,
estirados
y arrugados,
“El
Chino”, “Liro”,
“Germán”,
“El Gordo Pablo”
y
otros cueros pescadores,
se
afirmaron
en
los costaneros,
delimitantes
transitorios
de
su conocimiento.
Nos
acogieron, nos abrazaron,
la
amistad,
galopó
en nosotros.
Por
eso nos motivaste.
Estos
papeles,
arrugados,
pero míos,
tienen
una particularidad,
son
sensibles.
No
conocimos
el
viento que habrá
surcado
las cabelleras
de
tus fundadores,
de
los Veiga, del Veco
y de
tantos otros.
Pero
la música
del
oleaje
oceánico
verdoso
bajada
a tierra por ellos,
la escurrida
naturalmente
a bordo,
absorbe
la séptima nota
de
tu escala diatónica
y la
sentimos vibrando
en
el pentagrama del alma.
VIII
7-6-2004
¡Cómo
silencias tu tiempo
Valizas!
Es
silencioso,
coloquial,
discreto.
El
mío interior,
se
fundió en mis hombros,
los
retorció.
Antiguamente
no existía,
paseaba
días juveniles,
¡no
en ti!.
Hoy,
ésta
vida agobiante
subió
a mis andas,
penetró
en mí.
¡No
encontraba desmarañarla!
Por
fin,
los
reinos
animal,
vegetal,
mineral,
regularizan
mis
ansias,
y el
tiempo.
Ya
no se tiran
dunas
abajo,
se
sientan y me miran,
se
disponen
a
que disponga. . .
En
tu vientre interior,
vidrio
acuoso
hecho
a naturaleza,
forjado
a patos,
a
anguilas,
gallaretas,
alambrados,
algún
pescador
de
los tuyos
pasó
su mano,
la
deslizó sobre tu vientre;
y yo
con mis
cargas,
me zambullí.
¡Y
aquí estoy,
en
franca recuperación!
IX
17-6-2004
Murmurándote
que
nos íbamos,
se
concretó.
Antonio
solícito,
su
arqueología
escarbada,
plumereada,
acrecentó
las crestas
de
olas ansiosas,
desvalidas.
Arribamos
a su rancho,
¡nos
esperaba!,
en
fila,
deambulamos
por
lomos;
y
sin quejarnos,
los
médanos,
dejaban
escuchar
el
crujido
de
sus huesos.
Las
gramillas,
rosetas
paradas
de punta,
no
ocultaron
el
paisaje
circundante,
aéreo,
terrestre,
acuífero,
sentimental,
confeccionado
para
que,
éste
humilde
malhechor
de letras,
como
mínimo
le
cantara.
¡Oye
mi canto!,
influenciado,
acarrea
pretenciosos
centenarios
años
de
otras tierras.
Pero
tus arenales,
el
mecer
de
tus ramas,
tus
soleras,
horcones,
hasta
cumbreras,
fortifican
mi
grito,
este
grito rojo
de
sangre,
de
fatigas nuevas,
con él, aprenderán
aquellos
pretendidos
pretenciosos
patrimoniales,
que:
muy
cerca de mi tierra,
y,
conocida
con antelación,
quieta,
llana,
aún
pura,
¡está
tu tierra!
¡Qué
no te conozcan ellos. . .!
X
19-6-2004
Igual
y extendida,
sin
altos ni bajos,
como cara
de
una hoja
de
papel,
es
tu cintura,
tu
centro,
tus
alrededores
que
me aquelarran
el
pensamiento,
me
profundizan
en
tus caminos,
me
sombrean
por
el día,
clareándome
por
la noche.
Yo
ruedo
sin
parar aparente,
aunque,
quieto,
aflora
estrepitosamente,
calcáreo,
sesga
el
gorjeo
de
tu
jilguero,
no
obstante,
me
musica
el
espíritu,
y la
música
provoca
esto,
sólo
esto,
pequeñamente
esto. . .
Ahora,
tus
caderas,
tu
ombligo,
tu
contorno
enternecido,
desatan
la
alquimia,
el
frenesí cantonero,
cuando
penetro
en
tus umbrales
poblados.
XI
27-10-2004
En nuestro tercer viaje. . .
Siempre
atracamos
al
amarre
del
arribo.
Las
tablas estiradas,
panzudas,
flacas,
nos
reciben.
Arqueados,
enjutos,
con
hambre
de
ventilarnos
interiormente
el interior,
en
tu interior.
Escobeado
el arenal
receptor,
Aladino
de maravillas
volvió
a frotarnos
nuestras
mentes
atormentadas,
lustrosas,
provenientes
de
manzanas
verdes,
agrias,
casi,
sin
sabor dulce
¡de
nuestra dislocada y
pretendida
patrimonial ciudad!!
XII
1-11-2004
¡Si
nos hubieran visto!,
quejosos
por fuera,
gozosos
por dentro;
escrachábamos
el oído
en
la mar. . .
El
cielo,
lloroso
sobre
ti
y
todo lo encontrado,
sopló
dubitativamente
insuflando
vientos
primaverales,
oscuros,
atormentados,
verdosos,
amargaritados,
rayados
de sol.
Sonorizaron
hasta
en
la noche.
Adosados,
destellos
frecuentes
del
faro lobero,
rocas
lamidas,
llenaron
nuestros
cerebros
de olores
por
entre maderas
y
pajas bravas.
¡Nos
seguiste nutriendo
nuestra
primavera
alicaída,
argenta,
por
la que nos desplazamos
a
recargarnos!
XIII
5-11-2004
¡Cuándo
canta
el
gallo
en
Valizas!,
el
Chino,
su
dueño,
pestañea
las lagañas,
las
brasas,
enrojecen
cenizando el hogar,
la
mar cacarea,
las
dunas
crispan
las plumas. . .
!Cuándo
canta
el
gallo
en
Valizas!,
la
flaca Lucky
enflaquece,
una
gota de
vino
demás,
Gustavo
enletece,
fuma
y adormece. . .
¡Cuándo
canta
el
gallo
en
Valizas!,
la
“morocha”
se
menea,
el
“pirata”
cierra
el ojo negro. . .,
el Mondeja
ni lo escucha.
Teresita y yo,
abrimos la ventana
del fondo,
envueltos en risas
dejamos que el sol
abrace las cobijas
y nos dejamos llevar. . .
16-2-2005
Escucha hacia el Este,
un monteador;
hacia aquí,
bar. . ., risas, oquedades,
desquites de noches de monte.
Allí, tus palos derechos
apuntalan quinchos caídos.
¡Y de tus cardúmenes,
cangrejales, barranquillas!
¡Cuéntame minuana Valizas!
¿Son tus lazos verdosos,
ahorcajados hacia el Oeste,
los que permiten
que sobre tus ombúes
cuelgue alguna
espina dorsal de lenguado,
que se golpeó
en las zambullidas laguneras?
En tu centro,
la acacia sacude,
suaviza, aminora el viento,
y tu transportas,
tu deliciosa
estirpe rochense.
18-2-2005
¡Cuántas tramas
hiladas dentro
de tu esqueleto!
¡Ay, se contempla!
En eso,
salió despavorido
el grito costero,
cerrado, mal oído.
¡No hay agua,
no cala!
Salinos y fogosos
chirriaban los dientes,
el ser humano decrépito
succionado en la salida
del arroyo,
caía a estribor
y las dunas reían.
En las bodegas,
la corvina, el pez espada,
el gatuzo. . .,
no aguantan más,
necesitan salir,
curados,
flaquearán en tus bolsillos.
Hasta otro día. . .
20-2-2005
Faltan metros
para el comienzo
del océano.
Ése, atrapa,
iodiza,
calcifica,
te verdea,
y si puede,
te demanda a la
fina, o gruesa,
gama amarillo amarronada,
deposita a sus pies
manos que se revuelcan,
se retuercen
cómo sirenas,
cual macho bravío
diversificando formas y colores.
Por días, meses,
allí están ellos,
sus proles,
en fogón, en rueda,
procesión de velas y vinos,
cansados y felices. . .
Por qué los artesanos,
¡también son Valizas!
29-10-2005
Mirando los pies rajados
en el lento transitar de tus hombres,
nadie encuentra homilías,
pocos extirpan dolores,
tus yuyos extendidos
y bañados en lodazales,
sustancian la boca de todos.
Para mí, que se vengan
declinando sus raíces
y alimenten mi ser.
Las cáscaras de tus palos derruidos,
de tus alfajías, me suavizan también,
y con ello sobre mí,
¡derrotan mis viajes hasta ti,
pequeño poblado marinero!
28-10-2005
Saca tu quilla a bordo
¡Valizas!!
Deja tus cunetas al
encanto croar de ranas,
deja tus velas arriadas
¡Valizas!!
Que la muchedumbre sólo te
penetre en el calor, en el sol,
y que el cardumen
se haga agua en tu boca
de abril a noviembre.
No es de otra manera
que vives de tu nobleza
¡Valizas!!
XIX
3-11-2005
Atravesamos el arroyo,
apenas si muevo los dedos,
los pies me dieron lata, ¡qué lata!;
me bombardearon signos, palabras,
pero eran de estímulo,
mi oído con sordera de mar,
te arranca de mi lado.
Tomo un descanso,
recuerdo,
miro desde dentro de ti
a Aladino,
recrudece mi seguridad mayor
al saber que lo tengo
con sábanas que me han rozado,
leños, agua,
abrigo para jamás moverse. . .
Resguardo
algún peligro de incertidumbre,
porque el tiempo,
este maldito movimiento inerte,
me vuelve a retrotraer
al desenfreno de saber si te
trastocan la línea de vida.
¡Qué no te paralicen
a lo que has sobrevivido,
Valizas!
XX
5-11-2005
¡Sé, qué no estás paralizada!
Sé, qué no finges tu permanencia,
sé, también,
qué mi cuadrante de sueño,
aparece sobre tu Arco Iris,
sobre las cíclicas llamadas
de los animales de la mar,
del monte,
esos aullidos interiores
que una vez empezaron
y jamás terminarán.
Lo he visto, frotas maderos
y al instante, dominas al enemigo,
espantas las bestias
que no te distinguen,
pero no engendras violencia.
Enseñas, de pintar cuadros,
de descongestionar nervios,
de desenlutar fiestas,
de medir infinitos nocturnos,
de construir mil maneras el universo.
Si otra vez te escribo,
el azar y yo, te adoraremos
con temperaturas corporales
de fondos de mares,
desde donde millones de hermanas
de cinco puntas, no lo imaginaron,
desde dónde tú, sí,
clavaste la punta de tu aleta
en tierra firme.
¡Es, la aurora que nos encuentra
a todos los que vemos
tus colores, Valizas!
21-7-2008
Tiemblan tus huesos,
voces se levantan,
se empluma el tiempo,
el cuero se tapa
la lana vibra
cuando despiertas
entonces. . .
crujes!
el temblor de Aladino
tose por la
ventanuca
esputa sus vapores
y miras . . .
el mar emplumado
el cuero arrugado de un sapo croando
teje lana de oveja
del otro lado
del alambrado
el atardecer
comienza con su temblor
22-7-2008
Gris notable
de los vidrios empañados
gotas, regodean el fruto
de la mar a mis espaldas
situación de cresta
que una ola me crespa
el interior y neblina
el que ella y yo
disfrutemos en esos
julios que enaltecen
la tempestad:
de mi Valizas
XXIII
22-7-2008
Qué viento sopla mis lagrimales!
Él maneja
el agua de lodazales,
sube y sube,
discierne en un parloteo
breve;
sobre el mojinete
ofrenda del arenal,
húmedo y fresco
ondulante un
caminito de arena
crea un apócrifo temblor
sustenta tenues margaritas
que cabalgan
a lomo liso
en chapas caprichosas
serpenteantes,
boquiabiertas
al rayo de sol
que hoy
se esfumó,
a fumarse una nube
XXIV
22-1-2008
Este Valizas!
Nublado en Julio
desierto en Julio
sólo algún animal
de huestes ajenas
desdobla el agua,
marea el mar
y juntos sin
ver siquiera
la soledad
amarillea de quietud
inquebrantablemente
lejos de aquélla
tristeza
causante
de la
Colonia
XXV
2-4-2008
Pasos. . .,
tras pasos. . ., tormenta,
adelante, pasos;
me miraron espartillos
inquietando el amarillo
juglar de mi jilguero
entre ocres serpenteantes
de tus hojas,
las acacias me devoran
el pájaro interno que poseo,
fluye un lenguaje
disipado mientras truena
y entre el pueblo
de mis días,
allano el beso
que me dieras
24-7-2008
Azoras el rompiente
de la playa;
una tarde gris
salgo a detonar
yo también
junto al relámpago
sólo,
vertiginoso,
me pregunto:
pasaron tus huellas
los médanos lamidos
por tempestades
y oleajes
frente al transitar
taciturno del ojo
avisor del navegante?
26-7-2008
Inquietas,
las líneas arriba
circundan, éste
esteño cielo,
concentran
necesidad de
encontrarse
con aquellas que
en el horizonte vagan;
se miran, las veo,
se hacen muescas,
corretean
estelas en la mar
enfurecida,
ésta, leva gaviotas
que a su encuentro irán
en búsqueda de libertad,
la playa enseña
entre esos grises,
miles de siris
que viudos por meses,
desde el arroyo
intangible afluente
de la mar,
sus hijos recibirán
XXVIII
25-7-2008
Blanca espuma
de mar,
saliva
de quién sabe cuántos
enojados animales
que en su entuerto
por descansar
lanzan escupitajos
que estremecen,
salando el alma
de nuestros médanos
rodeados de maleamores
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