miércoles, 12 de septiembre de 2012

LIBRO DE SOFIA


'Libro de Sofía' presentado en Patio de Casa de la Cultura de Colonia del Sacramento Uruguay en octubre de 2011 junto a cien niños de primer año de diversas escuelas de la localidad y el Coro de Niños de la misma Casa de la Cultura. Aguardo que os guste y vuestros comentarios. 


                                                                                 

Libro de Sofía

Prólogo


Este es un pequeño libro. No por ello, deja de mostrarme un mundo. A mí, como pretendido escritor de letras, a mi esposa, como madre criadora de hijos, a mis suegros como trabajadores de vida, a mis hijos Brenan y Gabino y mi yerno Alejandro como gente nueva que desde aquí, en este lugar que nos deparó el destino, procuran  y lo hacen, sensibilizarse como personas de bien. En cuanto a los que nos ven desde otra dimensión, seguro estoy, que están alegres de recibir estas semblanzas, porque ellos pretendieron para su esperada prolongación de vida lo mejor hacia nosotros, mi madre Sally, mi padre Julio, los abuelos Esther y Hugo, desde allí nos conmueven y a mí en especial para que estos papeles, vean luz. 
En cuanto a los demás Juan, Estela, padrinos, tíos, primos y nuestras largas familias, seguramente con este librillo descubriré algún día, el desprendimiento de alguna emoción sincera desde el espíritu mismo. Dentro  del mundo en  que vivimos, desde hace poco tiempo, junto a Sofía.
Y a ti, mi nieta, cuando entiendas las vocales, las consonantes, las puntuaciones, el poema y la prosa, espero, puedas disimular los defectos de tu abuelo.
Si puede arrancarte una sonrisa de las que me brindabas en tu primeros meses, la mía volará con la tuya por espacios inconmensurables y alegres. . .

                                                                                                    
                                                    Tu abuelo Horacio

                                                                          somos                                                                                                                                               26-8--2004


Somos una familia así,
no más,
con pocas situaciones
del si,
con muchas del esfuerzo.
Pero de nuestros
alelíes, marimonias,
y álamos como velas
del alma,
desprendemos luz,
luz tenue de los momentos,
pero que deshollina la
secularidad social,
                                                                  intrínseca, intangible.                                                                                                                                 Y ahora con el brillo                                                                    del candil propio de Sofía,
somos felices,
hasta que llegue
la verdadera felicidad
 trashumana.


A nuestro embrión nieto

                                                          14-1-04

Arribaron a dos caras,
sonrientes, orgullosos. . .,
mi penumbra personal
arrebatada de la puerta trasera del automóvil,
me la arrancaron circunstancialmente. . .
y quedé paralizado.
Ellos, nos traían con frescura reciente,
a nuestro embrión nieto
que, con los cálculos médicos sobre sí,
nos demostraba en el limbo de las conciencias,
que hoy era su día. . .
Apeé mis pies semigastados
y entonces, emociones a raudales
corrieron por nuestros esqueletos,
el de su tío, el de su abuela,
los de sus viejos abuelos
y presentí que, hasta
en Juan Lacaze los movilizó. . .
Sin duda  que el mío,
sacudido y tembloroso
oteó el hoy eficaz,
de la creación puesta en realidad.


A nuestro embrión nieto, intranquilo. . .

                                          28-1-04

Despertaron los pasos
nuestra siesta adormecida.
Nos llevaron,
abrochando broches desabrochados
de la camisa a líneas,
la solera asolerada
y en un lugar medicinal,
entre untos gelatinosos,
tu piel, nuestra piel,
empezaba su estiramiento fluctuante, precoz.
Todos allí, veíamos píxeles de vida
y azorados, entre risas, lágrimas
y palabras enternecedoras,
elogiábamos su corazón inquieto,
pulsando pulsaciones arrítmicas,
mientras tu placenta, hija,
nutría a nuestro embrión nieto intranquilo.



Nuestra hija, tu hija.

                                                        23-8-2004

En el inmenso
lugar del espacio,
tu gestación
estaba consumada.
Retuviste, forzaste
hacia tu interior
tanto y más aún,
que dilataste
el tejido genético, orgánico.
Después, ocho meses después,
tu aposento
que fue tuyo
aquellos años,
hoy, los cobija.
Sí, porque
el almizcle amargo
de los primeros momentos,
fue superado
ampliamente,
endulzado con  miel
de tus entrañas;
cuando el paladar
en tu hermano,
tus abuelos
y nosotros,
dejó imborrable por siempre
el sabor,
de las mejillas de Sofía.



Células, regodeos. . . y Sofía

                                 26-8-2004

Ahora, ya pasado
un mes, pude.
Mis células,
se  esforzaban,
se rizaban,
se erizaban
¡de tanto escalofrío!
Éste, corrió
hasta pretender
saturarlas,
amedrentarlas,
partirlas en añicos;
pero no pudo,
se transformó
en frío,
en un subcalor acalorado,
y hoy,
con  mi temperatura
danzando en mí,
los veo recorriendo
patios, muros nuevos,
aspirando cal hidratada,
previniendo telarañas. . .,
los tres, están en familia.
La integración, superó
forceps metálicos
y el metal se transformó
en llanto, olor a leche,
y los pequeños regodeos tiernos,
                                                             color de lirios, de hortensias. . .,
son de Sofía.



Defino.    .     .

                                      13-11-2004

 Quiero sortear

las oscuridades anómalas.
Las sorteo,
exploro mi carpeta,
defino la imagen,
la curva de tus mejillas,
el gorjeo entreabierto
de tus labios,
los pozos celestes,
la grandeza
de tu futura generación
me deslumbra.
Mi contexto no espira,
aspira tus olores lácteos;
Sofía.


Tus sensaciones


                                    13-11-2004

Eres la luna,
trasnoche de pies descalzos,
inquietudes de padres,
pechos aderezados de leche.
Sin pestañear
saboreas vitaminas,
hipas, eructas,
vomitas frescura,
blancura, color de rosa.
Despides sistemas aéreos,
a todo ello,
ellos,
claros de cuatro meses,
insisten en mostrarnos
luz de luna,
reflejada e itinerante
en tu piel, beba.


Rollitos.  .  .
                             
                                  17-11-2004



Rollitos, rollizos,
sensibles que somos,
arrugas, arrugamos.
Estoicos, parados,
el beso,
destina
tú ombligo perfecto.
Bobeamos, la baba
y la renguera
nos debilita el ser. . .
abuelos.


Su sonrisa, su beso. . .

                                              23-7-2005


Hoy hace ya un año,
Sofía gira el cuello,
nos mira. . .
dos blancos dientes parten las encías
y por entre su beso
su sonrisa,
nos parte el corazón.


                                                                  Contemplación

                                                                                                      23-7-2005

Detrás del vidrio
se escapa tu manito,
siempre detrás del vidrio
se escapan tus ojos azules,
por delante del cordón de
la vereda me disloco
de pies a cabeza,
¡contemplándote, Sofía!



Ronquidos

                                                                                                     26-10-2005

Tus muecas me ejercitan.
Tus ojitos, suben, bajan,
parpadean,
se cierran las pupilas.
¡Un ruido! te saca,
pero el trance, puede más.
El abuelo trabaja músculos
en los brazos ahuecados
que depositan sueños tuyos.
Morrongueas, al final
te desplomas en pequeños ronquidos.
Son desplomes de guerras infantiles,
de trancos atravesados,
de repechos, bajadas
y de felicidad sabida,
que cumplo
mañana y tarde,
 con las galas con que
engalanas mis horas, Sofía.


Un año

                                               27-10-2005

                                                                 Posees el alma blanca
                                                           con espíritu puro, cristalino.
Los sollozos de tu año
armonizan las piernas
entumecidas de nosotros.
 Sin detenernos, trotas en el caballito de la alegría,
nos descarrilamos en el tren de la felicidad
contigo a cuesta.
Mientras tu crisol de fuerzas,
interactúa y nos embelesamos
de dulzura al verte;
 la burbuja de jabón de nuestras  vidas,
levanta vuelo, entre colores
y soplos de oxígeno. . .
 Por ello,
otro día, más allá,
saldrán nuevas letras.
Espera, sólo un poco más. . .
Por qué nunca olvidaré esta vida,
tú leerás y escogerás y yo,
yo todo te lo contaré
cuando regrese. . .







Segundo Prologo

Sanamente, después que plegué esas letras sin conjugación sobre los ondulantes renglones del cuaderno de poemas.
Aquí pretendo estirar las modorras de Sofía. De sus inquietudes en derredor de su cuello, de sus zigzagueantes contorsiones almibaradas de tardes, de mañanas y casi sin nochecitas.
Porque de nochecita, esas modorras ya desgastadas podrían crear a partir de estos simples cuentos, la atmósfera para que disfrute su sueño, que pica, pica y por detrás de papá y mamá, llega, deposita su encanto, y la adormece sobre su cama.

 

 Manuela, la tortuga

                                                                                                                                     
                                                                18-4-2005

Dice Estela, la incondicional, la abuela. . .
-          Sabes, Manuela puso huevos. Cuatro.
-          Mira vos - Le dijo el abuelo
-          Sí - Afirmó Estela con satisfacción.
-          ¿Cómo está ella.? ¿Va a ser mamá?
-          No, porque Manuela es soltera. Nunca se casó.
-          Entonces. . ., ¿Cómo qué puso huevos? - Preguntó el abuelo
-          ¡Ah, no sabes!! Las tortugas ponen huevos. Uno, grande. . ., de tarde. Otro más grande. . ., a la mañana. ¡Y dos chicos. . ., a los dos días!
-          ¿Y dónde los colocó?
-          Bueno, los colocó. . ., con inteligencia en el comedor, en el living. . . ¡Y en la cocina!
-          Te diste cuenta por su color.
-          Sí, ¿cómo adivinaste? Preguntó Estela.
-          Por qué  alguien muy picarón y más rápido que Manuela, me lo contó el otro día.
-    ¿Quién? Reiteró Estela.
-          Tú, qué como llovía y te habías mojado, las gotas cristalinas, suaves, lavaron tus ideas y:  ¡Te olvidaste! - Se reía el abuelo.
-          A Manuela no le sucede eso. ¿Viste?
-          ¿Por qué?
-          Ella, con su paraguas, duro, no sólo no se moja, sino que los días feos ni siquiera sale afuera. Me explicó Estela.
Cómo nos reímos los dos de Manuela ¡Tan viejita, soltera y poniendo huevos. . .!






 Coco tu perro loco


Algún  día, arribó Coco a nuestra Posada. Él, era una pelotita de carne y huesos.
Hoy mirando sus fotos anteriores, no creemos que sea el mismo.
Pero lo es.
El mismo cimarrón - rothweiller.
-          Te acuerdas abuela. Coco, corría detrás de la pelota, como  “Spencer en Peñarol” o como “Cococho Alvarez en Nacional” - Recordaba el abuelo.
-          ¿Cómo quién? Decía Brenan, la futura mamá de Sofía.
-          Cómo los de antes. Hará fuerza para ser jugador - Afirmaba la abuela
-          Deberá ser de Nacional. Se escuchaba casi susurrando y desde lejos a Alejandro. El futuro papá.

Pero después de algunos días en qué Coco viajaba de El General a Colonia y otra vez a El General, empezó a crecer de tal manera que, ya ni se conocía. Hoy día mide sesenta centímetros de altura y ochenta de largo. ¡Qué hermoso ejemplar!

-          Alejandro, no olvides de darle de comer a Coco. Decía Brenan desde su internación dentro de una cama del sanatorio en Colonia, mientras esperaba a Sofía.
-          ¡Coco, Coco! ¡Nació Sofía! - Gritábamos la abuela y el abuelo, al llegar en el auto.  Mientras él, parecía intuirlo y nos empujaba, nos lamía por entre las rejas y se devoraba su arroz con alimentos especiales en el fondo en la cochera.
-          ¡Hola coco! Te presento a tu hermana, Sofía. ¿Cuidaste bien la casita?- Preguntaba al arribo, Brenan junto a Alejandro y Sofía.

Coco, como verdadero animal, extendió su lengua, lamió la manito de Sofía.  Luego se sentó, le dio la mano a Alejandro, giró, brincó con un salto y una fuerza desmesurada, tomó entre       sus dientes la pelota grande casi profesional, que alguna vez había sido del tío Gabino y la arrojó lejos, sacudiendo brutalmente su cuello musculoso, emitía unos ladridos casi con el rugió de un león; entonces. . .

-          ¡Eh, si éste va a ser Pelé o Maradona - Decía el tío Gabino

En ese momento, Sofía, como presintiendo, irguió su cabeza, abrió los ojos, lo miró y siguió su sueño primaveral de dos meses. . .

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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